Bien, olvidemos las limitaciones ajenas
y por nuestra parte sigamos ocupados
con el "Principe de la Poesía", el gran
maestro G. A. Bécquer. El poeta de
quien numerosas de sus afamadas rimas
permanecen envueltas en el vaporoso
mundo de la antipoesía.
Sí, he dicho bien, antipoesía, entendiendo
como tal el "sacrificio" de los ritmos y la cadencia
externa poética en beneficio la idea esencial,
la que viaja desde el interior del espíritu del
poeta para expresar el sentimiento humano.
RIMA XVII
Hoy la tierra y los cielos me sonríen;
hoy llega al fondo de mi alma el sol;
hoy la he visto.., la he visto y me ha mirado...
¡Hoy creo en Dios!
Nalda, La Rioja, Convento de S. Francisco |
Gustavo Adolfo Bécquer (El Poeta)
IV
Viajó
por los caminos de la tierra
hacia
el mundo de las estrellas,
como
en una ensoñación el paraíso
de
sus sueños al encuentro de lo insólito,
lo
antiguo por el hombre construido,
las
costumbres que los pueblos tenían,
los
cantos y sus bailes, el rumor de la calle,
la
algarabía de la fiesta y el vino de la cantina.
Y
encontró al hombre en medio de los hombres,
borracho
y pendenciero, grave y taciturno,
jugador,
truhán y mujeriego; los unos
con
sus vicios y otros de virtudes llenos.
Tiempos
y tiempos viajando,
al
encuentro de bellezas y cuentos,
y
su alma embelesada proseguía
el
ensueño: de una vida sabia,
con
hombres resueltos y cultos,
que
al amparo del saber supieran
distinguir
la ó del cero.
“El
futuro en la cultura de los pueblos”
-se
decía lleno de tesón y contento-,
luchando
por libertades
llevaba
por banderola el viento.
Suspiros
daba la luna
allí
en San Juan de Duero;
suspiros
en el guerrero
por
la luna de sus sueños;
la
noche estaba de azul,
de
estrellas preñado el cielo.
La
brisa movía los álamos
cuyas
hojas cantaban de contento,
aguas
que pasaban sumisas
en
silencio escuchaban al viento.
Y
la fantasía se despierta y el alma
da un vuelco y el corazón, que
late
fuerte,
golpea en gozoso galope.
El
rayo de luna en la frente, entre
las
hojas se ha escurrido, ilumina
leyenda
de amor espiritual y místico.
Premonitoriamente
previene
un
museo futuro; bajo las arcadas,
a
su libre albedrío, coloca imágenes
e
ídolos, que honrarán la memoria
de
quienes la piedra esculpieron.
A
la luz de la mañana, la bóveda luce,
Impoluta;
añiles que le acercan
al
cielo de Sevilla, la ciudad lejana
del
gran río, aquella que le viera
nacer,
donde diera sus primeros
pasos haciendo
juegos de niños.
Luna lunera cascabelera... |
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