viernes, 11 de marzo de 2011

Rodin, O la espiritualidad en el arte.






Acostumbrado a ver exposiciones de arte con más frecuencia de las que algunas de ellas se merecen por su escasa aportación creativa, no puedo por menos que verme sorprendido ante la extraordinaria vitalidad del escultor Auguste Rodin. La fuerza de la vida expresada en la fuerza del arte, así de sencillo se podría titular su prodigiosa escultura mal llamada “El Pensador”, cuando fue concebida para representar al poeta Dante Alighieri ante las puertas del infierno, y fuera titulada, precisamente, El Poeta”. Debe ser por los prejuicios tradicionales que contra la poesía permanecen arraigados en la cultura occidental nada menos que desde la época de Platón, “La República”, quien, supongo, hace posible semejante despropósito.

En los tiempos que vivimos de pintores de estudio, escultores de estudio, arquitectos de estudio, músicos de estudios, poetas de estudio, dramaturgos de estudio y literatos de estudio -todo dios permanece “secuestrado” en su estudio auto complaciéndose de sus ideales egocéntricos, preocupado más por vender que por crear-, me llama la atención la capacidad de creación de este hombre que vivió hace cien años. “Antes de difundir la cultura habrá que crearla”, aseveraba Antonio Machado, un hombre nada dado a las corrientes modernistas y menos a las cuentas corrientes de los bancos modernos. Habrá que recordarles a los creadores actuales que la gran cultura y el gran arte está en el interior de los hombres; por consiguiente, si queremos encontrarlos tendremos que salir a la calle y hablar con el hombre, porque nada más lejos del artista que el arte mudo, es decir el arte sin hombre.

El gran motor de la vida en el hombre radica en su espíritu. Él programa en silencio y él nos empuja a la superación creándonos inconformismo, llevándonos a la consecución de cotas que un principio nos parecían prohibitivas de conseguir. Cuando el creador se deja llevar por él poco a poco consigue romper su límite existencial y, al pronto, un nuevo mar creacional, su mar es su palabra personal, se abre ante sí mismo para ser explorado. “El Poeta” -me abstraigo voluntariamente de los otros seis personajes que componen la exposición, el conjunto de los “Burgueses de Calais”-, no es una escultura más que podemos encontrar todos los días y menos en las calles de Logroño. “El Poeta” es el mar de Rodin, que el escultor abrió desde su propia espiritualidad creativa para ser mostrado a los hombres de las generaciones futuras.

Insisto, si existe una fuerza poderosa en el hombre que le mantiene con vida y hace de él un ser creador no es su mente y menos su físico; se trata de su espíritu y es en él donde reside nuestra espiritualidad que permanece unida a la capacidad creativa, y para llegar a ellas es necesario desnudarnos de artificios, prepotencias y del aplauso fácil. La tensión en el artista por llegar a su límite durante el proceso de creación, le otorga una forma de mirar especial, de reparar en los minúsculos detalles que conforman la obra de arte y la asunción interna del ritmo, después llega la prodigiosa metafísica del arte total en la obra realizada. Estas premisas se cumplen en la obra que nos ocupa. No podemos olvidar que en Rodin el arte presuponía la representación del estado interior, para lograrlo distorsionaba con suma sutileza la anatomía del sujeto representado. Es evidente, ningún gran creador ha conseguido llegar a la esencialidad de su obra saltándose los atajos y pretendiendo engañar a su espíritu, quienes lo intentaron nunca pudieron llegar a serlo.

No es el caso de Rodin en su obra “El Poeta”, la primera impresión frente a la escultura citada es la del escalofrío ante la inusitada demostración de poderío, fuerza, que emana de la escultura; fuerza vital en un físico rotundo, que se proyecta desde el mismo poder mental, y que a su vez nace en la capacidad de concentración del espíritu del personajes. La interrelación de los tres elementos: físico, mental y espiritual es notoria, que por sí misma delata el poderío de su padre artístico y metafísico, a este respecto aconsejo ver el retrato de Rodin realizado por Edward Steichen. Se puede consultar en la página Google: google.es/images?hl.

El estaticismo que desprende “El Poeta” nos acerca al estado de la “no acción” del Tao, técnica usada frecuentemente por los creadores chinos antes de enfrentarse a sus creaciones, y que en occidente conocemos con el nombre de introspección. Es un ir más allá del límite existencial al encuentro con la sabiduría del espíritu. Ese mismo “estar ausente” expresado en “El Poeta”, el desarrollo anatómico del personaje es espectacular, transmitiendo la sensación de fuerza al espectador, crea la unidad del ser, la impronta, que percibimos desde la distancia. La impronta del hombre por sí misma crea su propio espacio que es respetado por el resto del personal, al que nadie osa violentar. Digamos para terminar que la sombra de “El Poeta” es alargada y circular, proyectándose cientos de metros desde el zócalo donde permanece vivo a los ojos del espíritu.
 
                     Publicado en Diario La Rioja, marzo 2011 

6 comentarios:

  1. No todos los trabajos van a ir por esta línea, desde Logroño es dificil encontrarte con el gran arte, en especial en escultura.

    Si reparas en la fotografía verás que insisto en resaltar su anatomía, es la forma de potenciar la fuerza y la capacidad de concentración mental y espiritual del personaje.

    Insistiré en las fotografías alegóricas en mis siguientes trabajos.

    Un saludo

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  2. Me ha gustado en especial y mucho este texto Anselmo...
    Gracias
    Ana

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  3. Es hermoso, la gran creación es la misma para todas las artes, no podía yo hacer un mal texto para una obra tan impresionante como es el Pensador de Rodin.

    Un saludo, Ana

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  4. Tuve la oportunidad de saludarle en la calle y felicitarle por el artículo que publicó en el periódico loca La Rioja sobre la obra de François Auguste René con motivo de la exposición en nuestra Plaza del Mercado; ahora llamada con gran acierto por la plataforma del 15 M: Plaza de la Democracia. Ojala fuese cierto.
    He visto su cuaderno digital y le felicito de nuevo.
    Un cordial saludo
    Arturo Sáenz Ripalda

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  5. La primera vez que visité Paris tenía 16 años, uno de los mejores recuerdos fue la visita al Museo Rodín, un encantador palacete rococó en cuyos jardines se levantan libres El Pensador, Los Burqueses de Calais, la Puerta del Infierno, Balzac... tan vibrantes y llenos de vida como la naturaleza que les rodea.
    y es que Rodin concebia la escultura como una masa vital, que según sus palabras obtenía porque " en vez de visualizar las diferentes partes del cuerpo como superficies más o menos planas, las imaginaba como proyecciones de volumenes internos..Y ahí reside la verdad de mis figuras: en vez de ser superficies, parecen surgir de dentro afuera, exactamente como la propia vida".

    Gema Perales González.

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  6. de dentro afuera como la vida interior del creador, así es como concibe el artista su obra, porque si no hay proyección interior no existe arte. El arte es el lenguaje supremo de los seres, en consecuencia se corresponde con el lenguaje del espíritu humano, por ello es tan delicado y sublime.
    He intentado encontrar tu obra escultórica por Internet pero no la encuentro, sólo algunas fotos, si tienes bloc me envías la dirección, me gustaría disfrutar de tus trabajos. Gracias.

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