viernes, 12 de junio de 2015

GUSTAVO ADOLFO BÉCQUER (El Poeta) III


De seguido aquel poeta se declaró admirador
 incondicional de A. Machado, lo cual me pareció
 de perlas. En definitiva algún maestro protector
hay que tener para justificar nuestros versos.

Lo que ignoraba el poeta era la famosa frase
 de A. Machado en referencia a nuestro poeta:
"Bécquer, el príncipe de la poesía", y también
ignoraba este poemita escondido del autor
 de "Campos de Castilla", pues de lo contrario
no se hubiera atrevido a emprenderla contra
la rima XXI de Gustavo. Resumiendo, 
ignorancia de los poetas que desconocen la
 obra de quienes tienen asumidos como sus 
maestros. Triste paradoja.

Supongo que no hace falta añadir que este
poema es un homenaje a la rima XXI de Bécquer.


APUNTES, PARÁBOLAS, PROVERBIOS Y CANTARES

III

“¿Qué es amor?”, me preguntaba
una niña. Contesté:
“Verte una vez y pensar
haberte visto otra vez”.

A. Machado.

Atocha, 1920

Gustavo Adolfo Bécquer (El Poeta)


III

Y la ciudad oscura apareció ante
su rostro atónito, no daba crédito,
sus ilusiones de poeta debían cumplirse
en un entorno tan hostil. -¡Maldita sea!,
-se dijo en voz baja. -Temiendo romper
el hechizo de aquel viaje a la meca
de sus sueños poéticos: intrincada
y sucia, destartalada y maloliente,
indiferente a la vida del amplio mar.

La ciudad oscura le abofeteó la cara
tostada por la luz de Sevilla,
y el sol permanecía oculto tras las nubes
de hierro y acero. Era como estar en medio
de la nada, como si tras los muros
de las casas se hubiera ocultado
la vida, que dormía en el limbo
de la indiferencia, exenta de gracejo
y garbo, de ritmo y ganas de sentir.
-No hay marcha atrás. -Se dijo. -Aquí estoy
y pagaré mi tributo a la supervivencia,
a la poesía que llevo dentro de mí,
al gran decir de los poetas aunque
el precio me cuesta la vida.

-La ciudad oscura ensombreció,
al pronto, sus ilusiones juveniles;
de no dar crédito a sus ojos, perplejos,
que se desangraban en llanto ante
el inenarrable espectáculo del caos.
Y su alma de la armonía sintió escalofríos,
como de fiebre infantil de pulmonía,
y el paraíso imaginado, el vergel del Edén,
diluido bajo el pesado rodar de la diligencia,
que levantaba polvo, polvo, polvo a medida
que se adentraba en la ciudad prometida.

Pero la voz de su ser interior, la voz
de su alma, la de su espíritu indómito,
le sosegó advirtiéndole de las disposiciones
del destino, que incansable permanecería
a su lado hablándole de tú a tú, en persona.
Más tarde vendría la necesidad de supervivencia,
el bocado de pan para alimentar la vida,
dando de comer al gran dragón de la prensa,
día a día, que, insaciable, cada mañana
presentaría las páginas en blanco
para ser cubiertas con tinta de tipografía.
Y se sucedió el primer tiempo, y el segundo
tiempo llegó a su fin y en el tercer tiempo
comprendió que tenía abandonada la poesía,
y buscó el campo, la luz, las rimas del alma,
la mujer de sus amores y el sol del mediodía. 
Amanecer del 21-3-13


abstracción, los dos egos.






No hay comentarios:

Publicar un comentario