domingo, 19 de junio de 2011

Contrebia Leukade





Murallas y foso zona sur


            Cuando vivía en Soria mi hice miembro de los Amigos del Museo Numantino, en su compañía realice varias excursiones y tuve encuentros agradable en los que debatimos sobre arte y cultura. Nuestra cultura berona y pelendona entronca de un modo directo con la arévaca soriana, pensemos que las tres son parte de la cultura celtíbera. Aquí en Logroño echo de menos el ambiente cultural que se desarrolla en torno a los museos, para desgracia nuestra el museo de La Rioja continua en obras..............Hasta cuándo la desidia de los políticos en materia cultural? UN PUEBLO INCULTO ESTÁ CONDENADO A SU DESAPARICIÓN. Es la mayor enseñanza que nos da la historia de la humanidad.



Contrebia Leukade



Guerreros celtas............ celtíberos?
          Hoy, treinta y uno de mayo, he decidido hacer una excursión con la Asociación Amigos del Museo Numantino. Programa: visitar las ruinas de la ciudad celtíbera de Contrebia Leukade, cuyo nombre en lengua celtíbera significa la fortaleza blanca, incluyendo el sencillo centro de interpretación en Aguilar del Río Alhama, y por último las minas de pirita en Navajún, población sita en la sierra de Alcaraz.

          Ha llovido en el camino, en el asentamiento arqueológico, en Aguilar y en Navajún, ha llovido en el regreso y también en Soria a nuestra llegada. Ha sido la lluvia que ha querido acompañarnos todo el día, persistente se ha empecinado estar en nuestra compañía; nosotros por nuestra parte la hemos dejado hacer, ¿qué otra cosa estaba a nuestro alcance? La lluvia ha matizado nuestros espíritus, regando la fertilidad del conocimiento que hemos ido recibiendo, suavemente, como el que no quiere la cosa, dejándonos llevar por la voz savia de nuestro cicerone.

          Era mi primera salida con estas personas, muy amables y preocupadas por la cultura, a una zona que yo conocía en profundidad; no en vano quince años atrás recorrí paciente sus carreteras, carretiles y caminos, y de cuando en cuando alguna senda previo abandono del coche en medio de la nada, y digo de la nada porque cuando se viaja solo se te aparece en cualquier momento. Hemos descendido por la complicada carretera de San Felices, pintoresca población colgada en unos riscos, desde cuyos miradores se puede contemplar la belleza agreste de las sierras que delimitan el curso del Alhama y los cañones del río, y hemos continuado en dirección a la población de Aguilar, en cuyo término se ubica la ciudad celtíbera.

          Ha sido un reencuentro familiar con una cultura igualmente familiar, sé que mi familia cultural es La Rioja, ¡la llevo tan adentro de mí!, me ha impregnado a lo largo de mi vida tan profundo, que cuando llego a sus tierras me trasformo en otra persona muy diferente a la que sobrevive en las tierras del páramo soriano. Es la sensualidad de esta tierra que comulga de un modo tan natural con la mía, ineludiblemente volvemos a casarnos en cada reencuentro. Es un matrimonio espiritual, del alma, me importa muy poco su riqueza, yo busco su sensitiva belleza para que me hable de armonía, de modo especial de esa armonía de la naturaleza aunque la montaña aparente caos, de  la agreste montaña.


Vivienda escavada en la roca. Los pozos del frente
se utilizaban para recoger el agua de lluvia
        La visita a las ruinas “vivas” de la ciudad, tiene alma en su vibración, la hemos realizado guiados por la voz amable y sabia de un arqueólogo riojano, nacido en el mismo Aguilar del Río Alhama, íntimamente ligado a las excavaciones de Contrebia Leukade, supongo que el mejor conocedor del asentamiento. De su voz hemos sabido acerca de los pormenores de la historia de la ciudad: los primitivos asentamientos que en ella tuvieron lugar antes de la época celtíbera, por supuesto de la segunda etapa que la dota del rango histórico que posee, de la ocupación romana y finalmente de la visigoda. Luego la ciudad se perdió en el olvido del tiempo bajo los escombros, el polvo y el barro, igual que otras muchas que han muerto a lo largo de la historia de los hombres, pero su espíritu intrépido y aguerrido sigue latente en el espíritu de sus descendientes que hoy ocupan el valle rico en huertas, frutales y viñedos.

Artesanía del cuero, repujado
          Reflexiono, no pretendo ni deseo hacer de este escrito una guía cultural y turística del asentamiento, ya existen publicaciones al respecto. Sólo intento hablar de impresiones, de esa fuerza poderosa de los hombres que nos han precedido y que paulatinamente fueron transformando el planeta, de la tierra habitable que hicieron para los otros hombres, sus descendientes; de las profundas rodadas marcadas en la roca, huellas dejadas por los carros y que son síntomas del ajetreo cotidiano de aquella civilización; de sus formidable murallas, levantadas por colosos para defensa contra las legiones del imperio agresor; del urbanismo de la ciudad izada sobre risqueras y peñascos, que hubieron de cincelar creando plataformas para convertirlas en calles; de las cuevas y pozos excavados en la roca que trasformaron en silos y graneros o para almacenar el agua de lluvia; de la simple arquitectura de sus casas, rectangulares, que permitía el abrigo y la protección necesaria a la familia; del lagar de vino, cuya técnica de extracción del mosto ha sido viable hasta el primer cuarto del siglo veinte. Doce hectáreas de ciudad fortificada en los siglos primero y segundo antes de nuestra era, hablan por sí mismas de la inteligencia, fuerza y capacidad de trabajo de unos hombres que nos precedieron en la historia de nuestra tierra, que por supuesto eran cultos, sabiendo adaptarse, sobrevivir y domeñar la naturaleza de acuerdo con sus necesidades vitales.


Cueva vivienda excavada en la roca
          Un buen rato permanecimos al abrigo de las cuevas, llovía, y mientras tanto nos entretuvimos en amigable conversación en torno al tema que nos traíamos entre manos: que si la cuenca del Alhama, que si la del Cidacos, que si la del Iregua, habían servido de comunicación natural entre las tierras del Ebro y la meseta numantina. No llegamos a conclusión fiable, al parecer en historia y arqueología todavía existen lagunas que sondear. Sea como fuese, sabemos que la comunicación entre los pueblos celtíberos existió; además de poseer una cultural común, también les unía una tecnología compartida y los intercambios comerciales eran frecuentes. 

          Más tarde, bajo la lluvia, nos trasladamos al centro de interpretación en Aguilar, pequeño museo con muestras arqueológicas de las diferentes culturas que se desarrollaron en el asentamiento. De seguido, bajo la lluvia, viajamos a Navajún; si desde la meseta habíamos descendido hasta el valle del Alhama, ahora era a la inversa, desde el valle ascendíamos por un carretil que serpenteaba montaña arriba hasta incrustarnos en el vientre de la Sierra de Alcarama, parecía que iba a devorarnos.

          Camino del restaurante pasamos por la base de la torre de la iglesia de Navajún, hermosa, de factura grácil, esbelta, de tres cuerpos, los dos primeros en piedra y el tercero de ladrillo, este último es un pastiche realizado en el siglo dieciocho aproximadamente. Luego de escudriñarla largo rato deduzco que los dos primeros cuerpos de piedra pertenecen a la arquitectura árabe, su porte y gracilidad sólo son asumibles por dicha arquitectura. Bien puede tratarse del minarete de la mezquita, de cuando estas tierras estuvieron bajo la influencia de la cultura árabe. Hago varias fotografías para contrastar mis deducciones. De hecho las poblaciones del valle están diseñadas y estructuradas por el urbanismo árabe, calles estrechas persiguiendo el objetivo de crear sombra en verano y recortar los vientos en invierno, contrastan ostensiblemente con el urbanismo de la meseta, de donde provenimos los miembros de la excursión.


Muchacha en la cocina

          En el restaurante nos sentamos a la mesa, dispuestos a dar cumplida cuenta del menú; en verdad teníamos hambre, no en vano llevábamos la mañana ascendiendo cuestas como tontos y no hemos tenido tiempo de tomarnos un descanso; tres kilómetros de recorrido, más de la mitad en ascensión, abarca la visita completa a la fortaleza blanca, ubicada sobre dos montes coronando el río Alhama. La comida ha sido sabrosa, estupendas alubias blancas con chorizo, guindillas incluidas, guisado de venado de segundo plato y…

          Para terminar visitamos el ansiado museo de piritas. Pequeña lección impartida por el propietario de la mina. Nuevo asombro, conozco las piritas de La Rioja desde mi juventud, no sólo éstas que nos ocupan sino también las de Ambasaguas, cerca de Arnedo y relativamente próxima a Navajún; me digo nuevo asombro por la perfección de las formaciones de las piritas, geometría pura, servida por la naturaleza para el disfrute de la vista. Con amabilidad el guía nos cuenta acerca de la formación de las piritas, de la historia de la mina, de los procesos de comercialización etc. Se nota que estamos cansados, prestamos atención pero se nos va la mente hacia otros derroteros.

          No podemos visitar la mina, el camino está en muy malas condiciones por las intensas lluvias, nos quedamos con las ganas, en otra ocasión será. Es bueno que se queden cosas sin visitar, ello es una excusa para retornar en otro momento. Regresamos a Soria dando un rodeo y lo hacemos enlazando con la carretera que une el Ebro con la meseta por el Cidacos. A mis compañeros se les ha pasado desapercibido el detalle. A la mañana estuvimos en la cueva hablando de las comunicaciones entre las dos zonas, nosotros vamos a utilizar dos de las rutas, la del Alhama en la ida y parte de la del Cidacos al regreso. Llegamos a Soria rozando las famosas ruinas de Numancia, pasamos a menos de trescientos metros. En este nuestro transitar, sin pretenderlo, hemos concordado las pervivencias espirituales y sus restos arqueológicos de dos ciudades que antaño fueran florecientes y hermanas.



Moliendo trigo en un  molino de vaiven

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