martes, 1 de diciembre de 2015

CONFIESO QUE HE VIVIDO



Metafísica: más allá de la física. EL HOMBRE


Nota preliminar:

Siempre suena un poco extraño
usurpar el título de otro autor para
un trabajo nuevo, por lo que se le
debería pedir disculpas al autor en
cuestión, en este caso a P. Neruda,
pero es algo que no pienso hacer.
No es por orgullo sino por coherencia
literaria, el título surgió por sí mismo,
yo no lo busqué, me fue dado y en
buena lógica me limito a respetar
dicho título y punto. Espero que lo
entendáis, porque en el fondo es un
homenaje al hermano Pablo Neruda







Confieso que he vivido

Yo no tuve que hacerme bate,
no fue necesario,
nací poeta por designio divino;
son historias que la gente común
no entiende, aunque tampoco
las precisa, ellos tienen bastante
con sentirse aceptados por
el conjunto de la sociedad,
ser un numero social, anónimo,
que les mantenga protegidos.
Tiempo hacía que los dioses
habían tomado la decisión 
de enviarme a este mundo,
para cantar las excelencias
de su creación comogónica,
al objeto de abrirles a los hombres
las herméticas puertas de sus almas,
que durante milenios mantenían
cerradas a cal y canto las iglesias
mediante sus dioses ideológicos
y ejércitos de sacerdotes ateos.

Desde el siglo XVIII ando de poeta
por la vida, sufriendo las consecuencia
de cuatro reencarnación seguidas;
he sido espectador, actor y creador
en el clasicismo, pre romanticismo,
romanticismo, pos romanticismo y cuantos
movimientos literarios se han creado
en ese vasto periodo, incluyendo alguno
en el que me negué a participar.
Por ahora sólo hago escribir poesía,
por fortuna es mi lenguaje natural,
la utilizo para rascar en esa costra
con la que encerráis vuestras almas,
así os penetra el aire libertario y os renueva
la necesidad metafísica de sentir libremente.
Porque la libertad se expresa mediante el grito
lanzado al viento, la poesía es el gran grito metafísico
del alma; hombre mujer, lanzad vuestro grito
al aire para que lo escuchen las aves
de los cielos, los peces de los abismos de la mar,
los toros, caballos, leones, serpientes, hienas,
linces, y cuantos animales pueblan
las tierras emergentes. Lanzan vuestro
grito de libertad para que se espantes los cielos,
y los dioses escuchen vuestro despertar a la vida
nueva, que ha sido regenerada enteramente
para vuestro disfrute y el de vuestros hijos.

Los dioses saben que belleza
y poesía adorna el alma del hombre,
ambas pertenecen a la naturaleza
del espíritu, ambas llegan al ser humano
desde el iridiscente horizonte de luz,
ambas conjugan armonía y amor
en el transcurso impalpable de todos
los tiempos, que ya estaban antes
de nuestra llegada a la nave Tierra.
Ambas iluminan y perfuman las delicias
del alma con las fragantes esencias
que se desprenden del gran espíritu
creador, el que estuviera en el primer
origen, se multiplicara a sí mismo
desde su unidad, para convertirse
en infinitas unidades de las que
hombres y mujeres nacimos, soy,
somos pequeños dioses, evolucionando.
Belleza y poesía en voz de mujer,
que atemperan los compases creacionales
y ordenan las fuerzas que interactúan
permanentemente, para que sea posible
la continuidad del gran concierto
de la creación armónica, que es interpretado
por los treinta y seis mil músicos, por medio
de sus arpas de luz metafísicas y los colores
tomados al gran Arco Iris del cósmico universo.

Los dioses son conocedores
de la belleza del espíritu femenino,
se esforzaron, en verdad se esforzaron
ornándolo de pequeños detalles,
de modo que pudiera llegar con facilidad
al paroxismo, exaltarse ante las emociones
que provocan los sentimientos nacidos
en el alma, sentir la atracción  del
ensimismamiento estando frente
a las olas del mar, que humilde
muestra el poderío de las aguas
agitadas por los vientos del norte.
Sensualidad y sensibilidad, dos palabras
que adornan el misterio de la mujer,
que se refleja en el rostro en esos
momentos anónimos de la calma,
de cuando queda inundada en el éxtasis 
para transportarla al mundo de la luz,
donde se produce la gran transformación
del espíritu femenino; después nada será
igual, conocida la esencia de la luz, la gran
metamorfosis se realiza por sí misma,
y retorna siendo el hada madrina
de los hombres que luchan por la supervivencia.

Los dioses, sabían que el secreto
de la eternidad, de esta humanidad                
que la Tierra habita, residía y  permanecerá
en el futuro, en la invisible hoja dinámica
de la prolongación de las generaciones,
infinitamente.
Desde que la humanidad llegó
a la inteligencia deductiva, de un modo
u otro se lo han enseñado al hombre,
es una constante que permanece
inalterable en el saber de todas las culturas,
insistentemente.
Si no fuera porque confiamos
en la dinámica vital, nos parecería
una maldición imposible de sopesar
ante el espanto de la muerte,
mas no lo es; el hecho es constatable,
nacemos como niños, crecemos como
dios no da a entender, nos hacemos
adultos a nuestro libre albedrío y, al final,
morimos ejerciendo de abuelos,
fin de ciclo y muerte del guerrero.

 Y la mujer debería poseer los dones
necesarios para que el proyecto
no naufragara, para aglutinarlo
alrededor de su vientre y fuera viable
millones de años más tarde.
Y la dotaron de capacidad de embeleso
para que pudiera enamorar al hombre,
y supieron donarle la piedad para que
se doliera antes la derrota del hombre ,
y se esforzaron en hacerla atractiva y hermosa
para conseguir la entrega del hombre,
e invetaron los colores para que se maquillara el rostro,
también los ojos, y los labios, y las uñas para
que los hombres cayeran rendidos en su vientre.
El hermoso vientre ovalado de la mujer,
mesa en la que los hombres somos invitados
a participar en el sugestivo ágape del amor.
Y la enseñaron a hablar con la mirada
en los momentos hermosos de la ensoñación,
para que el alma de la mujer pueda explayarse
libremente frente al alma del hombre.


Mertafísica: la armonía de la creación es una extensión de la armonía del hombre dios



Y en el mismo instante los dioses
hicieron complementaria el alma
de la mujer del alma del hombre,
y el alma del hombre complementaria
del alma de la mujer, y de la nueva
complementariedad surgió
el amor como hijo legítimo.
Luego, el amor, quizá, nada más sea
la complementaridad armónica en la pareja
-tanta desazón buscando una definición
del absurdo amor indestructible
eclesiástico y la teníamos en la sencilla
relación con nuestra chica. Es el castigo
por confiar en quienes no están dotados
para entender la naturaleza del amor,
el amor es para las gentes que aman-.
Armonía que habría de alumbrar el sinuoso
camino del futuro de las generaciones.
Recordad: donde hay complementariedad
existe armonía, donde existe armonía
hay amor; de lo contrario todo
se destruye en el regreso al caos.

Y el caos es la gran amenaza del hombre inculto,
la sabiduría protege al hombre y la ignorancia
lo sumerge en el caos. Atrapado en la ignorancia
no puede leer su rosa de los vientos, cuya luz
metafísica todavía no ha podido ser encendida
en la noche de los tiempos pretéritos, y, ante
la carencia de decisiones válidas en el presente,
se precipita aleatoriamente al inquietante incógnito
del futuro. Para poder danzar en armonía la danza
de los tiempos es necesario haberla aprendido
y ensayado con insistencia; nadie mejor que nuestro
propio espíritu sabe bailar su propia danza: aprendamos
de él, practiquemos junto a él, ensayemos con él.
Que tu pie sea su pie, que sus pasos sean tus pasos,
que su ritmo sea tu rimo, déjate llevar, ensaya
aprende, que su pasión sea tu pasión, lo que tú
veas sea por sus ojos, que tus movimientos sean
la continuación de sus movimientos armónicos.
Nada queda a la improvisación, dado que la danza
más antigua del mundo está dotada de todos
los ritmos de la creación, hombre de sentimientos,
aprende a danzar la sutil danza de la vida.


Anselmo


Metafísica: hombre mujer, la luz sois vosotros, sin el hombre no existe dios.





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