sábado, 26 de marzo de 2011

Gente Anónima







Está calentita, en menos de un mes la tendremos
en la calle, mejor dicho, en las librerías de todo
el país, dispuesta a enamorar a los lectores. Para
que vayáis haciendo boca os invito a este pequeño
entremés.

Anselmo.


Gente Anónima
    Fragmento


Difícilmente llegará nadie en un paraje tan remoto. Es día laborable por lo que la posibilidad de que aparezca algún excursionista es ínfima. Ellos permanecen tranquilos, dilatando el tiempo, haciendo un largo y generoso almuerzo. A última hora de la tarde harán merienda cena, después recogerán los bártulos y abandonarán el pueblo. Estaba pensando que tenemos dos casas en la ciudad, ¿qué vamos hacer? Comenta la muchacha. La lógica se impone, vivir en una. Responde el compañero. ¿En cual de ellas?, me gustaría seguir residiendo en el centro, A mí también me encanta esa zona. Además estoy cansado de mi piso, prefiero dejarlo y olvidarme de él. El hombre se queda pensativo, con la mirada fija en el frente. Ella le observa y calla prudentemente. 

Si me traslado a la tuya tendrás que hacerme algún hueco, Cabemos de sobra, la casa es suficiente amplia para los dos, Lo hacemos por etapas, primero la ropa de vestir y mis objetos personales, después aquello que yo considere imprescindible, por último elegimos lo que nos apetezca y lo trasladamos a tu casa. El resto lo subimos al pueblo, tengo una almacén, así nos desentendemos del otro piso, Será divertido. Responde la muchacha gozosa. ¿No te producirá tristeza abandonarlo?,  Que se fastidie, tenía ganas de largarme, estaba harto de vivir solo, me metí en él de malas maneras cuando lo de mi divorcio. Lo ponemos a la venta y veremos que hacemos con el dinero. ¿Por qué quieres venderlo?, No le tengo aprecio y para olvidarme de mis penurias. 

Durante un buen rato permanecen callados, al pronto el agua aparece en los ojos de la muchacha, el compañero la recoge solícito, le coloca la cabeza sobre su pecho y con las manos le acaricia la espalda, el cuello, la nuca. Al principio tendremos algunos desajustes. Comenta la muchacha. Estamos acostumbrados los dos a vivir solos, hacemos lo que nos viene en gana en nuestras casas. Ahora será necesario pensar en la otra persona, cuando percibas que mi actuación no es acorde con tu forma de ser no me lo recrimines, por favor, dímelo con suavidad, corrígeme con ternura. Yo no necesito que nadie me haga las cosas, sabes que no me gustan los servilismos, sólo pido que los demás comprendan que en mí existe la necesidad de hacerlas y por consiguiente me asiste el derecho a realizarlas. No es tan complicado entender mis necesidades expresivas. Me asustan sobremanera las luchas intestinas entre los miembros de las parejas para determinar el orden de mando, además me horroriza verlo en las gentes que conozco, ¿cuánto ni más tener que soportarlo en mi vida?

         Hasta el momento las relaciones han ido bien entre nosotros. Responde el hombre. No tienen porque cambiar, andando el tiempo tendremos un enemigo en común, la jodida costumbre que lleva a la gente a la resignación: “¡qué le vamos hacer, la vida es como es!”, se justifican estúpidamente. Yo no la quiero para ti y tampoco en mí, no se la deseo a nadie; fue una de las claves de mi separación, quizá, en el fondo de la cuestión, la primera porque incluso con el nacimiento del hijo me aburría como una ostra. Demasiadas horas de televisión había en mi hogar, que dejó de serlo porque a cualquier hora del día estaba lleno de gentes que se colaban por ella, para comentar groserías inconcebibles y en numerosas ocasiones atacando los principios del hombre en los que yo creo. Estate tranquila, tendremos el presente que día a día nos vayamos labrando, sólo hace falta una pizca de pudor, una mica de candor y aderezaremos el plato de nuestros sueños, al que andando el tiempo invitaremos a comer a los hijos que nos nazcan, suponiendo que los tengamos, ¡claro! Llegado a este punto se toma un respiro y de seguido continúa.

         Te garantizo, ¡mi niña!, que no está en mi pretensión zaherir a tu preciada persona, mi sensibilidad me lo prohíbe y me repugnan los malos tratos. Mortificar o maltratar, deformaciones de quienes carecen de autoridad. Los insultos son el resultado de la impotencia mental ante el diálogo, frente a los cuales es imposible seguir hablando. Recuerda que la crueldad es la fuerza de los cobardes, y tú y yo somos valientes, tú misma lo reconoces en ti y a mí me enamora que lo seas, por lo que difícilmente podremos ser crueles entre nosotros. ¡Hagámonos un favor!, conservemos siempre el halo candoroso de nuestras almas, sigamos enamorados de él y de nosotros, entonces comprobarás lo sencilla que es la convivencia en pareja. Es necesario llenarse día a día y sólo existe una forma real de realizarlo, consiste en vaciarse en la entrega en todo momento. Concluye el joven. Eres como un padre escondido. Responde ella. La hija siente temor de volar, evidentemente está asustada, el progenitor no sólo no le recrimina su actitud sino que la toma en palmitas y se la lleva por los aires camino de las estrellas. ¡Ves!, ahora ya me río. Concluye la muchacha, obsequiándole con la más hermosa de sus sonrisas.

El agua nace en las rocas, riega la pradera junto a la ermita y doscientos metros abajo se precipita al vacío camino del infinito. Retornará algún día, retornará a la cita con el hombre, con la mujer, con el prado, con las cuatro paredes de la ermita que se mantienen en pie. La sensualidad de la era acuario se va instalando en el corazón de los seres humanos: desde el agua y para el agua, nace en el agua, se realiza en el agua y se modela en agua el alma del hombre. Y el hombre se transforma en múltiples formas y se hace agua, y nace en la montaña, se precipita valle abajo, discurre por el canal, fecunda las huertas y de nuevo se esconde en la tierra; renace ladera abajo, se une al río, llega al gran río y siguiendo su curso desemboca en el gran charco de la mar. Y desde allí el hombre retornará a los orígenes del hombre, en la alta montaña, volando en las alas del águila gris, y en su retorno vendrá con las respuestas a los enigmas que permanecen escondidos en el arcón del futuro y que fuera sellado en los tiempos del pasado. Agua y sensualidad, sensualidad y agua para dar de beber a la humanidad que ha de llegar tras de nosotros, donde los principios de la cultura acariciarán las mentes de los hombres libres.

7 comentarios:

  1. Estoy llegando a la conclusión que la amistad está por encima del espacio tiempo, algo así como el amor que perdura aún después de la muerte de la gente. ¿Será que la inmortalidad es amor y amistad? Gracias por tu amistad, amigo Francisco

    ResponderEliminar
  2. Algún día me enseñarás a ilustrar los trajes que confeccionas, ¿te parece?. Los girasoles son sorianos, la foto la hice al lado de S. Baudelio de Berlanga. Los mozárabes si que sabían de colores, cada vez que me acuerdo de las pinturas de la ermita me emociono

    ResponderEliminar
  3. Dile a tu amiga Ana que será un placer saludarla en Logroño, si a ti te viene bien y ella quiere le pasas mi correo o mi cuenta de facebook. NO HAY NINGÚN INCONVENIENTE

    ResponderEliminar
  4. Que lindo es leerte Anselmo, parece que yo misma vuelvo a la montaña, y allí está Él,a unos pasos por delante abriendo camino por la ladera. Que voltea su rostro, y me mira, con los ojos llenos de ternura y amor. Solo ese amor que se vive en pleno contacto con la madre Tierra. Saludos amigo.

    ResponderEliminar
  5. Es un placer leer tus palabras "grado superior". Yo lanzo mis hijos litararios al mundo sin saber cuándo, quién y dónde van a ser bien recibidas.
    Esa es la fortuna de escribir.
    Saludos amiga.

    ResponderEliminar
  6. Estimado Anselmo, te adjunto un enlace http://www.eumed.net/entelequia/es.tv.php en el que sale un video de Jose Luis Sampedro y otras cosas de lectura interesante. Soy Rocío, tu amiga Milena.

    ResponderEliminar
  7. Ayer, tomando el sol en la puerta de la biblioteca mientras me fumaba un par de cigarrillos estuve pensando en ti.
    Un beso.
    Anselmo

    ResponderEliminar