NOTA
Se
ha pasado el tiempo en el que debía estar oculta la personalidad del
hombre invisible, cuya existencia tenía que pasar desapercibido para que
pudiera realizar su trabajo en las mejores condiciones posibles, sin
ser molestado, sin ser perseguido, sin que temiera por su
vida haciendo del silencio su amigo y gran protector.
Estamos
en el año 2015 de nuestra era, a tan solo 46 del final de la última
generación del Apocalipsis, tiempo de confusión al que la humanidad
actual perteneces. Y la humanidad debe tomar conciencia de sí misma, para
dar entrada al nuevo ciclo, el de la gran espiritualización del ser.
En
la reducción esotérica, según la escuela pitagórica, el "ocho"
representa al ser humano en equilibrio, al que ha llegado desde el cuatro
por expansión a través de su proceso evolutivo; en definitiva, es el
número del ser humano-materia profundamente espiritualizado. A partir de aquí
la comunicación entre la mente y el espíritu del ser humano será
permanente, dado que el espíritu permanece junto a él en estado
gravitatorio, en vibración estática, envolviéndole; provocando que la
“intuición”, mensajes del supra ego, funcione de modo permanente y
automático.
Es la Tierra la madre y gran aliada del hombre,
vuestra nave, a ella pertenecéis y como la tratéis seréis tratados, pensad que durante
miles de milenios de años seguirá siendo vuestro hogar. Tomad conciencia, pues aquellos
que la atacan, la maltratan o esclavizan a sus congéneres serán expulsados, del
mismo modo que en su momento lo fuisteis vosotros.
Fotografía bajada de Google. |
Anselmo, cosas y hechos de mi vida XXXVIII
Éramos unos mocosos, no sabíamos leer ni escribir pero conocíamos el
nombre de las constelaciones y de algunas estrellas, lista a la que se unía el
planeta Venus o Lucero del Alba y Marte con su roja silueta. Montados en el
carro los tres pequeños bajábamos de la era alta subidos sobre los sacos que
iban llenos de grano camino del granero. Era en las noches de verano, cuando el Cúmulo de Las Pléyades, perteneciente a Tauro, se podía contemplar
mirando hacia el nordeste, porque es sabido que el resto del año permanece
oculta a los ojos de los espectadores. En ocasiones teníamos la suerte de
contemplar una lluvia de estrellas y los tres nos estremecíamos de admiración, belleza y entusiasmo; entonces jugábamos a ver quien veía mayor número y nos
pasábamos el trayecto escudriñando el cielo, apuntando a un lado y a otro del
firmamento al tiempo que gritábamos: otra, otra, otra. Nuestro afán de ver
estaba movido desde la curiosidad infantil y el deseo de ir conociendo las
cosas que nos rodeaban aunque estuvieran a miles de años luz, concepto del que
jamás habíamos oído hablar.
La tierra espiritual de A. Machado. Soria, Puente del Ferrocarril sobre el Río Duero |
No importaba que nosotros fuéramos hijos de campesinos, habíamos
nacido en aquel medio y lo habíamos aceptado con la consiguiente naturalidad
infantil, con indolencia a pesar de nuestro entusiasmo primerizo. Sea como
fuere mamamos la belleza del firmamento con la misma fruición que pocos años
antes lo habíamos hecho de los pechos de la madre, con la pequeña diferencia de
que en este caso la leche de la Vía Láctea alimentaba los espíritus sin que
nosotros lo percibiéramos, desarrollaba nuestra imaginación hasta límites
insospechados y nos fue creando el principio de la belleza cósmica en nuestras
pequeñas mentes, gracias a ella aprenderíamos a amar la noche estrellada de por
vida. Cierto es que las mentes del hombre y de la mujer del futuro están
desarrolladas al setenta y cinco por ciento en sus primeros cuarenta meses de
vida, así de delicada es la primera infancia pues de ella depende el futuro del
ser. Mis hermanos y yo tuvimos la gran suerte, aun y cuando estábamos
“asilvestrados”, entiéndase en su justo término, de haber mamado la leche de la
noche con la naturalidad del contacto cotidiano.
Representación gráfica de Las Pléyades. Bajada de Internet |
Yo sentía fascinación por Las Cabrillas, aunque las veía muy lejanas y mi entender percibía que el cúmulo que formaban era pequeño, comparados con otros casi enano, igual que yo era entonces. Ignoraba las razones de aquella atracción pero no podía evitarlo, menos intentar racionalizarlo, entre otras porque desconocía el término raciocinio. Era sugestión lo que provocaban en mi ser, fascinado me quedaba mirando, mirando, mirando y recuerdo que en ocasiones el viaje de la era a casa lo realicé abducido por mi pequeña constelación. Cuando entraba en éxtasis me quedaba quieto, sin mover un músculo, mis hermanos que conocían mis debilidades se reían de mí; yo me enfadaba con ellos, tenía mal genio y una impronta de mil diablos, el caso es que acababa con un cabreo impresionante y cuanto más me enfadaba más se reían, así que al final pataleta. Esto de los enfados eran cosas nuestras, la diferencia de edad era mínima, entre Alejandro y yo, con Lola de por medio, nos llevamos algo así como treinta meses, en consecuencia un día u otro a alguien le tocaba pagar.
Situación en el cielo. Bajada de Interne |
Pasaron décadas hasta que conseguí vislumbrar el porqué de mi
enamoramiento hacia la Constelación de Las Pléyades; si bien, estudiando
francés apareció La Pléyade literaria francesa, cuyo nombre me dejó por unos
momentos en fuera de juego, y me envolvió y me abdujo y de nuevo el estado de
éxtasis, aunque fuera muy breve por aquello de estar en clase. Pero fueron
décadas las que transcurrieron hasta cumplir no menos de cuarenta años, para
aquel entonces ya se había producido mi revolución interna, espiritual. Después
de varios procesos, muy largos, había conseguido entender los mecanismos
ocultos que hacen posible la existencia del cosmos, en consecuencia de la vida
en general y la humana en particular. En este aspecto quiero aclarar que es un
error pensar que estamos solos en el espacio, también lo es creer que
permanecemos incomunicados con el resto de los millones de civilizaciones
humanas que se dan en el cosmos.
Precisamente, en la Constelación de las Pléyades existe un planeta, gira alrededor de la Estrella Maya, cuya civilización es cientos de miles de años más avanzada que la vuestra; ellos son nuestros hermanos mayores, de ellos habéis aprendido lo que sabéis y fueron el origen y principio de la cultura en la tierra, de allí los terrestres trajisteis la inteligencia creadora cuando fuisteis expulsados de forma expeditiva. Y aquí es donde aparece el paraíso perdido de la Biblia y de las tradiciones antiguas de otras culturas; porque sois seres expulsados de un planeta, al que yo llamo en mi relato la “La Batalla Tonta”, “Planeta Urko”; en él evolucionasteis para alcanzar la inteligencia necesaria e imprescindible que os permitiera continuar vuestro periplo evolutivo e iniciar el proceso de cultivaros cultural, artística y espiritualmente, también para crearos un hogar estable en la famosa Arca de Noé, es decir el Planeta Tierra. Así pues, atentos, que no estamos solos en el cosmos; semejante despilfarro de creación, como de hecho es la existente, no tiene sentido para contentar únicamente a ocho mil millones de seres, que permanecen todavía en estado de evolución imperfecta, no cabe ni por asomo en las decisiones de los dioses, ni tampoco en la gran inteligencia originaria del primer origen.
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