miércoles, 9 de julio de 2014

ELLA Y YO, O CUANDO EL AMOR ENCUENTRA SU LÍMITE EXISTENCIAL

Porque sigo creyendo en el amor hago lo que  hago, defender  públicamente al amor
apertura


Punto por punto,
concepto a concepto,
verso a verso,
has nacido,
impoluto,
desde la maravillosa evocación.
No sé,
sí evocar el amor,
es atestiguar la vida,
o, de otro modo,
atestiguar el amor,
es evocar la vida,
ya que,
en definitiva,
la expresión amor-vida,
es una dualidad más,
de la humana
dualidad existencial,
quizá,
por ello,
el amor sea cosa de dos,
donde los dos dan,
recibiendo, ambos,
el premio de la plenitud,
sentida en el abrazo,
solidario,
de los dos amantes.

Si,
¡mi buen hijo!,
eres chatarra metafísica,
reciclada,
¡por supuesto, reciclada!
yo,
tu padre metafísico,
lo palpo claramente,
desde mi espíritu,
desde mi alma,
también,
desde la mente,
que torpe,
se afana
en comprender,
el hecho de tu nacimiento,
voluptuoso,
sensual, 
gentil,
¡sí!,
también gentil,
porque gentil
es el sol,
que nos despierta a la vida,
regalándonos
un nuevo y hermoso día,
para el amanecer,
a la vida del espíritu.

Sí,
quizá,
gentileza sea
la palabra mágica,
donde el amor,
se sustenta
a través
de las generaciones,
gentileza,
el ademán de la amante,
que se entrega,
en el momento mágico,
a su compañero,
gentileza,
en el gesto del amante,
que recoge,
parsimoniosamente,
a su compañera,
gentileza,
en la unión de los amantes,
que abrazan la plenitud
sentida desde el alma,
y gentileza en la propia
plenitud,
vivenciada, al unísono,
por los amantes.


al amor a ciegas

La niebla


Yo, uno

Hoy diecinueve de enero.
Un día de niebla.
Otro, en otros días de invierno.
De la alta meseta,
donde escasea.
Una noche de niebla,
la parada del autobús frente al supermercado,
la barriada barrida por la niebla,
había luz en la niebla,
ignoro su procedencia,
¡había luz en la niebla!

Extraño, sí,
extraño como limosna
que se entrega a desamparados,
extraño que no pueda dormir,
pensando,  en ……… Ella,
¿quién sabe,
de las hadas o de esos enanos
que llaman duendes?,
¿o no son enanos?,
qué extraño,
¿por qué han de serlo si la luz era de ellos?

Qué no los vi,
tampoco pude escucharlos,
en mis oído había música,
¿venía de la niebla?
o ¿era de, …………… Ella?
No sé,
la noche,
sólo en, …………  Ella.

de los sueños soñados

Yo, cuatro

Continuo escribiendo,
bajo la niebla,
¿del sueño o del ensueño?,
¿Quién lo sabe?
El amor es otra historia,
distinta, diáfana,
diferente, amigable,
menos estridente.
En fin, el amor es la plenitud,
estoy solo,
bajo la niebla,
buscando su luz, ¿la de ………. Ella?

Sigo pensando, en ………. Ella.
La plenitud es sensual,
silenciosa, amable,
compañera, amante,
servicial, complementaria,
muy complementaria, de ……… .. Ella,
el hombre en la mujer
o la mujer en el hombre.
Dicen que en eso  consiste,
lo de la atracción, 
lo del amor,
lo de la fusión, 
lo del futuro…...... y punto.

Un beso, dos dos dos dos dos, uno en cada labio, de….. Ella.
  
perdidos, no hay camino
Ella, uno


Amanece,
desde la niebla,
trae consigo la luz de la mañana,
que espantará de mis ojos
la sombra de la noche larga,
y el temor a la entrega.

Amanece,
desde la niebla,
en la ensoñación surge, ……. Ella.
Sendas perladas en la bruma, su camino.
Soles en sus vestimentas que levantarán
el vuelo de las nubes rasantes.

Amanece ,
desde la niebla
- el deleite de mi alma -,
y la verbena de su vientre, de ………. Ella,
calienta mi corazón,
que reposa en el ensueño.

Amanece,
desde la niebla,
sones de guitarra flamenca,
Niño Ricardo –fantasía minera-,
suenan limpios en sus oídos,
creados para la melodía.

Amanece,
desde la niebla.
El agua lava el rostro, de ……… Ella,
que saludará el alba cenicienta.
Desde el corazón, lenguaje balbuciente
de amores que pugnan por mostrarse.

ensimismada

Ella, cinco

Café con leche
y tortitas bolivianas
que me regala Rogelia.
En la taza leo su rostro, de ………. Ella,
tengo su sabor blanco en mi boca,
tengo su perfume en mi,
obsesivamente, su perfume
en mi corazón, que palpita
ante su perfume.

¡Es el perfume del amor!,
¡qué se reinventa en la fragancia del amor!,
¡para los hombres del amor!

Es el recuerdo presencia, de ……….. Ella,
del ensueño cabalgando,
al trote, con la sensualidad,
sensualidad para el amor,
amor de la sensualidad,
¿para el amor que es vitalidad!,
tengo sesenta y dos años
y mi corazón dice que sí,
¿cómo entender sus dones?

¡Es el don del amor!,
¡qué se reinventa en la dádiva del amor!,
¡para los hombres del amor!

Es el recuerdo presencia, de ………. Ella,
del ensueño de la noche larga,
pensando en la mujer,
que abre la puerta del amor,
 a mi espiritualidad,
que convulsiona mi ser,
acostumbrado a la soledad,
del sempiterno solitario,
que amaga, amablemente,
la seducción, con un gesto
nacido desde su eterno femenino.

¡Es la espiritualidad del amor!,
¡qué se reinventa en la verbena del amor!,
 ¡para los hombres del amor!




La mañana azul


Simplemente, azul
 I

Azul la mañana es azul,
Orfeo Negro,
la eterna historia del amor,
Layla y Majnún, Persia,
Romeo y Julieta, Italia.

Azul la mañana es azul,
en la ciudad diminuta,
jardines blancos de escarcha,
“rosada”, le dice el paisanaje.
Blancas sus vestimentas,
su faz blanca,
azules los ojos, de ……….. Ella.

La cara de escarcha,
en su mirada el cielo,
luminoso,
de luz radiante,
donde la eternidad se presiente
en la infinitud del amor,
soñando la eterna evanescencia, de ……… Ella.
¿Dónde posar  las manos,
si el talle es aire azul?,
¿dónde besar con los labios,
si la boca es aliento rojo?,
¿dónde reposar la cabeza,
si el vientre es espuma de la mar?

Azul la mañana es azul,
Orfeo Negro,
la eterna historia del amor,
Layla y Majnún, Persia,
Romeo y Julieta, Italia.

La voz del alma,la voz de la vida

III


Su voz, de ……….. Ella
suena grave,
denotando seguridad,
sensibilité,
beaucoup sensibilité,
de un alma perceptiva, de ………. Ella,
altamente perceptiva,
¿qué hacer?,
tengo demasiados años.

¡Quizá sea tarde!,
el encuentro todo lo puede,
el diálogo todo lo puede,
la comunicación es compartir,
cuitas íntimas, sembradas,
en la intimidad de otra persona.
Comulgar alma con alma,
luego,
¿Dónde quedan los prejuicios?
¿qué importa la edad?
¡aunque soy demasiado mayor!
¡nada más que demasiado mayor!

Su voz de ……. Ella,
es canto
de guitarra española,
sus cuerdas,
voces
de guitarra española,
su decir,
es de guitarra española,
por los Jardines de España.


como la hiedra a la piedra,
su cuerpo y su vestido

IV 

Era el sari de su cuerpo, de …… Ella,
acicalado de colores,
perfumado de mirra,
que me llevé conmigo,
en el corazón huérfano,
quien me acompañó el día.

No sería un día más,
otro día cualquiera,
otro día anodino,
fue el día de la revelación,
el día que permanecerá
en la huella indeleble del alma.

Sería fecha para el espíritu,
una fecha para el candor,
una fecha atemporal,
fue la fecha para recordar,
la fecha que guardo
en los repliegues del alma.

Sería una noche de estrellas,
una noche de evocación,
una noche para el espíritu,
fue la noche del ensueño,
una noche donde mi ser
caminaba abrazado a la plenitud.

Era el sari de su figura, de ……..Ella,
donde el fuego de Venus
acicalaba de luz su espíritu,
perfumado de mirra,
quien se llevó consigo,
mi corazón huérfano.

algo así como aire y agua, la mujer.

X


“Que dolor en mi alma”,
seguiriya,
Carmen Linares.
“Malaya sea…”.

La voz, bien modulada,
de Carmen,
pelín quebrada,
me acompaña,
una vez más,
en mis escritos.

¿Qué tendrá la música,
que tanto embelesa?,
¿qué tendrá la mujer,
que tanto enamora?,
¿qué tendrá el alma,
que tanto seduce?
¿Será, que música,
mujer y alma,
son la unidad,
del eterno femenino?,
¡esa unicidad,
por la qué tanto suspira,
la unidad del hombre!,
para formar otra unidad,
la unidad de él y, de ……… Ella,
la unicidad de dos seres,
en la unidad de un único ser,
para alcanzar la plenitud,
abrazando la plenitud,
del sentimiento humano.


La tarde violeta


el hombre se soporta en sí mismo,
no hay engaño posible

III


El sol,
sobre mi frente,
los ojos entornados,
en mi casa de luz, …………. Ella,
luz de amor,
agasajada,
en al ágape del amor,
invitada,
a compartir la eternidad,
en el hogar del sol.

El sol,
sobre mi frente,
acarician mi ensoñación,
pienso, en …………. Ella,             
pienso, ¡existe en mí!,
¡vive en mí!,
¡respira en mí!,
¡Ella ………… soy yo!,
¡yo soy ………… Ella!

El sol,
sobre mi frente,
el río,
escucha mis suspiros,
canta el agua,
una nana,
de amor,
para que ……….. Ella,
duerma,
su ensoñación.

insinuación

V


Hoy he visto,
mi estrella en el agua,
a mi lado,
caminando,
a mi lado,
su mano era mi mano,
mi mano su mano,
mis manos,
las manos, de ………..Ella.

Sus manos eran agua,
mis manos,
el vaso que la contenía,
sus manos eran aire,
mis manos,
las hojas que le aquietaban,
sus manos eran fuego,
mis manos,
el viento que lo avivaba,
sus manos,
eran tierra de labranza,
mis manos,
la semilla que sembraban.

Hoy he visto,
mi estrella en el agua,
al atardecer,
en el espejo del río negro,
sus manos,
elevadas a los cielos,
mis manos,
tomaban sus manos, de ……….. Ella,
en la cama de la Vía Láctea.

 
y la poesía es el río y el agua, la mujer y sus aguas

VIII


Abajo,
muy abajo,
el río negro,
plateaba la tarde,
en el atardecer violeta,
el murmullo de su voz, de ……… Ella,
en el canto de las aguas,
en mis oídos,
y en el aire,
que silbaba,
-despejando mi frente,
sudorosa-,
y en la mata de espliego,
que se inclinaba,
levemente,
al paso,
de su voz blanca.

La senda,
desde el río,
serpenteando,
ladera arriba,
hasta el alto,
hasta el alto,
hasta el alto,
donde las nubes
hacen su cama,
para que sueñe, ………. Ella,
la dulce canción,
de las aguas,
que eternamente,
dilatan la vida,
desde el ensueño.

Fascinación

XI


En sus manos, de ………….. Ella,
las piedras,
eran rubís,
en mi manos,
las piedras,
eran esmeralda,
para hacer una guirnalda,
de colores,
al arco iris,
de la tarde violeta,
para hacer un collar,
que adornara,
sus senos, de ………… Ella,
de diosa amable,
abiertos,
al sol de la atardecida.

Cuando el sol se acostara,
serían mi luz,
cuando la estrella titilase,
serían su brillo,
cuando el lucero nos acompañara,
serían su resplandor,
los senos, de ………. Ella,
¿de jade?,
en la noche de mis ojos,
que prestos,
gozarían de la belleza,
de la bella sensualidad,
de sus pechos blancos.



La noche cobalto

mi fuego en el reflejo de su fuego

IV


Desde las sombras,
de la encina,
en la montaña dorada,
se iluminó la noche,
en la unión
de su estrella, de …… Ella
y mi estrella,
era en los momentos de la conjunción,
eran nuestras viejas almas,
de dos seres en el encuentro,
el gran encuentro,
que todo lo puede,
rasgando el velo del templo,
donde se cobijan,
al abrigo de la agresión,
nuestros espíritus,
desde el primer origen,
el que nos diera
el gran alfarero,
con el barro,
trabajado con sus manos.

Las manos, de ……. Ella,
amasaba
la luz de mi estrella,
y mis manos,
daban forma
a la luz de su cuerpo,
y estrella y cuerpo,
fueron el mismo ser.

girando en su entorno, infinitamente

VI


En mis manos,
los pétalos de su flor, de …… Ella,
recogidos en su laxitud,
para ofrendarlos a la vida,
que abría sus caminos
en el surco, azul cobalto,
del firmamento,
del infinito firmamento,
que atestiguaba,
en silencio,
la certeza del encuentro.

Recogía,
con mis labios,
el polen de su flor, de ……. Ella,
que luego sería miel,
de las abejas de mi colmena,
mi corazón,
para ofrendarla al sentimiento,
¡nuestro sentimiento!,
como regalo del momento,
que agasajó
la dulzura de los cuerpos.

Recogía,  ……… Ella,
mi ser en su ser,
para ofrendarlos al amor,
en homenaje,
a nuestras
humildes existencias.

solos los dos en el universo... vacío

VIII


Su cuerpo dorado,
en mis manos doradas,
su mirada, de………… Ella,
en la mirada de las estrellas,
el viento,
nuestro caballo,
nos traía música
del más allá del cosmos,
donde el vacío,
el gran vacío,
es el padre de la gran creación,
cuyo rumor era
la música del viento,
que halagaba
el instante de amor,
sentido en la plenitud,
de su ser y mi ser.

Y la música de las estrellas,
en mis oídos,
y la música de las estrellas,
en sus oídos, de ……. Ella,
y nuestras voces
eran música de las estrellas,
que el viento,
se llevaba,
navegando sin rumbo,
hacia el otro lado de las estrellas,
sin rumbo.
Era nuestra plenitud,
sin rumbo,
en la plenitud de la creación.

Siempre cotilla, amorosamente

 XII


Liviano,
fue el descenso,
desde la cima,
a la orilla,
del río negro,
que despertaba,
al amanecer,
prendiendo en su cara,
los primerizos
rayos del sol,
todavía niño,
en su cuna del alba,
que amanecía en su cara,
radiante, de ……. Ella,
y sus ojos,
eran lenguas de fuego,
que el sol,
complacido le prestaba,
y su cara,
era la cara del alba,
que el amanecer,
le regalaba,
y sus manos eran las manos
del viento,
que urdían la rebeca
amarilla de la amanecida,
y su cuerpo era
la acacia del jardín,
que la hierba engalanaba
de florecillas blancas.

Y mis manos
prendieron su talle,
tomando el universo
en mis manos,
todo el universo,
en mis manos,
¡en mis manos del amor!




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