Nota:
Dado que los dioses me han concedido un plazo de cinco años, no prorrogables, para que yo pueda poner en orden mis cosas ante de irme, he decidido iniciar esta serie el día que cumplo 69 tacos (21-4-45). Pensad que de nuevo retornaré, porque el hijo del hombre siempre ha estado en el planeta tierra, la Nave de Noé, al que cuida con cariño y ayuda a su evolución y la evolución espiritual de los seres humanos.
Ya os dije que el poemario "Orosia" sería el ultimo que escribiría, he entregado tanto de mi vida a la noble causa de la humanidad, a la defensa de la libertad, de la justicia, de la cultura, denunciando los abusos de políticos, clérigos, jueces, fiscales, empresarios y demás ralea; realizado cotidianamente esfuerzos descomunales en la lucha, despiadada, contra las sabandijas de la cultura oficial, oficiosa, oficialista, prefascista, parafascista, fascista y absolutista, señalando con el dedo a los respectivos directores generales, destructores de la cultura de los individuos, de la cultura de los ciudadanos, de la cultura de los pueblos, y que trajo consigo el que yo, exquisito poeta donde los haya, me viera expulsado del engañoso paraíso de las subvenciones. Mejor para otros, que sin ser poetas, no lo será nunca jamás en la vida, cobran las subvencionas destinadas a la poesía, le sonríen al político de turno y se hacen manolas mentales con sus versitos. Tienen un nombre: POETASTROS.
Anselmo
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| No os molestéis, yo me auto crucifico, gracias por vuestra ayuda. |
Anselmo, Cosas y hechos de mi vida.
Quiso el destino que
yo naciera en medio de los campos de Soria, que viviera bajo la luz de la alta
meseta, que el cielo estrellado de la noche soriana me sirviera de chal, azul
cobalto manchado de millones de estrellas, y que la Vía Láctea fuera la guía de
mis pasos dubitativos en mis primeros años de existencia. Sin saberlo había
nacido en secreto, en una minúscula aldea perdida al borde de la carretera
Soria Calatayud, también tenía estación de ferrocarril de la inacabada y
definitivamente abandonada línea Santander Mediterráneo. Nací a once kilómetros
de la Soria becqueriana y machadiana, y a catorce de Almenar, también
becqueriano y machadiano. Humilde población es esta de Almenar, pero importante
para el amor, en la que tuvieran su casa castillo y nacieran, Fernando de
Argensola, muerto prematuramente de amores, y Leonor Izquierdo, mujer y musa
inspiradora del poeta Machado, e igualmente muerta de “amores” a los dieciocho
años.
Vistos los
prolegómenos, os diré que el tema del amor no presentaba buen cariz de cara a mi
futuro, aunque yo no lo sabía entonces; soy optimista por naturaleza y pensaba
en el amor desde niño, también siendo adolescente, y más tarde joven, y después
siendo adulto. El caso es que fueron necesarios muchos años, muchos para que
mis historias amorosas se decantaran por llevarme progresivamente hacia la
soledad; tampoco me preocupó en exceso, yo estaba fundamentalmente centrado en
mi trabajo y en este sentido me hice egoísta, pues primé, antes que nada, mis
ocupaciones literarias, abandonando a la buena de dios el tema amoroso o
prestándole muy poca atención, justo lo necesario e imprescindible.
Allí, en el pueblo,
Martialay, estuve viviendo hasta los ocho años; yo, Anselmo, poeta, nacía en
casa de un matrimonio de campesinos del Campo de Gómara, de los de arado, máquina
segadora, trillo romano, trabajos agrícolas, ovejas, boina y pantalones de pana
para mi padre y mi madre siempre vestida de negro, incluido el pañuelo negro a
la cabeza y medias negras. Un hombre y una mujer incultos, aunque, sí es verdad,
los dos eran tremendamente inteligentes, y los dos poseían una exquisita
sensibilidad; al menos por ahí salvé los trastos, si bien no pudieron ayudarme gran
cosa con el tema literario, si protegieron y respetaron mis preferencias. Hasta
lo ocho años y de pronto a la ciudad, Logroño, en tiempo record tuve que
quitarme el polvo de los caminos, aprender a comportarme como uno más entre mis
compañeros de clase, y, para mi desgracia, olvidarme de mi primera novia, la
muchachita del pueblo. En menos de medio año yo estaba integrado en mi nuevo
entorno, lo de ponerme al día en los estudios me costó algo más, porque la
maestra del pueblo no enseñaba nada, había sido voluntaria falangista en la
guerra y era ignorante e inculta.
Tuve que nacer de
incógnito para que nadie me descubriera, de lo contrario me hubieran matado,
asesinadito, aunque había escapado con vida de la guerra morí en el exilio y no
era cuestión de darles pistas gratuitamente a los genocidas. De niño yo reía
esperanzado y me sentía querido por mis padres, pero mi espíritu estaba triste,
aquella vida era ajena a la nuestra, la de mi espíritu y la mía, a la forma de
ser y de ver las cosas que teníamos; nosotros veníamos de recorrer un largo
camino literario: hasta el año 1832 fuimos Goethe, del 1836 a 1970 fuimos
Bécquer, de 1875 a 1939 Antonio Machado y desde el 21 de abril de 1945 (hoy es
mi cumple) Anselmo Ruiz. Así que cuando alguien me pregunta si soy poeta mi
respuesta siempre es: “nací poeta”, que adorno con mi coletilla favorita: “una
maldición como otra cualquiera”. A mí me da lo mismo que no os lo creáis, pero
esta es la única verdad; es ridícula esa pretensión de los sacerdotes de que
nacemos una sola vez y luego vamos al infierno o al cielo, no les hagáis caso,
ellos os quieren esclavizados.
Los seres humanos
nacemos y morimos miles de veces, millones, somos seres en evolución permanente
que caminamos en dirección a la plenitud y la atemporalidad, hasta llegar a la
condición de dioses. Y ellos nos comprenden, nos cuidan, nos aman, nos quieren
y nos “obligan” a proseguir el camino del que no hay camino sino el que se hace
al andar. Pero nosotros, los hijos de los cielos, ya les hemos dado de lado a los
sacerdotes y a las iglesias -mis trabajos ni son ni van dirigidos a ellos-, los
despreciamos por inhumanos y los abandonamos a su suerte pues todos llevan la
marca de la bestia escrita en la frente. Ellos no quieren que vosotros os
enteréis de quien es la gran prostituta apocalíptica, pues deducirías de
inmediato que el papa de Roma es el anticristo, por ello os niegan el derecho a
leer el último de los libros sagrados, El Apocalipsis; dicho esto, comentar que
el paradigma de la gran prostituta es la iglesia católica, que simboliza y
aglutina a todas las iglesias. El tiempo se les termina a marchas forzadas, y vosotros
tenéis que ir saliendo de sus apestosas sacristías pues el tiempo de la siega y
de la vendimia está a la vuelta de la esquina.
Continuará.
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| de poetas nos viene la amistad. |



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