Nota preliminar:
Cuando se termina un ciclo creativo surge en el ser el vacío, es una consonancia transitoria entre lo que ya se ha dado, creación realizada, y lo que ha de llegar de nuevo para ser donado a las generaciones siguientes, futura creación. Pero si el trabajo a desarrollar implica la existencia de cuatro generaciones, reencarnaciones del ser, entenderéis que el agotamiento, la crisis existencial llegará a límites casi imposible de soportar por un ser humano normal. El tema es que eso es lo que a mí me ha sucedido, de tal modo que desde el año 1749, excluyendo ligeros paréntesis, 1832/1836, 1870/1875, 1939/1945, hasta el día de hoy abarcamos 265 años, menos quince de los paréntesis, dan un total 250 años dedicados a la concreción de la tierra espiritual que el poeta A. Machado nos dejó pergeñada en su poemario Campos de Castilla.
Ahora ya sabemos en qué consiste la tierra espiritual que espera a las generaciones por venir, también conocemos el lugar geográfico en donde está situada, recordar que no permanece sometida a las leyes de la escrituras catastrales, que se abstenga los miserables de la banca y los no menos míseros miembros de las grandes corporaciones de secuestrar la tierra a la que hacemos referencia, porque condenarán a muerte a sus descendientes, que sepan que esa tierra ya es libre lugar de paso para los hombre y mujeres libres que hemos nacido y han de nacer en el futuro.
En el final del proceso han confluido la fuerza de mi espíritu, puramente inteligente y cainita, como corresponde al ilimitado espíritu del hijo del hombre, malditos sacerdotes de los infiernos, con el agotamiento total de las fuerzas de mi ser existencial. En conclusión, me he dado en llorar a la espera de que, una vez más, la vida se abriera, no ya para mí, que de siempre he vivido abierto, sino para toda la humanidad entera, a condición de que quienes se llaman seres humanos realmente lo sean y como tales se comporten. Muchos de vosotros, que os llamáis seres humanos, malditas federaciones empresariales que quieren secuestrar la tierra, malditos imperios que lo dan por hecho, permanecéis señalados por la marca degradada de la gran prostituta.
Cuando
llegas a mí
las olas de
mi alma
se arrullan
alrededor
de tu
cintura, de cristal,
son gotas de
rocío
que por tu
ausencia
lloré en la
noche,
al pie de la
encina,
aupada en la
sierra,
y que fuera
cantada
por otros
poetas,
bates que
escribieron
sus
canciones a mujeres
con alma de
agua,
alma
femenina,
implorando
ser invitados
al ágape del
amor.
Ruego a los
dioses
permitan
expandirse
a mi alma
por el ardiente
fuego de tu
cuerpo,
de la pasión
desenfrenada,
del amor y
el deseo;
aun a riesgo
de ser
devorado, mi
corazón,
por la
invisible águila
del tiempo,
pues poco
me importaría
la muerte
si yo
feneciera en tus brazos.
Los dioses,
celosos
de los
hombres, prohíben
la felicidad
permanente,
y yo rezo
para ser feliz a tu lado,
y me
pregunto:
¿cual será
mi castigo?
23-01-14
Mis amores,
sí son mis
amores.
Quiero dejarme
llevar
por la magia
del amor
hasta morir
en la orilla
de tu cuerpo,
igual que
las olas,
durante la
oración
de la tarde,
que llegan
a la playa
cansadas
de nadar
desde
adentro la
mar,
y acarician
la epidermis
de la arena.
Y, al
retirarse, las olas
de tu cuerpo
dejan
el vacío a
mi derredor,
y tu agua
cálida
ya no
acaricia mi piel,
y mis manos
palpan
la sima de
la soledad,
que se
precipita en la inasistencia
de las olas
en retirada.
Pero no
huyas de mí,
yo necesito
el hálito
de tu
aliento, igual
que las
aguas precisan
del cauce
por donde
desciendan
libres,
para regar,
allí en el llano,
el fruto de
tu huerto,
y cuyas
flores
ciegan los
ojos frente
a los
colores del arco
iris del
alma, que balbucea
mi oración
de la amatoria.
24/01/14
Oración nº 3
Rezo en mi
desesperación,
y los dioses
se aprestan
a taparse
los oídos,
no quieren
escuchar
lamentaciones
quejumbrosas;
dicen que ellos
crearon la vida
para reír,
para que hombres
y mujeres
nos realicemos
en el fuego efímero
del amor.
El antiguo
fuego que robara
el intrépido
Prometeo,
aún siendo
consciente
del castigo que
le impondrían
por sentir
compasión hacia
los seres
humanos, imperfectos,
débiles,
ignorantes de la belleza
que atrae a
los cuerpos hacia
los cuerpos,
queriendo fundirlos
en un solo
cuerpo, siguiendo la
mutación
infinita en el proceso
evolutivo,
hacia la meta de la perfección.
Y mi oración
de amor
son mis
lamentos,
los de mi
alma herida
por el rayo
de piedra
que
atraviesa mi pecho
y desgarra
el corazón,
postrando mi
cuerpo
contra la
roca desnuda.
Y al dolor
de la eterna
condena, el
dolor
de grilletes
en los brazos,
el dolor del
abandono,
el dolor de
la soledad.
15/03/14 (19,37)
Oración cuarta
Fueron
necesarias
tres
reencarnaciones,
más una de
preparación,
para que el
hijo del hombre
llegara a la
conclusión de su trabajo.
¡Amor!,
tú no ignoras
la derrota del cuerpo
que fue
inmolado en el templo
del tiempo
imperturbable,
para servir,
con su inteligencia,
el cáliz del
amor a esta humanidad
tan
necesitada de escarceos
amorosos, de
dulce entrega;
mas no
desesperemos,
porque la
llave indeleble
de tu cuerpo
permanece en manos
del destino,
que un día
ha de
alumbrarnos el camino
de la verdad
a las generaciones.
Siquiera
encontrara un día
la senda de
tu cuerpo,
descerrajado
al amor,
mi alma
iluminaría
el momento
de la intensidad
apasionadamente,
amándote en
su entrega,
como los
juncos de la orilla
del río aman
al agua,
con
indolencia.
Y es el
momento de afirmar
que el hijo
del hombre
es la
orilla, el río y el junco.
15/03/14 (23,20)





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