martes, 11 de febrero de 2014

ANTONIO MACHADO (75 años de un óbito) II

1937 Valencia

Guerra y Muerte II

En el otoño de 1936 las tropas rebeldes llegan a Madrid y se instalan en la Casa de Campo, el gobierno de la república, presidido por Largo Caballero, siente pánico ante la proximidad del enemigo y decide trasladar el gobierno a Valencia con el propósito de que siga siendo operativo, puesto que si cayera Madrid también caería el gobierno y la guerra estaría perdida. Igualmente se decide salvar a todos los intelectuales y artistas que vivían refugiados en la capital, ya que una de las preocupaciones de los republicanos era preservar el patrimonio cultural español, ya sea artístico, científico o literario y en consecuencia la vida de quienes lo hacían posible: entre los que se encuentran Pío del Río Hortega, Antonio Machado, Enrique Molens, y un sin número de personajes cuya lista sería interminable. Pero A. Machado, que es visitado por R. Alberti y León Felipe para informarle de la situación, se resiste a abandonar la capital, sería necesaria una segunda visita para que nuestro poeta decidiera aceptar el traslado. En el banquete de despedida celebrado en Madrid, fue Antonio Machado el encargo de dar las gracias, en nombre del grupo, a los gobernantes republicanos. “Yo no me hubiera marchado, estoy viejo y enfermo; pero quería luchar a vuestro lado. Quería terminar mi vida, que he llevado dignamente, muriendo con dignidad. Y esto sólo podía conseguirlo cayendo a vuestro lado, luchando por una causa justa como vosotros hacéis”

La caravana parte de la capital hacia Valencia tres días más tarde, iban los evacuados y sus familiares en dos autobuses escoltados por un grupo de milicianos y cuatro tanques. Pero no es un viaje que vaya a ser cómodo para A. Machado y su familia, por la tarde llegan a Tarancón sin incidentes pero tienen que dormir en colchones en el suelo; al día siguiente continuaron viaje, el coche en el que viajaban Machado y su familia se averió y se vieron obligados a permanecer horas y horas a la espera de que alguien les traslada a Valencia. Por fin llegan al final del viaje y son alojados en la ciudad; la degradación física de Machado es ostensible, los sinsabores propios del viaje unidos al mal moral al presentir que la guerra acabaría siendo perdida por la república minan su salud. A. Machado está enfermo y sin fuerzas, con buen criterio deciden acomodarlo, junto con su familia, en un chalet en Rocafort, distante a unos 20 kilómetros de la ciudad. Allí permanecerá hasta su evacuación a Barcelona.

En diciembre el ministro de Instrucción Pública inaugura una tribuna, ubicada en el centro de Valencia, que servirá como espacio de propaganda de la república. Abre el acto la orquesta interpretando el Himno de Riego y seguido León Felipe lee su poema dedicado a la defensa de Madrid: “Madrid no acaba en el páramo / de la meseta. / Madrid no acaba en el yermo / de Castilla la ultrajada...” cuando termina su lectura A. Machado sube a la tribuna macilento, realiza un gran esfuerzo pues anda muy torpe de movimientos, lee la elegía “El Crimen fue en Granada”, dedicada al asesinato de García Lorca, “…Mataron a Federico / cuando la luz asomaba. / El pelotón de verdugos / no osó mirarle la cara.” De la presencia del poeta en este acto es interesante destacar los comentarios de José Bergamín: “Yo he visto subir al poeta, un claro mediodía, a un tingladillo levantado en medio de la plaza más grande de Valencia… Y quienes escuchábamos aquella voz que tantas veces habíamos escuchado al cobijo de su intimidad solitaria, le veíamos por primera vez, dibujando en el aire su contorno con precisión exacta, con veracidad justa…”

Aún a pesar de la situación de resistencia que se vive en Madrid, la actividad cultural del país sigue estando presente. En enero de 1937 aparece, con carácter mensual, la revista “Hora de España”, que inicia su andadura con decisión y fuerza. José Bergamín, A. Machado, León Felipe, Rafael Alberti, José F. Montesinos, Rodolfo Halfther, María Zambrano, Octavio Paz, Miguel Hernández y un sin número de gente de la cultura se sumarán al proyecto y lo harán viable, contando con el exquisito saber del magnífico impresor Manuel Altolaguirre, también poeta, y las ilustraciones de Ramón Gaya y otros. Antonio Machado colabora en todos los números, pues la revista adoptó la costumbre de cederle el primer lugar a nuestro poeta, donde prosiguió la publición Juan de Mairena; aun estando enfermo Machado se multiplica para llegar a otras colaboraciones, ya sean de revistas, o bien asistiendo como orador a los diversos actos culturales programados.

No podrá coger el fusil pero utiliza la pluma como espada blandida al viento, el poeta se reviste de guerrero y durante el tiempo de la contienda batallará incansable contra el caballo loco del fascismo. No tiene prisa en morir, si bien sabe que él no sobrevivirá a la derrota de la república, detalle que tampoco le preocupa, pues ya nos dijo en Madrid que moriría en dignidad. Viejo y enfermo se multiplica en su esfuerzo y poco a poco va decayendo a medida que los pétalos de la hermosa margarita de su vida se van secando, se van desprendiendo y cayendo marchitos al suelo. Pero la simbiosis entre el poeta y el guerrero continúa alimentando su espíritu indómito a la usanza de los antiguos samurráis; a pesar de la falta de fuerza nos mostrará su valentía con la espada, su valor en los momentos de empuñar la pluma.

A modo de homenaje permitirme estos humildes versos salidos de mi pluma; poema “Soria Soledad Sudor Lágrimas”, perteneciente al poemario “De El Alto Duero”: Ciudad Soria ciudad Soria, nadie a loarte se levanta / sino los poetas con sus plumas y cuartillas de nácar. / Camine el hombre sus pasos por la muralla devastada. / ¡En pie guerreros del viento!, ¡el despertar será al alba!, / ¡tomad la ciudad entera!, ¡elevadla si cabe más alta, / qué ni estrellas ni luceros en los cielos se espantan! Anselmo.



Con la familia 1936

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