Poemas del Vino
Esta tarde estoy relajado, he vuelto a enterrar el hacha de guerra y supongo que se pasarán un par de quinquenios hasta que vuelva a desenterrarla de nuevo; de lo que sí estoy seguro es que volverá a suceder, los enemigos nacen por generación espontánea y, mientras se sigue luchando, un día u otro, aparece alguien dispuesto a dejarse matar tontamente. En fin, pasemos un estúpido velo y nos olvidemos de las indeseables guerras, así nos centramos tranquilos en lo nuestro, seguimos a lo nuestro, dedicando nuestros esfuerzos al maravilloso mundo de la poesía.
Hoy toca poemas del vino, un tema que para mi es preferente, del que yo siempre me he mostrado fiel enamorado, y al que desde hace al menos tres décadas le he regalado bastante de mis trabajos, por no decir numerosos, pero tampoco conviene exagerar. La ventaja del vino es que si te emborrachas callas y no dices tonterías, o no ser que seas un gritón, y si no te emborrachas el vino se queda mudo dentro de la botella. En consecuencia, de una manera u otra, la constante del vino y la poesía es el silencio, por eso son tan hermosas las noches de verano, dilatando las horas en el patio a la luz de la luna.
Inicio
Con agua,
aprendí
a tomar el
vino,
circunstancias
de la
iniciación;
ya sabemos
cómo la
familia es,
te enseñan,
poco a poco.
Llegado el
momento
aprendes
deprisa,
con los
amigos,
de bar en
bar,
vino tras
vino
buscando el
vino,
placeres
divinos
para emular
a los dioses.
Y los hados
ciscando la
vida.
bodega a
bodega,
vaso a vaso,
al final lo
tomamos
como agua.
Fin de la
circunstancial
iniciación
infantil.
La Cuba
Tiene la
barriga preñada,
la cabeza
plana y el culo
asentado,
cual matrona
amamantando
a su hijo.
Es
progenitora y la virgen
de la cueva,
la gran madre
misteriosa
de místico hijo,
que soporta
en su vientre.
¡Ay de los
cielos beodos
que tantos celos
tienen,
del
agraciado amamanto
de la
hechicera y matrona!
Pacientemente,
el silencio
su aliado,
dona la fuerza al
hijo como el
agua recorre
los fondos
de la tierra.
Uvas Blancas
Frente al
sol
los
pendientes
de oro,
cepa a cepa,
de la tierra
al cielo
azul.
Los poetas
contemplan
la
mañana al
carasol,
minuto a
minuto,
como los
astros
miran la
Tierra.
Y el mosto
dorado
burbujeando
en el lagar,
noche y día,
robando la
luz
de las
estrellas.
La Noche
Me llega el canto
de los grillos
en la noche
de verano,
la luna en
el horizonte
en brumas su
cara cenizosa,
y el aire se llena de olor
a retama,
verde y amarilla.
Un vaso de
vino en mis manos
me invita a
repudiar la lectura,
y apareces
tú, desnuda en tu
suave fragancia
de uvas.
¿Qué sería
del vino en mi copa
sin tu
presencia de mujer?,
me pregunto,
apurando
el último
sorbo de la noche.
Alguien dijo
que el buen
vino es
preciso tomarlo
en compañía agradable
y si ello no
es posible
mejor
degustarlo solo.
Y aquí estoy,
embriagándome
sintiendo tu
perfume a mi lado.
Recuerdo
cuando en la
noche
mostrabas tus
senos
brillantes a
la luna
en cuarto
creciente,
y la copa de
vino dulce
perfumaba
tus labios
y mis labios.
Nunca
supe de
dónde
provenía la
luz,
si de la
luna
o de tu
estrella.
Pasó el
tiempo
y te fuiste a otra noche,
ahora en mi
vida
se extinguió
el amor,
y el vino es
amargo






No hay comentarios:
Publicar un comentario