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| Busto de A. Machado, obra de Pablo Serrano, donado por el artista a la ciudad de Soria en 1982 |
La espiritualidad en A. Machado III
Ha quedado suficientemente
definido, en el capítulo anterior, la percepción espiritual que de la tierra
tiene el poeta de Campos de Castilla. Quizá falte aquilatar algunos conceptos
sobre la humanización que el poeta realiza en torno a las gentes que la pueblan.
Antonio Machado nos habla de las parameras sorianas, insiste en los principios
de la soledad, extensos campos prácticamente deshabitados, pero ello también
sucede cuando canta a la tierra de su Andalucía. Personalmente tengo la
convicción de que a través de sus versos el poeta humaniza la tierra indirectamente cuando nos
habla de labrantíos, de magras cosechas, de majadas en la sierra, y lo mismo
sucede cuando se explaya sobre la exuberante vegetación de su tierra andaluza,
los plantíos de olivos, naranjales, etc. A su forma el poeta nos está diciendo
que esa tierra está habitada por las gentes que la trabajan y, mediante su
trabajo, crea riqueza y trasforma el paisaje que él canta en sus versos; luego,
de un modo indirecto, nos está hablando de seres humanos que se afanan con su trabajo, por la
supervivencia y trasmitir la vida a las generaciones futuras, es decir, está
humanizando la vida a través de sus versos cuando canta a la tierra.
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Campos de Soria
II
Las tierras labrantías,
como retazos
de estameñas pardas,
el
huertecillo, el abejar, los trozos
de verde
obscuro en que el merino pasta,
entre
plomizos peñascales, siembran
el sueño
alegre de infantil Arcadia.
En los
chopos lejanos del camino,
parecen humear
las yertas ramas
como un
glauco vapor —las nuevas hojas—
y en las
quiebras de valles y barrancas
blanquean
los zarzales florecidos,
y brotan las
violetas perfumadas.
Otro Viaje
Ya en los
campos de Jaén,
amanece.
Corre el tren
por sus
brillantes rieles
devorando
matorrales,
alcaceles,
terraplenes,
pedregales,
olivares,
caseríos,
praderas y
carrizales,
montes y
valles sombríos.
Tras la
turbia ventanilla,
pasa la
devanadera
del campo de
primavera.
La luz en el
techo brilla
de mi vagón
de tercera.
En estos dos poemas se puede
apreciar la que os comentaba al respecto, pensemos que es una constante en la
obra machadiana. Para que lo aprecies mejor he subrayado los versos en los que
aparece el fenómeno que estamos estudiando. En el primero, por supuesto
indirectamente, aparece la mano del hombre en el paisaje soriano, y lo hace sin
nombrar al hombre, sólo mediante referencias indirectas, incluida las praderas
en las que pacen las ovejas merinas, en consecuencia alude a los pastores. En el segundo sucede otro tanto que en el
anterior, citando a los olivos dentro de la descripción de la flora de la
zona; además, aquí existe una novedad interesante, la referencia a los rieles,
es indudable que la caja de la vía del tren y los terraplenes forma parte del
paisaje jienense, transformado por el hombre mediante la tecnología, por
consiguiente el poeta continúa humanizando el paisaje para incidir en sus
intenciones humanistas. En numerosos poemas, además de las referencias a la
naturaleza trasformada por la acción del hombre, el poeta hace alusión expresa de las gentes que pueblan esos paisajes, en esos casos el paisaje ya se
humaniza con la sola presencia de las gentes que lo habitan.
Concluyendo, la técnica
machadiana para humanizar el paisaje es la expresión directa de la proyección
que su grandiosa espiritualidad refleja en sus poemas, la tierra idílica del
alma; con ello nos da a entender que no existe espiritualidad que valga sin el
hombre, forma de ver la vida que yo igualmente comparto. No olvidemos que para
A. Machado es vital la concepción del paisaje como el arte connatural de la
creación, de ahí su pasión por la poética del paisaje; conviene insistir, en
este punto, en la plena coincidencia con G. A. Bécquer. Llegados a este punto
entramos en el fondo de la cuestión ante la perentoria necesidad de la
existencia del arte, por supuesto sin olvidar la poesía que igualmente es arte,
como la máxima expresión en la comunicación entre los hombres; arte y
espiritualidad creativa conformando el lenguaje del espíritu humano. Y es en
este modo de expresión donde el hombre se encuentra abiertamente con su gran espiritualidad,
la creativa, en la que emula la gran creación de las divinidades.
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| Restos de las murallas de Soria a la orilla del Duero y frente a los Arcos de San Juan. Se puede apreciar los famoso roquedos machadianos. |


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