miércoles, 30 de enero de 2013

INTROSPECCIÓN Y ÉXTASIS CONTEMPLATIVO VII


   Comunicación  y canalización de energías.

Introspección y Éxtasis Contemplativo VII

No me gustaría que alguien aprovechara las circunstancias para insistir en esos tediosos y absurdos razonamientos en torno a la capacidad mental de los creadores; antes bien deberían plantearse su ignorancia al considerarse ellos mismos seres unidimensionales, de rígido pensamiento, único e inamovible. En cualquier caso son ellos los que muestran su incapacidad al negarse a ser tal cual son, máxime, cuando por “a-educación” renunciaron a su naturaleza siendo obligados a la aceptación de los cánones sociales impuestos desde los prejuicios. Si los seres en nuestra esencialidad somos duales, es lógico pensar que ambas partes tiene y deben establecer su comunicación como medio de equilibrar al ser al encuentro de la armonía existencial; en consecuencia, cada una de las partes ejerce un dominio compartido y en función de las necesidades expresivas, existenciales e internas se manifiesta con mayor pujanza una o la otra.

Han quedado expresadas las necesidades que se deben aportar por cada una de las dos inteligencias, al objeto de conseguir la realización final de la obra de arte y culminarla como tal obra de arte. Las dos inteligencias actúan en común acuerdo, se comunican entre ellas y se acompasan en los procesos que van desde la idea original hasta la finalización de la obra pasando por el pre-proyecto la realización del proyecto, los trabajos preparatorios y la culminación definitiva de la obra. El proceso universal creativo nos dice que los trabajos para la ejecución de una obra de arte son siempre los mismos y se repiten en todas y cada una de las diferentes especialidades artísticas, sólo cambian las técnicas, las herramientas y los materiales. Por norma la idea original casi siempre nos viene desde el otro lado, supra ego, que llamamos musas, inspiración, “no acción”, etc.; no hace falta nada más que alzar el brazo al aire, es una metáfora, para que la idea vuele directamente a nosotros desde el espíritu a la mano, miembro ejecutor, sin que tan siquiera haya pasado por la inteligencia mental, ego existencial. La aceptación mental viene después, cuando ya la hemos palpado, nunca antes, en el caso de los escritores y poetas le llamamos “escritura automática”; ahí, en esos primeros versos escritos apresuradamente, en el caso de los poetas, o en esos primeros trazos realizados a vuela pluma por parte de los artistas gráficos, es cuando todo el impulso creativo viene desde el espíritu creador.

En esos primeros versos o en esos trazos ya viajan la forma y el ritmo primigenio de la obra en cuestión, a partir de ahí es cuando entra la mente que tendrá que aceptar los principios creativos “básicos”, que en sí mismos contienen la obra artística y todos los elementos que la componen. Son los elementos que harán posible la trasmutación de la materia en sustancia, obra creativa, y los compases del movimiento en ritmo, ritmo que emerge adherido a la obra creativa; son los componentes que nacen con ella y, aquí sí, es la mente quien deberá “apropiarse” de la obra al completo y hacerla suya para ejecutarla sin alterar la sustancia ni el ritmo originarios, nacidos en el principio creativo del espíritu. Y esta forma de hacer y los trasvases de información que conlleva no son posible realizarlos desde el ser unidimensional, porque despreciaríamos el proceso en sí mismo y, además, equivaldría a entender que ignoramos la existencia del maravilloso y culto espíritu humano y de la influencia que ejerce en nuestras vidas. Cuando A. Machado nos dice: “Hablo con el hombre que siempre me acompaña”, se está refiriendo, precisamente, a su espíritu, genial, rico en conocimientos, sensual, guerrero, generoso y triunfador; el poeta, reencarnación de otro poeta que le precedió y le fue abriendo caminos, tenía la manía de ir anotando en su libreta, “cartera”, el inicio de los poemas que le iban surgiendo en su vida cotidiana y que posteriormente escribía por las noches en su casa. Claro está, que para trabajar con esa técnica se requiere haber nacido poeta; en poesía no es suficiente con querer ser poeta, por desgracia en cada generación hay miles, es condición imprescindible haber nacido poeta, y A. Machado había nacido poeta.

continuará.

No es un sueño, es el principio de una flor



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