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| Comunicación y canalización de energías. |
Introspección y Éxtasis
Contemplativo VII
No me gustaría que alguien
aprovechara las circunstancias para insistir en esos tediosos y absurdos
razonamientos en torno a la capacidad mental de los creadores; antes bien
deberían plantearse su ignorancia al considerarse ellos mismos seres unidimensionales,
de rígido pensamiento, único e inamovible. En cualquier caso son ellos los que
muestran su incapacidad al negarse a ser tal cual son, máxime, cuando por “a-educación”
renunciaron a su naturaleza siendo obligados a la aceptación de los cánones
sociales impuestos desde los prejuicios. Si los seres en nuestra esencialidad
somos duales, es lógico pensar que ambas partes tiene y deben establecer su
comunicación como medio de equilibrar al ser al encuentro de la armonía
existencial; en consecuencia, cada una de las partes ejerce un dominio compartido
y en función de las necesidades expresivas, existenciales e internas se
manifiesta con mayor pujanza una o la otra.
Han quedado expresadas las
necesidades que se deben aportar por cada una de las dos inteligencias, al objeto
de conseguir la realización final de la obra de arte y culminarla como tal obra
de arte. Las dos inteligencias actúan en común acuerdo, se comunican entre
ellas y se acompasan en los procesos que van desde la idea original hasta la
finalización de la obra pasando por el pre-proyecto la realización del proyecto,
los trabajos preparatorios y la culminación definitiva de la obra. El proceso
universal creativo nos dice que los trabajos para la ejecución de una obra de
arte son siempre los mismos y se repiten en todas y cada una de las diferentes
especialidades artísticas, sólo cambian las técnicas, las herramientas y los
materiales. Por norma la idea original casi siempre nos viene desde el otro
lado, supra ego, que llamamos musas, inspiración, “no acción”, etc.; no hace falta
nada más que alzar el brazo al aire, es una metáfora, para que la idea vuele directamente
a nosotros desde el espíritu a la mano, miembro ejecutor, sin que tan siquiera
haya pasado por la inteligencia mental, ego existencial. La aceptación mental
viene después, cuando ya la hemos palpado, nunca antes, en el caso de los
escritores y poetas le llamamos “escritura automática”; ahí, en esos primeros
versos escritos apresuradamente, en el caso de los poetas, o en esos primeros
trazos realizados a vuela pluma por parte de los artistas gráficos, es cuando
todo el impulso creativo viene desde el espíritu creador.
En esos primeros versos o en esos
trazos ya viajan la forma y el ritmo primigenio de la obra en cuestión, a
partir de ahí es cuando entra la mente que tendrá que aceptar los principios
creativos “básicos”, que en sí mismos contienen la obra artística y todos los
elementos que la componen. Son los elementos que harán posible la trasmutación
de la materia en sustancia, obra creativa, y los compases del movimiento en
ritmo, ritmo que emerge adherido a la obra creativa; son los componentes que nacen
con ella y, aquí sí, es la mente quien deberá “apropiarse” de la obra al
completo y hacerla suya para ejecutarla sin alterar la sustancia ni el ritmo
originarios, nacidos en el principio creativo del espíritu. Y esta forma de
hacer y los trasvases de información que conlleva no son posible realizarlos
desde el ser unidimensional, porque despreciaríamos el proceso en sí mismo y, además,
equivaldría a entender que ignoramos la existencia del maravilloso y culto
espíritu humano y de la influencia que ejerce en nuestras vidas. Cuando A.
Machado nos dice: “Hablo con el hombre
que siempre me acompaña”, se está refiriendo, precisamente, a su espíritu,
genial, rico en conocimientos, sensual, guerrero, generoso y triunfador; el
poeta, reencarnación de otro poeta que le precedió y le fue abriendo caminos,
tenía la manía de ir anotando en su libreta, “cartera”, el inicio de los poemas que le iban surgiendo en su vida
cotidiana y que posteriormente escribía por las noches en su casa. Claro está,
que para trabajar con esa técnica se requiere haber nacido poeta; en poesía no
es suficiente con querer ser poeta, por desgracia en cada generación hay miles,
es condición imprescindible haber nacido poeta, y A. Machado había nacido
poeta.
continuará.
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