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Introspección y Éxtasis
Contemplativo VI
Y toda su obra de arte la conseguirá dejándose guiar por la prodigiosa
introspección, de lo contrario nones, no existe obra artística por más que sea purista
y el artista posea técnica exquisita. La gran diferencia entre obra de arte y
artesanía estriba en que la primera ha sido realizada desde el supra ego,
espíritu, y la segunda desde la mente, que carece de ritmo y de la
atemporalidad. El Picasso ceramista, Museo Picasso de Barcelona, crea arte
desde la cerámica porque dota a su obra de espíritu creador, de ritmo y
universalidad que nacen desde el interior como una proyección cosmogónica del
principio creativo, para incorporarse a la cosmogonía general como una
proyección más. Cualquiera de nosotros conocemos a decenas de ceramistas, a
quienes incluso les hemos comprado obra, que son simples artesanos; por más que
intenten hacer obras originales carecen de la capacidad del desdoblamiento y en
consecuencia sus trabajos finales son lineales, arrítmicos, copia los uno de
los otro con ligeras variantes.
En la mente se cobijan los conocimientos técnicos que hacen factible
la obra de arte, pero nada más; indudablemente la escolástica y el
academicismo, así como el conocimiento de la historia del arte y su evolución,
son imprescindibles para realizar la obra de arte, pues sin conocimiento de la
técnica no existe obra posible. Pero el exceso de academicismo “mata” al ser
creador que todos ser humanos lleva consigo mismo, espíritu, y que permanece
conectado con el principio activo e inteligente primigenio, principio de la
energía cosmogónica inteligente, transformando al mal llamado artista en un
artesano de factura exquisita. El fenómeno se produce en cualquiera de las bellas
artes y resulta penoso constatar cómo la crítica se afana en potenciar y
bendecir la obra de “arte” nacida muerta, entre otras porque la mayoría de esos
críticos ellos mismos practican el “no arte”. Como de costumbre, la que peor
parada sale es la poesía, hay en día cualquiera puede tomarse un par de
anfetas, pasarse la noche en vela escribiendo y un mes más tarde nos “obsequia”
absurdamente con su horroroso poemario lleno de horrendos versos que agrupa en
horripilantes estrofas y que delimitan la extensión de sus poemas de los
horrores.
¿Pero, en concreto, qué es la introspección?, nos preguntaremos. La
respuesta es sencilla si somos capaces de realizar las argumentaciones de modo
oportuno y también es compleja si desde la mente no permitimos más argumentos que
los de la razón humana. Yo por mi forma de ser, por mi firme creencia en mi
propio espíritu creador, espiritual, me limitaré a abordarla desde la
comunicación entre las dos inteligencias, ego mental y ego espiritual, puesto
que toda mi obra ha sido realizada desde el precioso y preciso mundo de la
introspección, creación convulsiva. Retornando a la pregunta con que se inicia
este punto y aparte, quiero recordarle al lector que en su momento vimos, se
aceptó desde estos artículos, los paralelismos y divergencias entre la herencia
genética física e intelectual habidas entre los hermanos, y se incidió en torno
a las grandes deferencias mentales y la creación de mundos dispares en sus vidas
de adultos. ¿Cuáles es la causalidad o las causalidades que propician tales
diferencias?, la respuesta no admite discusión: vienen determinadas por el nivel
del estado evolutivo de los espíritus, supra egos, de cada uno de ellos, que,
incluso, entre unos y otros pueden ser de miles y mil de años luz. Sí
entendemos que el conocimiento llega por medio de la experimentación, cuanto
más se haya experimentado mayor conocimiento poseeremos los seres.
Realizadas las correspondientes aclaraciones, digamos que la
introspección es la capacidad que tenemos los seres humanos, desdoblándonos, de
asacar desde nuestro interior conceptos o ideas creativas para plasmarla en la
obra de arte que nos disponemos a realizar. Desde ese mundo interior,
espiritual, debemos extraer las partes, el todo, las formas, los ritmos, para
dotar de armonía a la obra sustanciando la materia y dotándola de los
movimientos rítmicos precisos. Son pasos imprescindibles para que una obra de
arte adquiera las virtudes de la universalidad y la atemporalidad. Estoy de
acuerdo cuando se afirma que no todo el mundo está preparado para hacerlo, por
supuesto que no; la capacidad de desdoblamiento que precisa el creador para
salirse del tiempo existencial, abandonarlo y sumergirse en el tiempo por
llegar, condición imprescindible para dotar a la obra del concepto atemporal,
no está al alcance de cualquiera e implica una cierta dosis “esquizoide” de
todo genio creador y, por supuesto, un espíritu muy evolucionado.
Continuará
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