Introspección y Éxtasis Contemplativo III
En realidad el espíritu humano es, fundamentalmente, la memoria histórica, conocimiento, del ser que se acopló, en su origen, a un fragmento de la energía
cósmica primigenia, inteligente, y que en base a miles de milenios de evolución se tornó activa, sutil y creativa, personalizándose en un ente concreto y universalista. Es esta esencialidad la encargada de desarrollar los procesos evolutivos para que el ser llegue, a través
del tiempo, a la sabiduría suprema o cosmogónica; también, a medida que su inteligencia
crece y se expande -la palabra mágica de la mal denominada “cuadratura del
círculo” se la conoce por el término "expansión"- se torna más poderosa, abarca mayor espacio
tiempo y termina confundiéndose en el propio tiempo infinito o la
atemporalidad. De ahí nos viene que la tradición religiosa, de cualquiera de
las religiones existentes, incidan en la infinitud del espíritu humano y en la
eternidad de lo divino.
Pero el espíritu humano, que tiene su origen en la energía del vacío,
necesita para su evolución transformarse en materia inteligente, como medio de provocar
su propia evolución desde el principio de la materia, tercera dimensión, para alcanzar
el conocimiento, la universalidad de la enésima dimensión y el dominio de la
atemporalidad. Y aquí es en donde nos encontramos con los diferentes estadios
de la evolución humana. En la primera fase el espíritu del ser humano nace en
la materia, se adhiere a la materia e inicia el titubeante camino de su
evolución; apenas es activo y su esfuerzo se dirige al aprendizaje, principio
de la sabiduría. En la segunda, guiado por los primeros conocimientos, su
esfuerzo se desdobla, una parte la dedica a la adquisición de más sabiduría y
la segunda a conformar esos conocimientos, sopesarlos y diferenciarlos del
resto por medio de las referencias. En la tercera el trabajo es tridimensional,
mayor adquisición de conocimiento, apenas necesita referenciar pues la naturaleza de los elementos ya se conciben por sí misma y, además, se inicia el camino
del magisterio, que a partir de ese momento se ejercerá siempre.
Claro está, que estos conceptos son válidos para aquellas personas que
crean en la existencia del espíritu humano, incluidas las gentes religiosas
aunque se opongan porque los consideren opuestos a sus creencias; aquellos que
no crean en él nadie ni nada les obliga, todos los seres humanos somos libre de
espíritu y en consecuencia cada quien la utiliza como le venga en gana. Tenemos
que pensar que cada experiencia humana, reencarnación, es diferente de la
anterior y también de la de los demás, cada una es única y cada uno tenemos que
atender a nuestro momento evolutivo; en lo que si somos coincidentes es en un punto concreto, mientras no aprobemos el “curso”,
no pasaremos al siguiente. Quiero decir que no toda la gente religiosa cuando
termine su experiencia habrá concluido satisfactoriamente el trabajo, y es posible
que millones de seres “no religiosos” la aprueben, por el sólo hecho de que en
esa reencarnación era la experiencia que debían experimentar, p.e., la libertad ejercida desde el dominio de la libertad.
De mi poemario “Contra” os incluyo la estrofa final para mostrároslo algo más gráficamente. En él vengo a decir que la gran lucha del hombre y de la
mujer debe ir dirigida hacia el humanismo, que incluye la de la
defensa del ser, de la vida, la cultura, el arte, la libertad, la justicia, el amor y la
paz. Nada nuevo, nada que no sea haya expresado hace ya más de dos mil quinientos años; aunque para desgracia de la humanidad, el mensaje ha sido secuestrado en nombre de beneficios inconfesables y contra los hombres y mujeres libres.
Fragmento
…
la vida que vino
a lomos de pegaso alado
le fue dada a los hombres y mujeres
defensores de la suprema verdad,
aunque se enfrente a la muerte,
y no creen en las iglesias;
la vida que llegó
a lomos de banco corcel
le fue entregada a mujeres
y hombres que luchan por la cultura,
la libertad, la justicia, el amor y la paz,
porque así lo ha determinado
vuestra propia voluntad,
y no creen en predicadores,
y se autodenominan ateos,
y, en el amoroso ateísmo,
luchando al alimón
con sus compañeros de viaje,
os han encontrado
a vosotros dioses de la vida,
a vosotros a modo de profecía
continuará
continuará



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