Nota: los textos se publican inmediatamente después de ser escritos. Cuando releo y encuentro algún concepto que no he determinado correctamente lo corrijo sin más. Anselmo.
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| al hombre desde la energía primigenia |
Introspección y Éxtasis
Contemplativo IV
Entonces, ¿qué es el ser humano y
cuáles son los componentes que lo integran?, nos preguntaremos; respuesta que
entraña una cierta dificultad y cuya concepción intentaremos abordar y definir a
lo largo de los renglones siguientes.
Anteriormente, cuando hablábamos
de genética, nos hemos referido a la capacidad intelectual del ser humano y por
supuesto a la parte física que lo sustenta. El cerebro es la base del sistema y
sirve de regulador tanto de la actividad intelectual, como de las motoras
ejercidas desde la parte física por medio del sistema nervioso, en las que
debemos incluir a todas las actividades que realizamos a lo largo de la vida.
De otra parte también hemos hablado del ser antiguo y sabio, no visible, y de
la energía primigenia que se unió a él, iniciando el camino evolutivo hacia el
gran conocimiento; pensemos que en cosmogonía nada es absoluto (todo lo que
llega al absoluto inicia el camino de su destrucción), simplemente aquí no
existe, y el proceso evolutivo es la constante que permanece fijada al
relativismo: “como todo cambia es
necesario que todo se readapte a los nuevos cambios, para crear una nueva
armonía”, ley de la evolución y especialización de las especies.
Para que podáis haceros una idea más concreta del relativismo
cosmogónico, os incorporo la cuarta sentencia del Tao. En él existe el centro
de “la unidad”, pero no una unidad conformada en torno a una divinidad, sino a
la infinitud de la existencia que a sí misma se conforma y se expresa en armonía
con su propia unidad, abarcando la totalidad de la creación, incluyendo también
el estado potencial de aquello que en el futuro será creado.
Cuarta.
El Tao es como un recipiente vacío.
Que nunca puede ser llenado,
¡Abismal, profundo, insondable!
La fuente de lo que todo dimana.
Suaviza los ángulos, afloja los nudos,
Estabiliza el fulgor de las luces,
Se funde al polvo del mundo.
No se halla en ninguna parte, pero siempre está presente.
Ignoro cuál es su origen,
Pero es anterior a los dioses de los hombres.
Y el ser humano, como parte de la energía primigenia, pertenece a la
unidad de esa infinitud relativista; en consecuencia, cosmogónicamente hablando
somos una extensión más de las miles de millones de extensiones que se han
creado a lo largo de la oscura historia del tiempo. No somos ni más importantes
ni más insignificantes que cualquier otra. Cuando Francisco de Asís retorno de
China, lo hizo hablando de “hermano lobo, hermana oveja, etc.”, el hombre había
oído tambores, pero limitado por sus concepciones católicas no supo hacerlos
sonar. Es normal, el hombre adaptó al lenguaje católico conceptos que
permanecían en contraposición con el absolutismo en el que se basaba su
religión: dios absoluto, castigo absoluto, premio absoluto, y que niega toda
posibilidad al relativismo cosmogónico.
El ser humano es la suma de dos dualidades y que a saber son: la
primera que está conformada por el cuerpo físico (soporte) y la mente (centro
inteligente); la segunda nos viene dada por la suma de la energía, alma o aura
(soporte) con el ser antiguo o espíritu del ser o supra ego (centro
inteligente). Luego, tenemos dos soportes que además interactúan entre ellos y
dos inteligencias que también interactúan entre sí. La interacción de estos
cuatro elementos entre sí es lo que es el ser humano en sí mismo, que además
tiene sus valores numéricos según la cábala y también la escuela pitagórica,
pero en ello no vamos a entrar en este pequeño estudio. Una vez conocido al ser
humano y los elementos que lo componen, en los siguientes capítulos nos
adentraremos, fundamentalmente, en las relaciones e interactuaciones de la
mente humana con su espíritu como paso previo para adentrarnos en la
introspección y el éxtasis contemplativo.
Continuará.
Continuará.


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