lunes, 21 de enero de 2013

INTROSPECCIÓN Y ÉXTASIS CONTEMPLATIVO II




La energía viaja encauzada en cada uno de nosotros,
 en paralelo con el resto de las energías.


Introspección y Éxtasis Contemplativo II


Uno de los enunciados del Tao dice: el uno hace al dos, el dos hace al tres y del tres nacen los diez mil elementos; dando por sobreentendido que el uno es el gran vacío en cuyo interior se produce el principio de la creación, si bien no lo expresa explícitamente porque el Tao Te King utiliza lenguaje hermético -bastante próximo al del Apocalipsis, lógicamente guardando las diferencias-, de modo tal que los conceptos son vertidos muy esquemáticamente, pero dentro de una nebulosa de la que es muy difícil extraer los significados concretos, al menos desde la perspectiva mental de los occidentales. Para hacernos una idea más concreta, permitirme reproducir la sentencia siguiente: “Quien conoce el Tao no habla del Tao, quien habla del Tao no conoce el Tao”, máxima que implica el mayor de los desconciertos para las personas que inician el camino de aproximación al Tao por primera vez en su vida; sin embargo, la máxima es de vital importancia para acercarnos al lenguaje del Tao, puesto que en si misma conecta con el principio de la inteligencia de los elementos, es decir, la pluralidad cosmogónica de la creación en constate mutación, donde todo es relativo y el absoluto no es posible concebirlo; dado que todo lo que llega al absoluto, de inmediato inicia el proceso de su descomposición, en consecuencia no es infinito.

Quien en algún momento de su vida ha tenido la fortuna de haber penetrado en el profundo campo de la visión espiritual del principio creativo, nunca en su vida, sucede lo que suceda, se apartará del camino mostrado, y es ahí, en ese preciso instante, cuando en verdad aparece ante el hombre el camino hacia la gran espiritualidad. Para los neófitos es necesario aclarar que “Tao” significa “camino”, “Te” significa sabiduría o virtud y “King” procede de “jïng” que significa “libro clásico”; resumiendo, en el Tao Te King estamos ante el camino hacia la suprema sabiduría, hacia la suprema virtud del conocimiento mostrados en el “libro” de la sabiduría del espíritu humano. Las personas dotadas de esa capacidad han sido numerosas a lo largo de la historia y siguen estando entre nosotros, son las llamadas visionarias, capaces de adelantarse a los compases del tiempo y proyectar su obra creativa para las gentes del tiempo por llegar. Condición indispensable para que una obra de arte sea considerada como tal, hacerse universal y permanecer vigente en el tiempo futuro, por ejemplo la obra poética del visionario G. Adolfo Bécquer.

En sí misma, activa e invisible permanece la energía inteligente.

La atemporalidad y la universalidad de una obra de arte no nace en las fuentes de la mente racional del ser, en la que sí residen los conocimientos academicistas y que ha asumido la práctica de todos sus procesos, sino que surgen directamente desde el hondo espíritu y ya lo hacen incorporando la forma y el ritmo, puesto que van unidos, nacen a la vez y en cada obra son único e irrepetibles. Cuando encontramos a los llamados artistas repitiendo, obra tras obra, los mismos motivos y los mismos ritmos podemos asegurar que sus trabajos están realizados desde la mente, en consecuencia carecen de los principios atemporales y de universalidad, luego no son obras de arte propiamente dichas. Retornando al capítulo anterior en el que habíamos hablado de las herencias genéticas, de sus paralelismos y diferencias, diremos que en el mundo del espíritu no admite relación posible, puesto que el espíritu es anterior e independiente al ser humano; en buena lógica no existe posibilidad alguna de que se cumpla el pretendido silogismo, puesto que el tercer considerando es independiente de los dos primeros.

Pero ahora sí que tenemos al hombre espiritual, gracias a la incorporación de un tercer elemento, que ha dotado al ser humano de la sabiduría, de universalidad y de atemporalidad, y serán estos tres elementos quienes le llevarán de la mano en la creación y  desarrollo de su obra creativa, para el goce y disfrute de las gentes del futuro. Y todo ello lo conseguirá dejándose guiar por la prodigiosa introspección.

Continuará.


También en estado potencial, a la espera.


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