miércoles, 19 de diciembre de 2012

LA ESPIRITUALIDAD EN G. A. BÉCQUER X (final)

¡Y qué frío hacía allí arriba aquel 6 de diciembre del 2008!


Ante todo que los duendes no se molesten, vive en armonía con ellos y siéntete arropado en su protección, piensa que viven en ti, que su casa es tu espíritu y si los tratas con desprecio pueden hacer un infierno de 
tu alma. La concordia personal pasa por tener una relación en armonía con los hados, cuando se espantan la propia vida se convierte en un infierno. ELLOS SON EL PRINCIPIO Y LA BASE DE TU ESPIRITUALIDAD LIBERTARIA. CUANDO TE PIDAN UN TRABAJO CON URGENCIA NO EXIJAS EXPLICACIONES Y HAZLO, PORQUE ELLOS CONOCEN LAS RAZONES ULTIMAS.



Esta vista del Moncayo la vio Bécquer cuando hizo la excursión
que posteriormente trasladaría al relato Un Lance Pesado.
Vista del Moncayo desde el Puerto del Madero. 


LA ESPIRITUALIDAD EN  G. A. BÉCQUER X  (final)


El resto de las leyendas sorianas de Bécquer por razones varias no las vamos a trabajar. Las tres que restan: La Promesa, el Monte de las Ánimas y La Corza Blanca, no pertenecen a la cultura matriarcal, que es en ese modelo donde fluye con fuerza el espíritu becqueriano libremente, aunque La Corza Blanca es una simbiosis de las dos culturas y podríamos sacar alguna conclusión entiendo que ya no son necesarias. Las otras dos están demasiado influenciadas por la cultura católica de ideología patriarcal, en ella la espiritualidad no llega a los hombres a través de la mujer, sino por mediación del tesoro escondido, La Promesas, o en la que los intentos del hombre en persecución del amor se escudan en la terrorífica tradición eclesiástica y religiosa, El Monte de las Ánimas.

Pienso que ha quedado suficientemente expresada la capacidad amorosa y espiritual de G. A. Bécquer. Es indudable que en su genial espíritu de poeta se condensa el no menos maravilloso del profeta, ambos tienen su propio desierto que son coincidentes en la misma ubicación, en la parcela cosmogónica de la unidad, desde donde arte, cultura, conocimiento y humanismo preparan sus desembarcos, generación tras generación, en las mentes de los hombres para guiarlos en el proceso evolutivo, para hacerles reivindicar, en libertad, su condición de seres personales y únicos dentro de la universalidad de las ideas. 

Realizado su trabajo el poeta muere precipitadamente, pero justo dos o tres meses antes de fallecer Gustavo dejaba escrita su intención de retornar a los escritos sobre temas de Soria, apoyándose en ilustraciones de su hermano Valeriano. La muerte de Valeriano en septiembre, 1870, fue un golpe moral, que unido a una bronquitis en su ya deteriorada salud, supusiera para Gustavo que la susodicha declaración de intenciones se convirtiera en su testamento cultural, pues el hombre muró tres meses después, el 22 de diciembre de 1970, con tan sólo 34 años, próximo a cumplir los 35.

Pero si en todos los siglos nace un profeta, si Bécquer, dada la brevedad de su vida, es la transición del diecinueve y, además, el sucesor y la reencarnación de Goethe -no olvidemos que el poeta alemán colaboró con J. G. Herder en la redacción del documento “Sturm und Drang”, que dio origen al nacimiento del romanticismo-, Bécquer también es el poeta que cierra el ciclo romántico. Entonces nos preguntaremos: ¿quién es el sucesor y espíritu reencarnado de Gustavo? La respuesta es bien sencilla, Antonio Machado. Para cualquiera que conozca las biografías de ambos tendrá que asumir que la vida del segundo es un calco de la del primero y su antecesor Bécquer; ambos nacen en Sevilla, ambos persiguen la quimera de la gran ciudad y en ella viven, Madrid; ambos se enamoran de mujeres sorianas; ambos tuvieron graves problemas de comunicación con las gentes sorianas (todavía en el dos mil siete un tipo de Noviercas me hablaba mal, en su pueblo, de G. A. Bécquer. Yo le respondí que después de ciento cuarenta años ya les valía, que no entendía tanto rencor e inquina contra un hombre tan genial. Todavía en Soria conservar los mil motes que le pusieron a Machado, entre otros el famoso “Manchado”), y ambos salen de la tierra soriana precipitadamente, acosados y en el caso de Bécquer perseguido, pues, junto a su hermano, tuvo que salir huyendo con los hijos a cuestas, porque el malas pulgas del bandolero El Rubio, acompañado de su cuadrilla de fechorías, iba a por ellos. Los dos escriben en torno a la tierra ancestral de sus mujeres, complementando el segundo el trabajo del primero y materializando su testamento literario; Machado, obsesivamente, persiguió a Bécquer caminando los mismos trayectos, de modo tal que el famoso “Arco de Ballesta” del Duero ya estaba descubierto y recorrido por Bécquer en las leyendas El Rayo de Luna y El Monte de las Ánimas.

Sin la presencia de G. A. Bécquer en Soria no se entendería la de A. Machado en la citada ciudad. Tan sólo cuatro años y siete meses separan la muerte del primero del nacimiento del segundo, el tiempo es bastante coincidente con el tiemplo transcurrido entre la muerte de Goethe y el nacimiento de Gustavo, tres años y once meses. Tan sólo 36 años tardó A. Machado en iniciar el “testamento” de su antecesor, escribiendo su primer poema dedicado al Duero, en el viaje que realizó a la ciudad para tomar posesión de su cátedra, Junio de 1906. Cuando A. Machado abandonó Soria, una vez complementado el protocolo de su toma de posesión, el testamento de Bécquer ya había dado su primer fruto.

La tierra de los Campos de Castilla machadianos no podemos entenderla como tal, una tierra física más, sería un error. Esa tierra, que entronca con la tierra de las leyendas becquerianas, es y representa la tierra espiritual de los dos grandes poetas y que anida en el principio universal y cosmogónico de sus grandiosos espíritus libertarios. Es la tierra del espíritu puesta a disposición de los hombres para que alimenten sus seres inmortales de conocimiento, libertad, justicia, amor y paz al encuentro de la concordia y el entendimiento entre los hombres y mujeres del mundo. Ellos, los dos, nos dicen al unísono que el proceso evolutivo es permanente y constante, que nunca se detiene, y, también, nos hablan de la necesidad de que los hombres recuperemos nuestra espiritualidad creativa, a religiosa, libre y culta rescatándola de las injustas imposiciones y anatemas religiosos, que reducen la espiritualidad del hombre a la mínima expresión, por no decir que la abortan y la destruyen sin contemplaciones.  

Para mí, queda meridianamente claro que la espiritualidad de Bécquer forma parte de la gran espiritualidad poética, que anida en el seno del gran magma creador y poético, poesía magmática, y que permanece a disposición de los poetas. Quizá, para llegar a entender de un modo total la espiritualidad de Bécquer deberemos conocer la de Machado, ley de los vasos comunicantes, y entonces comprenderíamos si en verdad la obra poética sobre la luz y los campos de la alta meseta está terminada o, por el contrario, todavía permanece sin haber sido desvelada del todo. Por cierto, ¿cuál es el objetivo final que busca el destino sobre la poesía escrita en torno a las tierras del alto Duero?; por ahora no parece que exista respuesta, pero es incuestionable que los objetivos son elevados.




Atalaya árabe de Noviercas, Población soriana
en la que la familia de Casta Esteban tubo casa.


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