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| Stop, paso restringido a especuladores e indeseables. |
He visto
llegar mi rostro en el regazo de la regeneración divina, la vida intuye la vida
aún sin verla; venía en nombre de la gran creación, al galope tendido en su
caballo blanco, protegido por la sabiduría de los veinticuatro ancianos, y en
la espada ígnea de su lengua refulgían los asertos del padre de la verdad.
Porque él es quien es nosotros somos lo que somos, ni más ni menos, los hijos
de los manantiales de la vida para convertirnos en fuentes de vida; quien agua
pura se siente la muerte le pasa de soslayo. El paradójico episodio de la
muerte debe entenderse en su conciso significado: puerta de comunicación entre dos dimensiones diferentes.
Pero la muerte no es la vieja diabólica de la guadaña, ¡no, nada de eso!, la
muerte es tan humana como tú y como yo, nace con cada uno de nosotros, nos
acompaña de por vida y cuando morimos ha cumplido exactamente los mismos años,
meses, días, horas, minutos y segundos que nosotros; si el difunto es un niño
la muerte es niña, si se trata de un joven la muerte también es joven, si de un
adulto se trata la muerte es adulta, si de un anciano igualmente la muerte es
anciana. La tópica imagen de la señora del dalle es una invención, sin más.
La soledad
del tiempo por encima de la soledad del ser, que viaja a través de la soledad
del cosmos y se complace en el encuentro con la insignificante soledad de las
personas. El ser humano nunca permanece en soledad total, la soledad del gran
dios sí podría ser aterradora ante nuestros ojos. Cuando los seres humanos
caminos en nosotros mismos, por nuestros caminos internos o del espíritu, le
llamamos soledad; ello sólo es una falsa soledad puesto que estamos abriendo la
puerta de la comunicación con nuestro gran supra ego, dialéctica socrática se
le llama, y allí donde existe comunicación no hay soledad. El desierto interno de los profetas la soledad de los poetas. No obstante, la soledad doliente es la
obligada, la que recluye a las personas en el asilamiento en medio de las
grandes ciudades, millones de seres con los que no pueden comunicarse, he ahí
la cuestión; en esa situación el ser, el hombre, sí siente desesperación,
impotencia y lo que es más doliente el fracaso personal.
Y mi rostro,
asistido por los veinticuatro sabios, se disponía a restaurar el mensaje tan
abyectamente maltratado y abatido por esa marabunta de seres que se han
autoerigido los dueños del planeta, quienes continuarán con su implacable acoso
hasta que hayan concluido los contenidos del séptimo sello. Con su espada de
fuego, su lengua llamada de la verdad, abrió el octavo sello en las mente del humanismo libertario, se
trataba de un nuevo maná espiritual, se desplegaron las virtudes de los
patriarcas quienes trazaron las primeras sendas, los asertos de los profetas
que vencieron el asedio de la intransigencia, las enseñanzas de los maestros de
la verdad excluidos por las ideologías dogmáticas. Por el tiempo del tiempo
permanecerán grabadas en las paredes del tempo de la espiritualidad de la
Tierra, aquel cuyas obras se realizaron a lo largo de los siglos y que fueran
terminadas en el año de mil novecientos ochenta y seis; cuando la humanidad
probó el ajenjo y los gobiernos de la irracionalidad se desplomaron como
castillos en el aire; cuando, justo en el tiempo, se iniciaba la última
generación del Apocalipsis y los desalmados se aprestaban a secuestrar un
tiempo que ya no les correspondía.
Era una
mañana de verano, durante el transcurso del Apocalipsis, cuando se reiniciaría
la construcción de los caminos del humanismo en la Tierra. El Maestro, el gurú del
conocimiento, había alcanzado la plenitud en el ejercicio de su magisterio; no
pocos despreciaron su discurso, mofándose de su humilde indumentaria y de su
apariencia externa, ignorantes de la belleza de su espíritu irradiante de
sabiduría y cubierto de la elegante sobriedad de su vestidura de lino blanco.
En su nombre se darían las órdenes para que se iniciasen los contenidos del
octavo sello y sonara la octava trompeta que desencadenaría el principio del
fin de la destrucción; dejando el camino expedito al abrazo de las culturas, de
los pueblos con los pueblos y al hermanamiento de las razas que ansían y
laboran en nombre de la libertad del ser, en nombre del sentimiento libertario
de las colectividades. Porque la regeneración del humanismo llegará acompañada
de la regeneración del mensaje, para generar nuevos hombres y nuevas mujeres en
el nuevo renacimiento. Durante un tiempo coexistirán destrucción y
regeneración, será una manifestación de la dualidad humana; si bien, en un
principio intentará perpetuarse la destrucción por dinámica histórica, sólo
será una señal del su fin acelerado. Que nadie se llame a engaño: la regeneración llegará de la mano de
quien sostenga la espada de la verdad.

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