sábado, 19 de mayo de 2012

CARLOS FUENTES



Carlos Fuentes. (Imagen bajada de Internet)

El corazón del guerrero le jugó una mala pasada e hizo crac, se paró y el hombre que dialogaba de pie, dedicaba libros de pie, impartía conferencias de pie, eternamente de pie enfrentado a la vida, hubo de decirnos adiós.  Otro que tal, el hombre puso la gloria de la literatura al servicio de los hombres y terminado su trabajo se fue al encuentro con su estrella. El guerrero continúa su camino por otras dimensiones, otras sendas, a la búsqueda de la luz primigenia donde descansa el principio de su obra literaria, allí donde la gran voz de la verdad se escucha clara, concisa, donde no existen deformaciones del entendimiento y tampoco interpretaciones indebidas.

Caminante trashumante al estilo de los antiguos patriarcas, trashumante de culturas, trashumante de héroes de las mitologías, recorrió la Tierra para hacer de ella la casa literaria de la humanidad, en la que todo hombre y toda mujer puedan ocupar su lugar, el que por derecho humano le corresponde. De pie, el coloso, comparte experiencias con las gentes jóvenes preocupadas por la literatura y los procesos creativos, inquietas por conocer los secretos de sus maestros, atentas a cuanto puedan aprender de sus apasionadas experiencias. Político y diplomático se muestra elegante, atento y algo distante a los ojos de sus interlocutores, quienes inquieren sin cesar respuestas a sus cascadas en forma de preguntas.


Estaba invitado a jugar una partida de cartas, en Paris, Montparnasse, allí habían quedado, hace años, sus hijos Natasha y Carlos; permanecen, en la quietud, de testigos del paso del padre por la vida. Estaba invitado a jugar una partida de cartas en el Parnaso, con la flor y nata de los literatos que allí esperan pacientes la llegada de Carlos: entre miles de seres anónimos están los: Charles Boudelaire, Guy de Maupassant, Marguerite Duras, Samuel Beckett, Jean Paul Sartre y su inseparable Simone de Beauvoir, César Vallejo, Julio Cortázar, etc; amén de un sinnúmero de artistas: Man Ray, Serge Gainsbourg, Susan Sontang, Zadkine, Larousse… No tendrá tiempo de aburrirse, buenos jugadores de la vida le esperan y algún que otro truhan de la taberna estará al acecho para marcar sus cartas. En fin Carlos, suerte.




Al mar desde el mar
La Muñeca Reina (Fragmento)              
Cuento de Carlos Fuente

          
“…-¿Usted la conoció?

Ese pasado tan natural, que ellos deben usar a diario, acaba por destruir las ilusiones. Allí está la respuesta. Usted la conoció. ¿Cuántos años? ¿cuántos años habrá vivido en el mundo sin Amilamia, asesinada primero por mi olvido,resucitada, apenas ayer, por una triste pena impotente? ¿Cuándo dejaron esos ojos grises y serios de asombrarse con el deleite de un jardín siempre solitario? ¿Cuándo esos labios de hacer pucheros o de  adelgazarse con esa seriedad ceremoniosa con la que, ahora me doy cuenta, Amilamia descubría y consagraba las cosas de una vida, que, acaso, intuía fugaz?
 -Sí, jugamos juntos en el parque. Hace mucho.
-¡Qué edad tenía ella?- dice, con la voz aún más apagada, el viejo.
-Tendría siete años. Sí, no más de siete años.
La voz de la mujer se levanta, junto con los brazos que parecen implorar:
¿Cómo era señor. Díganos cómo era, por favor…
Cierro los ojos. Amilamia también era mi recuerdo. Sólo podría compararla a las cosas que ella tocaba, traía y descubría en el parque. Sí, ahora la veo, bajando por la loma. No, no es cierto que sea a penas una elevación de zacate. Era una colina de hierba y Amilamia había trazado un sendero con sus idas y venidas y me saludaba desde lo alto antes de bajar, acompañada por la música, sí, la música de mis ojos, las pinturas de mi olfato,  los olores de mi oído, los olores de mi tacto… mi alucinación… ¿me escuchan?... bajaba saludando, vestida de blanco, con un delantal de cuadros azules... el que ustedes tienen tendido en la azotea.
Toman mis brazos y no abro los ojos.
-¿Cómo era, señor?
-Tenía los ojos grises y el color del pelo le cambiaba con los reflejos del sol y la sombra de los árboles…
Me conducen suavemente, los dos; escucho el resuello del hombre, el golpe de la crus del rosario contra el cuerpo de la mujer…
-Díganos, por favor…
-el aire la hacía llorar cuando corría; llegaba hasta mi banca con las mejillas plateadas por un llanto alegre.
-No abro los ojos. Ahora subimos. Dos, cinco, ocho, nueve, doce escalones. Cuatro manos guían mi cuerpo.
-¿Cómo era, cómo era?
-Se sentaba en los eucaliptos y hacía trenzas con las ramas y fingía el llanto para que yo dejara mi lectura y me acercara a ella.”


¡OH!, el gran río de la literatura




Bibliografía

Los días enmascarados          1954
La región más transparente  1958
Las buenas conciencias          1959
La muerte de Artemio Cruz  1962 (2008)
Aura  1962
Cantar de ciegos  1964
ÇZona sagrada  1967
Cambio de piel 1967
La nueva novela hispanoamericana  1969
El mundo de José Luis Cuevas  1969
Cumpleaños  1969
Todos los gatos son pardos  1970
Casa con dos puertas  1970
Tiempo mexicano  1971
Los reinos originarios  1971
El tuerto es rey  1971
Terra nostra  1975
Cervantes o la crítica de la lectura  1976
La cabeza de la hidra  1978
Una familia lejana  1980
Agua quemada  1981
Orquídeas a la luz de la luna  1982
Gringo viejo  1985
Cristóbal nonato  1987
Valiente mundo nuevo  1990
La campaña  1990
Ceremonia del alba  1991
El espejo enterrado  1992
Geografía de novela 1993
El naranjo o lo círculos del tiempo  1993
Diana o la cazadora solitaria 1994
Nuevo tiempo mexicano 1995
La frontera de cristal  1995
Retrato en el tiempo   1998
Los años de Laura Díez 1999
Los cinco soles de México 2000
Instinto de Inez           2001
En esto creo  2002
La silla del águila  2003
Liceo Nobel Gabriela Mistral 2004
Inquieta compañía  2004
Cuerpos y ofrendas  2004
Contra Buch  2004
Los 68. Paris, Praga, México 2005
Todas la familias felices 2006
Cuentos sobrenaturales 2007
Cuentos naturales  2007
La voluntad y la fortuna 2008
Vlad  2010
Adán en el Edén  2010
La gran novela latinoamerica 2011
Carolina Grau, 2011
El siglo que despierta 2012

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