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| Como rebaños de ovejas, tal cual |
Desde el primer momento el proceso estuvo magníficamente orquestado,
cuando empezaron a vendernos el estado del bienestar como un derecho
inalienable y que habíamos conseguido gracias al esfuerzo conjuntado de varias
generaciones, se sabía que nos estaban mintiendo. Al menos ahora somos
conscientes de que así fue, nos tuvieron entretenidos haciéndonos pensar que
por fin la humanidad había alcanzado el paraíso; mientras los neoliberales estaban
esperando la desaparición total de cualquier resto de la cultura soviética,
comunista, para que nada en el mundo se opusiera al falso concepto de
democracia que querían imponer. En ese tiempo fueron monopolizando los medios
de comunicación del mundo, aglutinándolos en unas pocas manos, con la insana
intención de controlar el “pensamiento” de la sociedad para imponer la
globalización; a la vez que iniciaba el proceso de descomposición de la
democracia corrompiendo a todos los políticos imaginables y encubriendo los
desmanes cometidos por unos y otros contra la economía de los estados y de los
ciudadanos.
Como ya he apuntado anteriormente, también entraron en el proyecto el
resto de las fuerzas que componen los diferentes poderes y actúan conjuntamente,
entre los que, es innegable, se encuentra el poder judicial, permitiendo el “libre”
e inmoral proceder de toda clase de especuladores, un ejército de abogados
corruptos reinterpretaron las disposiciones legales para convertirlas en papel
mojado a través de miles de argucias, que perseguían la salvaguarda “legal” de
sus clientes ante los jueces, y, cuando ya éstas no eran suficientes, entraron
a saco en los despachos de los magistrados corrompiéndoles con toda clase de
presentes. En consecuencia aparecieron expresiones tales: “desvío de fondos”, “malversación
de caudales públicos”, etc., para sustituir en el lenguaje legal las palabras:
expolio, robo, corrupción, cohecho, etc. El proceso de descomposición legal se
aceleró con la entrada en vigor de cientos de disposiciones político-legales,
que los dirigentes políticos aprobaron sin ningún miramiento para permitir mayor
protección al mundo de la corrupción neoliberal.
Entre tanto la ciudadanía del mundo iba aceptando progresivamente los
diferentes grados de corrupción, los cuales acabaron aumentando en progresión
geométrica al tiempo que, también en progresión geométrica, se vaciaban las
arcas de los diferentes organismos públicos. Y se dio la paradoja, a pesar de
la vergüenza y el silencio de la mayoría de honrados ciudadanos, de que una
buena parte de la ciudadanía se dedicó a aplaudir públicamente a cuantos
políticos corruptos encontraran en la calle, o bien habían sido convocados para
asistir a algún acto de reafirmación política, en un ejercicio de política
populista difícil de justificar y en el que la máxima era el apoyo
incondicional al personaje en cuestión. No importaban las sospechas, ni los
antecedentes, se esgrimía el estandarte de la presunción de inocencia, para
airear las “virtudes” de los diferentes políticos chorizos, teniendo muy mucho
cuidado de borrar del lenguaje la palabra chorizo.
Y en estas estamos, el movimiento neoliberal sigue desplegando su
bandera de la globalización ante las atónitas miradas de los ciudadanos,
estrechando el cerco de las libertades individuales con nuevas disposiciones
legales, reinterpretando las existentes con el propósito de someter en el silencio
a la ciudadanía o resucitando viejas fórmulas si fuera necesario para acallar
el descontento de los ciudadanos del mundo. Para ellos no existen enemigos en la
actualidad, se han cuidado de controlar uno a uno todos los resortes del poder,
y en poco tiempo la emprenderán a tiros contras quienes osen levantarse en
contra del poder establecido, el poder del Gran Hermano del FMI, cuya dictadura
amenaza a todos los hombre, todas las mujeres y todos los pueblos de esta nave
de Noé llamada Tierra, y en la que los seres humanos somos reos de muerte por
el hecho de pensar. ¿Recuerda el lector la película Fahrenheir 451, F. Truffaut, 1966?
Continuará.

REcuerdo la película Anselmo, pero he de repetirla por otros ojos...
ResponderEliminarA la espera de continuación
Saludoss
Ana C.
Es una historia de represión del hecho cultural, quema de libros incluida y la respuesta de los ciudadanos para preservar la cultura.
ResponderEliminarMuy interesante, Ana.