domingo, 11 de diciembre de 2011

LA ÚLTIMA REVOLUCIÓN I





La última revolución no es un pasadizo angosto,
tampoco será un paseo triunfal



Nota: Inicio con este capítulo el trabajo mediante el cual pretendo exponer los acontecimientos que la dictadura del FMI, las grandes corporaciones, el dolar y el euro han desencadenado en su afán de arruinarnos a todos. Ya advertía T. Jefferson, 1743-1826, tercer presidente de Estados Unidos de América del Norte, que un gobierno al servicio de los banqueros traería consigo inflación y el consabido desplome económico por colapso de la economía, ni más ni menos lo que en estos momentos estamos viviendo a nivel mundial.




LA ÚLTIMA REVOLUCIÓN I

Teniendo en cuenta cómo anda el mundo actual de alborotado por la mala gestión de los políticos, tendremos que entrar a valorar las circunstancias y hechos que nos han llevado a este cruel y cruento callejón sin salida. Digo cruento porque, por impotencia para sobrevivir y sacar la familia adelante, ya han aparecido los primeros muertos, que habrá que achacárselos en exclusiva al horrendo y despiadado sistema financiero, a cubierto bajo la impresentable etiqueta neoliberal; no olvidando, por supuesto, la necesaria implicación de los políticos de todos los países del mundo, que se han dedicado a gestionar políticas de pantalla para ocultar la realidad del latrocinio de bancos, banqueros, fondos de inversión y de cuantos chiringuitos hayan tenido a bien inventarse para perpetrar el expolio contra la humanidad.

La etiqueta neoliberal se ha preocupado fundamentalmente de controlar dos frentes, lanzando toda su fuerza hacia ellos para consolidarlos, insistiendo con inusitada tenacidad en sus objetivos valiéndose del control de los medios de comunicación, son de su propiedad, para lanzar las proclamas que habían de controlar a la sociedad en un ejercicio envolvente del que nadie podía escapar. El neoliberalismo se convirtió en el santo y seña de la libre acción especulativa, y sus gerifaltes determinaron cual sería el límite de la libre acción, lógicamente, se las ingeniaron para que no existiese límite alguno; la consecuencia fue que el mundo entero quedó en sus manos hasta reventarlo por los cuatro costados. El primer objetivo fue la imposición de la globalización, de modo que al final todo el mundo quedara rendido a sus pies y si alguien no entraba quedaba excluido; el segundo consistió en atraer a su entorno a los políticos de todos los países, ofreciéndoles el oro y el moro y llenándoles de prebendas. 

A este respecto conviene recordar los obsequios realizados por las dos grandes hidroeléctricas españolas a dos de los presidentes nacionales de la democracia, Sr. González y Sr Aznar, nombrándoles respectivamente miembros de sus consejos de administración, atizándoles las escalofriantes cifras de 650.000 y 800.000 euros anuales por sus servicios. Los ciudadanos suponemos que algún mérito habrán realizado esos señores par ganarse semejantes premios, porque no ha sido conseguido participando en juegos de azar, que incluso sería más lógico, sino legislando leyes sobre la energía cuando ellos fueron presidentes del Gobierno de la Nación. No entraremos a valorar si las leyes fueron justas o injustas, no entraremos a valorar si sus actitudes eran éticas o no, voluntariamente me abstraigo de hablar de moral, ni tan siquiera valoraremos la tan careada deontología, concepto que ha desaparecido del lenguaje profesional, es especial si se es político. Dejamos ahí la cuestión y que cada ciudadano saque sus conclusiones.

Realizado el inciso retornemos a la línea argumental del artículo. Los neoliberales se sabían de antemano el resultado, entonces por qué lo hicieron, sencillamente porque tenían previsto que cuando el estallido se produjera ellos ya tendrían el dinero robado a la sociedad a buen recaudo en los paraísos fiscales. Después vendría la crisis que les proporcionaría la segunda ventaja, entonces retornarían parte del dinero que les permitiría comprar a precio de saldo el resto del mundo. Y es esto último lo que ahora está sucediendo, las grandes corporaciones mundiales pese a la crisis mundial tienen beneficios, grandes beneficios, y se aprestan a comprar por cuatro euros cuanto se ponga a tiro en su necesidad irrefrenable de comprar todo el mundo; una vez comprado el mundo los ciudadanos, que somos nosotros, sólo seremos un número, pero no de identidad sino de siervo. El FMI y sus secuaces nos pusieron la zanahoria y nos hicieron creer que el mundo era Jauja, nos engañaron.    

Pero no sólo los políticos y  los medios de comunicación fueron utilizados para conseguir sus intereses, a través del poder político tenían a su servicio la protección de las leyes, se cambiaron cuantas fueron necesarias, sistema judicial, y, en consecuencia, también de la policía, sistema represivo. Y sostengo represivo porque la policía es la misma en todo el mundo, su forma de hacer la estamos viendo todos los días cuando asistimos indefenso a la brutalidad policial contra los descontentos del mundo. Ya sea en Madrid, París, Berlín, Londres, N. York o Melbourne, por poner unos ejemplos, la policía ha actuado con la misma brutalidad y las mismas premisas, defender el sistema a toda costa, lo cual permite entender al observador que la metodología policial es la misma en todo el orbe mundial y, en consecuencia, deducir que la policía protege al ciudadano en tanto y cuando no atente contra el sistema, no saque los pies del tiesto y no cuestiones al sistema. Es decir, cuando se es y se actúa como parte del sistema la policía protege y al enfrentarse al sistema la policía persigue, acosa y machaca. Las imágenes en las televisiones del mundo son suficientemente elocuentes. Recordad que la brutal actuación de Los Mozos de Escuadra contra los indignados en la Plaza de Cataluña es la misma que la de la gendarmería francesa, también contra los indignados, en Niza, y es copia la realizada por la policía neoyorkina en el Puente de Brooklyn, también contra los indignados.


Continuará. 

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