Por fin vamos a poder disfrutar de los textos que tanto se han hecho de rogar. Que si mis viajes, que si problemas con la informática, que si otros tantos con el ordenador, que si las redes no son lo que tenían que ser, etcétera, etcétera, total que patatas. Cuantas ocasiones me he puesto a trabajar en el tema otras tantas han sido abortadas por las circunstancias, así que allá vamos, hoy subo esta primera seríe y a continuanción la siguiente, espero que gocéis con su lectura y os haga reflexionar porque la vida está aquí... y también al otro lado.
Anselmo
Anselmo
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO I
Una antigua tradición oriental afirma: “la gran liberación espiritual del hombre llegará de occidente”. Por lógica, hemos de pensar que se refiere al antiguo occidente, el conocido antes del descubrimiento de América y que terminaba en el Finisterre de la costa gallega o en las columnas de Hércules en el estrecho de Gibraltar. A nosotros los occidentales tal aserto nos parece bastante contradictorio, entre otras razones, supongo, porque históricamente hemos recibido los mensajes desde el próximo y lejano oriente; si ahora somos nosotros los protagonistas de esa liberación espiritual por fuerza tiene que sonarnos extraño, algo ajeno a nuestra tradición. Olvidamos que en el interior del ser humano anida una cultura muy anterior a la cristiana, matriarcal por más señas, que como tal permanece acompañada de su correspondiente espiritualidad y propugnaba la liberación de los hombres desde su propio sí mismo. Una espiritualidad que en su día viajó desde oriente a occidente, traída en la concepción meta filosófica y en la tradición de los pueblos indoeuropeos que migraron a occidente, y que las iglesias cristianas borraron a sangre y fuego de la memoria de nuestros antepasados.
Además de la llamada memoria histórica los hombres poseemos la memoria de nuestro espíritu, que permanece indeleble a través del tiempo, y es, con total precisión, el gran espíritu humano, quien, de cuando en cuando, se encarga de “desenterrar” los mensajes liberadores para revisarlos, actualizarlos, revitalizarlos y ponerlos de nuevo al alcance de los hombres. A una época de deshumanización, como ésta tan horrenda que vivimos en la actualidad, le sigue otra donde las virtudes humanas son la bandera de las personas que luchan en el planeta por la liberación del hombre y la concordia en la convivencia cotidiana. Es necesario aclarar que, a lo largo de la historia, la humanidad difícilmente ha llegado al grado de deshumanización alcanzado por la sociedad actual. Parece como si el temible y terrible desarrollo tecnológico, es a lo que se ha llegado con su mal uso, sólo sirviera para extender aún más la destrucción y radicalizar el sometimiento de los pueblos y los hombres.
Son ciclos circulares que se suceden ininterrumpidamente a lo largo de la historia, que también es circular, permitiendo la continuación del proceso evolutivo, espiritual del hombre, en base a repetirlo continuadamente. Nuevamente el síndrome de Sísifo con su eterna piedra al hombro espera a los hombres contemporáneos. Pensemos que las primeras mitologías y primitivas religiones se centraron en el desarrollo de la inteligencia humana, en la capacidad de raciocinio y en la estructuración del pensamiento en el hombre, mediante la utilización de la leyenda y de los prototipos a imitar por sus virtudes humanas, tales son los patriarcas de la Biblia o los héroes de las mitológicos, que, en definitiva, corresponden al mismo fenómeno. En el caso concreto de los patriarcas nos encontramos con la paradójica situación de que cada uno de ellos encarna una virtud, sólo una, si bien aparecen las demás acompañando al personaje. Si por inquietud personal nos damos en recoger todas y cada una de las virtudes de esos prototipos, nos hallaremos ante el conjunto de virtudes que todo hombre debe poseer para llegar a su desarrollo espiritual en la totalidad.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO II
En
el fondo de la cuestión subyace el hecho de que dichos prototipos fueron
creados por Moisés, autor del libro del Génesis, de acuerdo con los
planteamientos de la metafísica egipcia, para ir desarrollando los conceptos
humanísticos que habían de conformar al gran Israel del futuro, cuya creación
hemos de otorgársela a Moisés. Antes de Moisés Israel no existía, fue el
profeta quien lo creó, lo conformó y regeneró el elemento humano para
transformarlo en un pueblo compacto, con una cultura, una lengua y una meta
filosofía común. La primera referencia, indirecta, al futuro pueblo de Israel
aparece en el Génesis (17- 5 y 6), Abraham, donde es cambiado el nombre Abram
por el de Abraham, que se justifica al ser constituido “padre de una
muchedumbre de pueblos”, luego el pueblo de Israel todavía no existe cuando se
escribe este pasaje. En realidad se trata de una metáfora que abarca a la
humanidad, la que ha sido a lo largo de la historia, la que es en la actualidad
y la que será en el futuro. El pasaje no nos habla de una muchedumbre de
religiones, lo cual, en cierta forma, deslegitima a los sacerdotes del judaísmo
y cristianismo que alimentan la “exclusividad” de sus creencias en
La
primera referencia a la palabra Israel se aparece en el Génesis (32- 29), Isaac
y Jacob. Luego de la lucha mantenida entre el ángel y Jacob se le cambia el
nombre a Jacob por el de Israel, padre de José, una época muy cercana a Moisés.
La lucha simboliza la necesidad de la superación del hijo mediante la imagen de
“matar al padre”, psíquicamente se entiende, como medio de reafirmarse en su
propio sí mismo; es el fenómeno que en la actualidad llamamos conflicto
generacional y que tantos quebraderos de cabeza trae consigo a los padres. En
el campo espiritual ese mismo fenómeno también es necesario, para reafirmar la
espiritualidad del ser ante su propia divinidad y diferenciarla de la
espiritualidad del gran dios o padre.
Pensemos
que es necesaria la reafirmación del ser en sí mismo, el desarrollo de su
identidad personal, como medio de abordar la obra a realizar con una identidad,
la del ser que la realiza. Además los dioses, dios, nunca han amado a los
espíritus débiles, pusilánimes y sumisos, el ejemplo está en las mitologías y
por supuesto en la Biblia, p.e. la mujer de Lot queda abandonada a su suerte
por el hecho de añorar su ciudad (mirar atrás es una metáfora que significa
permanecer aferrado al pasado); antes bien les dejan que vayan realizándose,
evolucionando hacia la gran espiritualidad y les proporcionan el tiempo,
reencarnación tras reencarnación, que ha de llevarles a la consecución de su
objetivo. Ellos aman a los intrépidos puesto que ahí radica la libertad del
ser, en ellos vive la espiritualidad cosmogónica de la que todo lo creado se
alimenta, la luz primigenia; son estos espíritus quienes removerán el anquilosado
pensamiento social que generación tras generación es impuesto por las iglesias.
Ellos son los mensajeros de la divinidad, renovarán el mensaje cuantas veces
sean necesarias y lo pregonarán a los cuatro vientos. Entonces serán acusados
porque irán contra el sistema impuesto y en numerosas ocasiones les costará su
vida, ejemplos al respecto tenemos en abundancia a lo largo de la historia de
la humanidad.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO III
Retornando
a las argumentaciones sobre el Génesis, cabe decir que quizá en la época
moderna el equivalente de la expresión: “matar al padre” lo encontramos en la
frase: “No te lamentes de lo que hicieron de ti, antes bien interrógate sobre
lo que tú hiciste de lo que hicieron de ti”, del poeta hindú R. Tagore. Cabe
afirmar que a todos nos “engañaron” en el proceso educativo en nuestra infancia
y adolescencia, a día de hoy el engaño sigue siendo vigente, cuando nuestros padres,
maestro y sacerdotes nos aseguraban que pertenecíamos a la clase social de los
elegidos -principio del racismo, la xenofobia y la diferenciación de las clases
sociales-. Con su frase, R. Tagore, viene a decirnos que si alguien se lamenta
de lo mal que le trata la vida, en él está la capacidad de superación y
rompimientos de tabúes. Aclarados los términos volvamos con Jacob, el hombre
había abandonado a Labán, quien había ejercido de padre y se dirigía al
encuentro con su padre verdadero, Isaac. El ángel lo prepara para que se
muestre hombre ante el padre, papel que en primera instancia ejercerá frente su
hermano Esaú, ante cuya presencia siente temor por la posible venganza por el
asunto de la primogenitura. Vuelve aparecer el nombre Israel en el Génesis
(34--7 y 35- 10), Isaac y Jacob.
Noé,
encarna la capacidad del hombre de liberarse del penoso trabajo y de la
responsabilidad diluyendo su consciencia en el alcohol, que aquí nos lo
presenta como algo circunstancial; en el fondo de la cuestión subyace la
necesidad del hombre consecuente de liberarse, de cuando en cuando, de
sus preocupaciones existenciales utilizando la indolencia de la fiesta, para
continuar con su proceso evolutivo mediante el trabajo y su preparación
personal. En este campo La Biblia coincide con la llamada escuela pitagórica
que difundió por Grecia las enseñanzas de Pitágoras, llegaron a Sócrates y
posteriormente a Platón y por cuya mediación nos llega la siguiente referencia:
“La fiesta fue inventada por los dioses para liberar a los hombres de la pesada
carga del trabajo”. Debemos tener en cuenta que el trasfondo de la meta
filosofía de Pitágoras pertenece a la escuela egipcia, lo mismo que la kábala,
y aquí conviene aclarar que el autor de la Biblia es de educación egipcia. El concepto
de fiesta aparece en la cultura judía a través de Moisés que instituye el shabat, si bien, andando el tiempo, los sacerdotes judíos transformaron la fiesta en otra pesada carga para los fieles, legislándola incluso en los pasos que debían dar. Conclusión, la fiesta, que en un principio era motivo de liberación, se convirtió en no liberalizadora, en fuente de angustia y de preocupación para los fieles. Todas las iglesias propugnan, sin excepción, la no liberación de los fieles y su sometimiento a partir del sufrimiento, lo cual, a parte de ser paradójico, es inhumano.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO IV
Abraham es el patriarca de la
obediencia, obedece a la voz de su dios para ir construyendo un mundo de
abundancia en el que puedan vivir él, su familia y los hombres del futuro. También,
según los textos de la Biblia, es capaz de aprestarse, en parte, a su propia destrucción
si su dios se lo solicita. Es el caso del sacrificio de su hijo impuesto por su
dios, que va contra natura porque la muerte del hijo en parte implica la muerte
del padre, puesto que, dado el supuesto, no existe posibilidad de trasvasar los
conceptos culturales a la siguiente generación. Si bien este pasaje permanece
un tanto oscuro, además es contradictorio puesto que los dioses, dios, nunca
jamás piden la destrucción de los hijos, ni a los propios padres ni a nadie,
puesto que ello implicaría la destrucción de la vida del hombre a través de la
muerte de las generaciones.
Isaac
encarna la tradición ancestral en constante evolución, aquello que recibe lo
conserva y enriquece su vida con nuevos logros. Fenómeno que se materializa en
la dualidad del espíritu del patriarca por medio de sus dos hijos gemelos, si
bien los hermanos son antagónicos y no se parecen ni espiritual ni físicamente.
La dualidad del ser humano siempre es antagónica, expresión y manifestación de
los contrarios o complementarios, existencialismo y espiritualidad, dualidad Quijote
Sancho, puesto que cada una de las dos partes del ser atiende a sus propias
necesidades. De un lado nos encontramos con las necesidades existenciales y del
otro las espirituales; aunque el ser evolucionado las armonice, necesidad
imprescindible en la evolución para llegar a la plenitud, continuarán siendo
antagónicas mientras el ser subsista en el plano existencial.
Jacob, es el hombre de la fecundidad, su numerosa
prole, los hijos de cuatro mujeres, está llamada a poblar la Tierra mediante el esfuerzo
colectivo y el suyo personal; pensemos que, esotéricamente hablando, kábala, el
doce es el número del esfuerzo en el hombre y representa la constancia a la consecución
de los objetivos vitales de su espíritu, por ello es el número de las doce
tribus de Israel. Jacob es el hombre trashumante por excelencia -los hijos del
cielo somos trashumantes en la Tierra.
Estamos en el lugar que el destino nos dice que debemos
estar, sin apegarnos en demasía, y allí realizamos nuestro trabajo las más de
las veces en silencio-, su azorada vida discurre de una migración a otra
recorriendo la Tierra ,
ya sea haciendo pactos, ya huyendo, o batallando que en el caso de Jacob no
tiene porque ser necesariamente una guerra cruenta.
Que nosotros sepamos Moisés era
egipcio, fue la mano derecha del faraón, estaba destinado a sucederle, además
escribió los tres primeros libros de la Biblia incluido el Éxodo y, por supuesto, el
Génesis. José no es tratado por el autor como el resto de los otros patriarcas,
es diferente, otra forma de ver al hombre, más humanizada; además, es capaz de
emocionarse y llorar, algo que les está vetado a los patriarcas. De la lectura
repetida del capítulo se desprende, como si fuera un velo tenue, que José es la
figura literaria del autor, es decir, José es el mismo Moisés. A tal efecto
añadiré que la psicología de José aparece descrita magníficamente y ello es
porque tiene una correspondencia directa con la psicología del autor, es decir
con Moisés, insisto en el dato. Es el único personaje, del libro citado, en el que
aparece su descripción psicológica minuciosamente detallada.
Es
muy probable que en este capítulo se debería incluir a Lao Ze, si bien el
Taoísmo no es considerado como una religión propiamente dicha, pues es una meta
filosofía que permite la autorrealización del hombre, donde el rito es
prácticamente inexistente, y es el rito quien define a las religiones en si
mismas y además las ha anquilosado en el inmovilismo involutivo. No obstante,
permítase que presente mis reservas en lo relativo al tema del Taoísmo, puesto
que mi escaso conocimiento de numerosos elementos en relación con la citada
materia así me lo aconsejan. Si añadiré que la dialéctica socrática entronca de
modo natural con la línea general de las sentencias de El Libro de Lao Ze, “El
Tao”.
Abraham es el patriarca de la
obediencia, obedece a la voz de su dios para ir construyendo un mundo de
abundancia en el que puedan vivir él, su familia y los hombres del futuro. También,
según los textos de la Biblia, es capaz de aprestarse, en parte, a su propia destrucción
si su dios se lo solicita. Es el caso del sacrificio de su hijo impuesto por su
dios, que va contra natura porque la muerte del hijo en parte implica la muerte
del padre, puesto que, dado el supuesto, no existe posibilidad de trasvasar los
conceptos culturales a la siguiente generación. Si bien este pasaje permanece
un tanto oscuro, además es contradictorio puesto que los dioses, dios, nunca
jamás piden la destrucción de los hijos, ni a los propios padres ni a nadie,
puesto que ello implicaría la destrucción de la vida del hombre a través de la
muerte de las generaciones.
Es
posible, más lógico deducirlo, que el dios de Abraham solicitara que le fuera
ofrecido al hijo como muestra de amor, por parte del hombre, hacia su dios y
hacia la totalidad de la vida que se desarrolla en el conjunto cosmogónico del
universo, la totalidad o la unidad; si bien, el acto en sí mismo no implica
necesariamente que haya de hacerse puñal en mano. Antes bien y por dinámica
vital digamos que lo niega. El acto del ofrecimiento del hijo a la divinidad
-simboliza la aceptación por parte del progenitor de que su hijo pertenece a la
vida, que es un préstamo el cual se nos hace para que sea posible la
continuidad de la vida; luego los hijos no son propiamente nuestros, de nuestra
propiedad, sino que nos son prestados para que la dinámica de las generaciones
no se interrumpa-. Siempre se produce en un momento intimista, sin testigos,
utilizando la inocencia del niño de nexo de unión entre la divinidad y el padre
de la criatura, cuya altar del “sacrificio” son las manos del hombre, que
elevan al niño hacia lo alto mirando hacia donde se ha situado la divinidad. Es
la criatura quien ve a la divinidad, quien se queda mirando fijamente hacia
ella, el padre, debidamente evolucionado, solamente la intuye, pero actúa
produciéndose el ofrecimiento. Como veis, nada que ver con esa truculenta
historia del puñal, que alguien tradujo o manipuló fanáticamente, al igual que
otros muchos pasajes de la Biblia.
Abraham es el hombre “agua” por antonomasia,
excava decenas de pozos donde beberán las generaciones futuras; en metafísica,
el pozo de agua simboliza el conocimiento y la sabiduría en el hombre; es
decir, Abraham es un hombre sabio y las migraciones que realiza por las tierras
de Canaán son el medio utilizado para difundir su conocimiento en el “pozo”
intelectual y espiritual de los hombres. El agua posee la potencia de
transformarse en los tres estados, a su vez tiene la capacidad de adaptarse a
la forma contenedora, y, en metafísica pura, la forma representa el momento
evolutivo de cada hombre. Es posible que en la construcción de los pozos
artesianos, normalmente son redondos, además de razones constructivas –las
piedras se ajustan y aprisionan hacia el interior y las paredes no se
derrumban-, subyazca en sus constructores, emana desde sus espíritus, la idea
del conocimiento infinito: la circunferencia representando la totalidad del
conocimiento existente en el espacio cosmogónico, en el gran vacío.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO V
Isaac
encarna la tradición ancestral en constante evolución, aquello que recibe lo
conserva y enriquece su vida con nuevos logros. Fenómeno que se materializa en
la dualidad del espíritu del patriarca por medio de sus dos hijos gemelos, si
bien los hermanos son antagónicos y no se parecen ni espiritual ni físicamente.
La dualidad del ser humano siempre es antagónica, expresión y manifestación de
los contrarios o complementarios, existencialismo y espiritualidad, dualidad Quijote
Sancho, puesto que cada una de las dos partes del ser atiende a sus propias
necesidades. De un lado nos encontramos con las necesidades existenciales y del
otro las espirituales; aunque el ser evolucionado las armonice, necesidad
imprescindible en la evolución para llegar a la plenitud, continuarán siendo
antagónicas mientras el ser subsista en el plano existencial.
Isaac
utiliza para sus fines los mismos recorridos por la tierra de Canaán y los
mismos “pozos” que construyera su padre Abraham, luego permanece en la
tradición; a su vez regenera y revive el mensaje metafísico reabriendo los
pozos cegados por el tiempo, que fueron abiertos por su padre, dándoles los
mismos nombres. Pensemos que la verdad del gran conocimiento únicamente posee
un sólo nombre y que esa verdad permanece unida al mensaje de regeneración del
hombre generación tras generación, si bien readaptado a la mentalidad de cada
una de los generaciones. Los sistemas del lenguaje y el propio lenguaje hablado
cambian con el tiempo, es una metamorfosis constante que obliga a la
readaptación del lenguaje del hombre, metafísica pura del hombre, para poder
ser entendido por la generación correspondiente. En este aspecto existen
infinidad de contradicciones en la Biblia, por el empeño de los eclesiásticos
en recurrir al lenguaje de hace tres mil quinientos años, empecinados en
mantener la “verdad” de la divinidad, “secuestrada y congelada en el tiempo”,
en beneficio de sus interese espurios. Consiguiendo, con su insistencia, que la
divinidad se les escape puesto que es inmanejable por el hombre;
consecuentemente habremos de deducir que sus templos permanecen vacíos de
contenido.
El
trabajo de Isaac no termina en la obra de su padre, digamos que es el punto de
partida, desde donde se lanzará a la construcción sistemática de nuevos pozos
allí donde no existían. Es decir, Isaac continúa su peregrinación de nómada por
unas tierras que su padre Abraham nunca visitó, al encuentro de los hombres que
las habitaban para continuar el proceso de la regeneración del mensaje. De otra
parte añadiremos, que cuando la Biblia nos cuenta que Isaac reabría los pozos
abiertos por Abraham y los rebautizaba con los mismos nombres dados por su
padre, nos está afirmando que el conocimiento y los procesos de trabajo de
Isaac son idénticos que los de su progenitor. Y esta es la cuestión, el mensaje
del humanismo es único, si bien pierde vigencia con el paso de las
generaciones, puesto que las generaciones han evolucionado y el mensaje se
queda anticuado.
Que
nadie se rasgue las vestiduras, si añado que el llamado mensaje cristiano,
contraviniendo los planteamientos de poder terrenal de las iglesias, después de
dos mil años ha caducado; puesto que hoy en día es incomprensible para nuestra
generación, por más que los sacerdotes cristianos se empecinen en mantenerlo
vigente, y máxime después de esa infinidad de múltiples correcciones
interesadas de los textos “sagrados”, que las diferentes iglesias cristianas
han ido realizando en defensa de sus intereses terrenales y en abierta
contradicción con los planos espirituales del hombre y de la divinidad.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO VI
Jacob, es el hombre de la fecundidad, su numerosa
prole, los hijos de cuatro mujeres, está llamada a poblar
Considero
de vital importancia, en el capítulo de Jacob, las perspectivas que nos ofrece
La Biblia en lo referente a la eterna trashumancia del hombre, con
independencia de la realidad sociológica de la práctica del pastoreo de la
época. Los hombres somos seres a la búsqueda del conocimiento, experimentando
porque en la experimentación radica el principio del conocimiento metafísico,
viajando de un lugar a otro al encuentro del ser consigo mismos, con su gran yo
o espíritu, mediante la acción de la dualidad humana que nos hace incidir en la
lucha, en la cual se manifiestan con intensidad los llamados contrapuestos o
complementarios. Y este es el medio más común para adquirir conocimiento, enraizar
metafísicamente para generar los frutos que la vida espera de nosotros y que
mediante la trashumancia iremos sembrando en el surco de los hombres las
semillas de la sabiduría.
José,
es el hombre de la clarividencia, el hombre dios por excelencia. Mientras que
en los personajes anteriores se nos dice que dios se les aparece y les habla,
en José las interpretaciones de los sueños se realizan desde su propio si
mismo, nunca dios se le aparece, si bien, cuando José interpreta asegura a su
interlocutor que es dios quien habla a través de él, en este aspecto coincide
con Sócrates y su famoso “Daimon” y también con A, Machado en su famoso verso: “converso con el hombre que siempre va
conmigo”, “Retrato”. José
representa al hombre espiritual moderno, el hombre-dios, en torno al cual me extiendo
ampliamente en mi ensayo “Antonio Machado y Poética China”. Existe una salvedad
que se debe realizar en relación a José, que personalmente la considero de suma
importancia: José ya aparece en Egipto, el país civilizado de la zona por
excelencia, desde cuyo suelo Moisés dará forma y modelará al pueblo de Israel. Es
una acotación que nos permitirá entender los mecanismos posteriores que vienen
de seguido.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO VII
Que nosotros sepamos Moisés era
egipcio, fue la mano derecha del faraón, estaba destinado a sucederle, además
escribió los tres primeros libros de
La
interpretación de los sueños, del modo que es realizada por José, Moisés, sólo
puede hacerse cuando la persona conoce el significado profundo de la simbología
de los sueños, nadie más tiene acceso a esa simbología y sus claves. Los sueños
son personales e intransferibles, la interpretación de la simbología de un
sueño de una persona no es extrapolable a otra, aunque pudieran parecerse no
serían iguales, el significado profundo viene determinada por el grado
evolutivo del espíritu, cada ser posee un grado concreto de evolución y los
sueños deben ajustarse con exactitud a ese grado. Los sueños, también la
intuición, son el cauce por donde discurre la comunicación entre el consciente
y el supra consciente, mediante los cuales el segundo envía sus mensajes al primero
para avisarle de situaciones futuras o corregirle actuaciones que le desvían
del camino evolutivo de su espíritu.
Dicho
lo cual, aseguro, que esa determinada capacidad de interpretar los sueños no es
exclusiva de Moisés; por supuesto, también es inherente a la naturaleza de los
otros grandes maestros, los que fueron y, en la misma forma, para los que son y
los que serán en el futuro, no olvidemos que todos ellos se alimentan de las
mismas fuentes de la vida y sus espíritus son como gotas de agua. Es una
cualidad que se corresponde exclusivamente con los espíritus evolucionados, su
conocimiento es muy elevado y su capacidad de interpretar los sueños nada tiene
que ver con las interpretaciones psicológicas freudianas o las fantasiosas del
vulgo.
Hasta
aquí hemos desarrollado el primer capítulo del proceso evolutivo de la
espiritualidad en el hombre. Entonces, ¿cuál es la problemática que se nos
avecina una vez conocido el desarrollo de las capacidades del intelecto del ser
humano?, la respuesta se cae por su propio peso, consiste en armonizarlas para
dotarlas del humanismo necesario. Es decir, surge la generación de las
religiones del corazón, del amor, que han de enseñar a los hombres el camino de
la concordia entre los hombres, y, por supuesto, de la concordia con los
elementos de su entorno inmediato, próximo y lejano, armonizándolos con su
propia armonía interior.
El
primer gran profeta de las religiones del corazón fue Sócrates, seguido de
Cristo y por último Mahoma. No olvidemos que la escuela socrática prevalece en
nuestros días a través de la dialéctica platónica, de su obra se han tomado
numerosos elementos que han sido absorbidos por el cristianismo y también por
el mahometanismo. Los tres hicieron el mismo trabajo, insistieron en virtudes
idénticas, siendo acosados, perseguidos y los dos primeros muertos por la
intransigencia de las sociedades de su tiempo, en especial por las clases
sacerdotales temerosos ante la posible pérdida de su influencia social y en
consecuencia de su poder.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XIII
Es
muy probable que en este capítulo se debería incluir a Lao Ze, si bien el
Taoísmo no es considerado como una religión propiamente dicha, pues es una meta
filosofía que permite la autorrealización del hombre, donde el rito es
prácticamente inexistente, y es el rito quien define a las religiones en si
mismas y además las ha anquilosado en el inmovilismo involutivo. No obstante,
permítase que presente mis reservas en lo relativo al tema del Taoísmo, puesto
que mi escaso conocimiento de numerosos elementos en relación con la citada
materia así me lo aconsejan. Si añadiré que la dialéctica socrática entronca de
modo natural con la línea general de las sentencias de El Libro de Lao Ze, “El
Tao”.
Cuando
el hombre llega al principio de la sabiduría y dominio el conocimiento porque
ha desarrollado su intelecto, y ama porque busca la armonía trabajando por
conseguir la concordia entre los hombre, cabe preguntarse para qué nos sirve
dicho bagaje. Éste es el quid de la cuestión, ahora -se inició en 1.986-
estamos entrando en la etapa de la “religión” de la obra (que ya no es
religión, sólo espiritualidad pura y desde luego nada tiene que ver con el
ateísmo integrista opusdeista. Espiritualmente hablando Escrivá de Balaguer fue
ateo, no creía en la espiritualidad de los hombres), que el hombre ha de
realizar para entregarla generosamente en beneficio de los otros hombres, como
medio de propiciar el proceso evolutivo
de la humanidad en su camino hacia la infinitud. Ya no sirve, por más que se
empecinen los sacerdotes nunca jamás ha servido, vivir egocéntricamente de
espaldas al hombre y servido por la abundancia, para al final morir con las
manos vacías sin nada que aportar al bagaje cultural y humanístico de la
humanidad. Si por ellos fuera, por egoísmo, los sacerdotes se llevarían consigo
las riquezas robadas fuera de la
Tierra , pero por fortuna la riqueza permanece al servicio de
los hombres y no pueden ser esquilmadas por los muertos.
Incluso,
podemos afirmar que los sacerdotes coexisten con el resto de los hombres sin
creer en los otros hombres, sólo creen en su dios impío, y ante semejante
situación me pregunto: ¿cómo se puede vivir al lado de quien no se cree? No
comprenden que la persona que deja de creer en los hombres automáticamente ya
es hombre muerto. Y ese es precisamente el grave problema, su muerte espiritual
en vida, zombis, no sólo la de ellos, sino que su muerte espiritual la
proyectan a toda la humanidad generando por doquier miles de cadáveres
espirituales. A este respecto pensemos
que, por degeneración o degradación, a lo largo de la historia las religiones
han prostituido los mensajes de los grandes maestros, de modo que ahora la
humanidad se encuentra frente a la muerte del mensaje; y, las iglesias, habiéndose
convertido en el instrumento de la recesión, sin escrúpulos han abortado y
abortan en la actualidad uno por uno los procesos de liberación espiritual del
humanismo, recluyendo a los hombres en el sombrío y patético rito como medio de
subsistencia espiritual -pan para hoy y hambre para mañana-, generando millones
de cadáveres vivientes humana y espiritualmente hablando.

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