sábado, 5 de noviembre de 2011

RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO / C. Primero

Por fin vamos a poder disfrutar de los textos que tanto se han hecho de rogar. Que si mis viajes, que si problemas con la informática, que si otros tantos con el ordenador, que si las redes no son lo que tenían que ser, etcétera, etcétera, total que patatas. Cuantas ocasiones me he puesto a trabajar en el tema otras tantas han sido abortadas por las circunstancias, así que allá vamos, hoy subo esta primera seríe y a continuanción la siguiente, espero que gocéis con su lectura y os haga reflexionar porque la vida está aquí... y también al otro lado.

Anselmo






RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO I


          Una antigua tradición oriental afirma: “la gran liberación espiritual del hombre llegará de occidente”. Por lógica, hemos de pensar que se refiere al antiguo occidente, el conocido antes del descubrimiento de América y que terminaba en el Finisterre de la costa gallega o en las columnas de Hércules en el estrecho de Gibraltar. A nosotros los occidentales tal aserto nos parece bastante contradictorio, entre otras razones, supongo, porque históricamente hemos recibido los mensajes desde el próximo y lejano oriente; si ahora somos nosotros los protagonistas de esa liberación espiritual por fuerza tiene que sonarnos extraño, algo ajeno a nuestra tradición. Olvidamos que en el interior del ser humano anida una cultura muy anterior a la cristiana, matriarcal por más señas, que como tal permanece acompañada de su correspondiente espiritualidad y propugnaba la liberación de los hombres desde su propio sí mismo. Una espiritualidad que en su día viajó desde oriente a occidente, traída en la concepción meta filosófica y en la tradición de los pueblos indoeuropeos que migraron a occidente, y que las iglesias cristianas borraron a sangre y fuego de la memoria de nuestros antepasados.


          Además de la llamada memoria histórica los hombres poseemos la memoria de nuestro espíritu, que permanece indeleble a través del tiempo, y es, con total precisión, el gran espíritu humano, quien, de cuando en cuando, se encarga de “desenterrar” los mensajes liberadores para revisarlos, actualizarlos, revitalizarlos y ponerlos de nuevo al alcance de los hombres. A una época de deshumanización, como ésta tan horrenda que vivimos en la actualidad, le sigue otra donde las virtudes humanas son la bandera de las personas que luchan en el planeta por la liberación del hombre y la concordia en la convivencia cotidiana.  Es necesario aclarar que, a lo largo de la historia, la humanidad difícilmente ha llegado al grado de deshumanización alcanzado por la sociedad actual. Parece como si el temible y terrible desarrollo tecnológico, es a lo que se ha llegado con su mal uso, sólo sirviera para extender aún más la destrucción y radicalizar el sometimiento de los pueblos y los hombres. 


          Son ciclos circulares que se suceden ininterrumpidamente a lo largo de la historia, que también es circular, permitiendo la continuación del proceso evolutivo, espiritual del hombre, en base a repetirlo continuadamente. Nuevamente el síndrome de Sísifo con su eterna piedra al hombro espera a los hombres contemporáneos. Pensemos que las primeras mitologías y primitivas religiones se centraron en el desarrollo de la inteligencia humana, en la capacidad de raciocinio y en la estructuración del pensamiento en el hombre, mediante la utilización de la leyenda y de los prototipos a imitar por sus virtudes humanas, tales son los patriarcas de la Biblia o los héroes de las mitológicos, que, en definitiva, corresponden al mismo fenómeno. En el caso concreto de los patriarcas nos encontramos con la paradójica situación de que cada uno de ellos encarna una virtud, sólo una, si bien aparecen las demás acompañando al personaje. Si por inquietud personal nos damos en recoger todas y cada una de las virtudes de esos prototipos, nos hallaremos ante el conjunto de virtudes que todo hombre debe poseer para llegar a su desarrollo espiritual en la totalidad.


RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO II


            En el fondo de la cuestión subyace el hecho de que dichos prototipos fueron creados por Moisés, autor del libro del Génesis, de acuerdo con los planteamientos de la metafísica egipcia, para ir desarrollando los conceptos humanísticos que habían de conformar al gran Israel del futuro, cuya creación hemos de otorgársela a Moisés. Antes de Moisés Israel no existía, fue el profeta quien lo creó, lo conformó y regeneró el elemento humano para transformarlo en un pueblo compacto, con una cultura, una lengua y una meta filosofía común. La primera referencia, indirecta, al futuro pueblo de Israel aparece en el Génesis (17- 5 y 6), Abraham, donde es cambiado el nombre Abram por el de Abraham, que se justifica al ser constituido “padre de una muchedumbre de pueblos”, luego el pueblo de Israel todavía no existe cuando se escribe este pasaje. En realidad se trata de una metáfora que abarca a la humanidad, la que ha sido a lo largo de la historia, la que es en la actualidad y la que será en el futuro. El pasaje no nos habla de una muchedumbre de religiones, lo cual, en cierta forma, deslegitima a los sacerdotes del judaísmo y cristianismo que alimentan la “exclusividad” de sus creencias en la Biblia y del mahometismo que en gran medida hace lo propio que los dos primeros; y desde luego deslegitimiza la existencia del pueblo de Israel como único pueblo elegido de dios. 


          La primera referencia a la palabra Israel se aparece en el Génesis (32- 29), Isaac y Jacob. Luego de la lucha mantenida entre el ángel y Jacob se le cambia el nombre a Jacob por el de Israel, padre de José, una época muy cercana a Moisés. La lucha simboliza la necesidad de la superación del hijo mediante la imagen de “matar al padre”, psíquicamente se entiende, como medio de reafirmarse en su propio sí mismo; es el fenómeno que en la actualidad llamamos conflicto generacional y que tantos quebraderos de cabeza trae consigo a los padres. En el campo espiritual ese mismo fenómeno también es necesario, para reafirmar la espiritualidad del ser ante su propia divinidad y diferenciarla de la espiritualidad del gran dios o padre.


          Pensemos que es necesaria la reafirmación del ser en sí mismo, el desarrollo de su identidad personal, como medio de abordar la obra a realizar con una identidad, la del ser que la realiza. Además los dioses, dios, nunca han amado a los espíritus débiles, pusilánimes y sumisos, el ejemplo está en las mitologías y por supuesto en la Biblia, p.e. la mujer de Lot queda abandonada a su suerte por el hecho de añorar su ciudad (mirar atrás es una metáfora que significa permanecer aferrado al pasado); antes bien les dejan que vayan realizándose, evolucionando hacia la gran espiritualidad y les proporcionan el tiempo, reencarnación tras reencarnación, que ha de llevarles a la consecución de su objetivo. Ellos aman a los intrépidos puesto que ahí radica la libertad del ser, en ellos vive la espiritualidad cosmogónica de la que todo lo creado se alimenta, la luz primigenia; son estos espíritus quienes removerán el anquilosado pensamiento social que generación tras generación es impuesto por las iglesias. Ellos son los mensajeros de la divinidad, renovarán el mensaje cuantas veces sean necesarias y lo pregonarán a los cuatro vientos. Entonces serán acusados porque irán contra el sistema impuesto y en numerosas ocasiones les costará su vida, ejemplos al respecto tenemos en abundancia a lo largo de la historia de la humanidad.



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO III



        Retornando a las argumentaciones sobre el Génesis, cabe decir que quizá en la época moderna el equivalente de la expresión: “matar al padre” lo encontramos en la frase: “No te lamentes de lo que hicieron de ti, antes bien interrógate sobre lo que tú hiciste de lo que hicieron de ti”, del poeta hindú R. Tagore. Cabe afirmar que a todos nos “engañaron” en el proceso educativo en nuestra infancia y adolescencia, a día de hoy el engaño sigue siendo vigente, cuando nuestros padres, maestro y sacerdotes nos aseguraban que pertenecíamos a la clase social de los elegidos -principio del racismo, la xenofobia y la diferenciación de las clases sociales-. Con su frase, R. Tagore, viene a decirnos que si alguien se lamenta de lo mal que le trata la vida, en él está la capacidad de superación y rompimientos de tabúes. Aclarados los términos volvamos con Jacob, el hombre había abandonado a Labán, quien había ejercido de padre y se dirigía al encuentro con su padre verdadero, Isaac. El ángel lo prepara para que se muestre hombre ante el padre, papel que en primera instancia ejercerá frente su hermano Esaú, ante cuya presencia siente temor por la posible venganza por el asunto de la primogenitura. Vuelve aparecer el nombre Israel en el Génesis (34--7 y 35- 10), Isaac y Jacob.


           Noé, encarna la capacidad del hombre de liberarse del penoso trabajo y de la responsabilidad diluyendo su consciencia en el alcohol, que aquí nos lo presenta como algo circunstancial; en el fondo de la cuestión subyace la necesidad del hombre consecuente de liberarse, de cuando en cuando, de sus preocupaciones existenciales utilizando la indolencia de la fiesta, para continuar con su proceso evolutivo mediante el trabajo y su preparación personal. En este campo La Biblia coincide con la llamada escuela pitagórica que difundió por Grecia las enseñanzas de Pitágoras, llegaron a Sócrates y posteriormente a Platón y por cuya mediación nos llega la siguiente referencia: “La fiesta fue inventada por los dioses para liberar a los hombres de la pesada carga del trabajo”. Debemos tener en cuenta que el trasfondo de la meta filosofía de Pitágoras pertenece a la escuela egipcia, lo mismo que la kábala, y aquí conviene aclarar que el autor de la Biblia es de educación egipcia. El concepto de fiesta aparece en la cultura judía a través de Moisés que instituye el shabat, si bien, andando el tiempo, los sacerdotes judíos transformaron la fiesta en otra pesada carga para los fieles, legislándola incluso en los pasos que debían dar. Conclusión, la fiesta, que en un principio era motivo de liberación, se convirtió en no liberalizadora, en fuente de angustia y de preocupación para los fieles. Todas las iglesias propugnan, sin excepción, la no liberación de los fieles y su sometimiento a partir del sufrimiento, lo cual, a parte de ser paradójico, es inhumano.


         Para terminar este apartado añadiré que, Noé, al construir su arca se convierte en el primer ingeniero tecnológico conocido de la humanidad, circunstancia que viene a decirnos que es del agrado, necesidad metafísica, del espíritu divino-humano, el conocimiento y avance tecnológico tan necesario para el proceso evolutivo de la humanidad. Estas conclusiones la sacaremos de una primera lectura de la Biblia, de su lenguaje primario; si tradujésemos del lenguaje metafísico nos sorprenderíamos de aquello que nos está diciendo el citado pasaje: El Arca de Noé es el arca planeta Tierra, luego concluiremos que Noé es el primer conservacionista de la humanidad, ¿qué objetivo tiene enumerar una a una todas las parejas de animales, sino la de hacernos un estadillo con la fauna de la época y que el autor entiende debe ser conservada?



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO IV



         Abraham es el patriarca de la obediencia, obedece a la voz de su dios para ir construyendo un mundo de abundancia en el que puedan vivir él, su familia y los hombres del futuro. También, según los textos de la Biblia, es capaz de aprestarse, en parte, a su propia destrucción si su dios se lo solicita. Es el caso del sacrificio de su hijo impuesto por su dios, que va contra natura porque la muerte del hijo en parte implica la muerte del padre, puesto que, dado el supuesto, no existe posibilidad de trasvasar los conceptos culturales a la siguiente generación. Si bien este pasaje permanece un tanto oscuro, además es contradictorio puesto que los dioses, dios, nunca jamás piden la destrucción de los hijos, ni a los propios padres ni a nadie, puesto que ello implicaría la destrucción de la vida del hombre a través de la muerte de las generaciones.


          Es posible, más lógico deducirlo, que el dios de Abraham solicitara que le fuera ofrecido al hijo como muestra de amor, por parte del hombre, hacia su dios y hacia la totalidad de la vida que se desarrolla en el conjunto cosmogónico del universo, la totalidad o la unidad; si bien, el acto en sí mismo no implica necesariamente que haya de hacerse puñal en mano. Antes bien y por dinámica vital digamos que lo niega. El acto del ofrecimiento del hijo a la divinidad -simboliza la aceptación por parte del progenitor de que su hijo pertenece a la vida, que es un préstamo el cual se nos hace para que sea posible la continuidad de la vida; luego los hijos no son propiamente nuestros, de nuestra propiedad, sino que nos son prestados para que la dinámica de las generaciones no se interrumpa-. Siempre se produce en un momento intimista, sin testigos, utilizando la inocencia del niño de nexo de unión entre la divinidad y el padre de la criatura, cuya altar del “sacrificio” son las manos del hombre, que elevan al niño hacia lo alto mirando hacia donde se ha situado la divinidad. Es la criatura quien ve a la divinidad, quien se queda mirando fijamente hacia ella, el padre, debidamente evolucionado, solamente la intuye, pero actúa produciéndose el ofrecimiento. Como veis, nada que ver con esa truculenta historia del puñal, que alguien tradujo o manipuló fanáticamente, al igual que otros muchos pasajes de la Biblia. 


           Abraham es el hombre “agua” por antonomasia, excava decenas de pozos donde beberán las generaciones futuras; en metafísica, el pozo de agua simboliza el conocimiento y la sabiduría en el hombre; es decir, Abraham es un hombre sabio y las migraciones que realiza por las tierras de Canaán son el medio utilizado para difundir su conocimiento en el “pozo” intelectual y espiritual de los hombres. El agua posee la potencia de transformarse en los tres estados, a su vez tiene la capacidad de adaptarse a la forma contenedora, y, en metafísica pura, la forma representa el momento evolutivo de cada hombre. Es posible que en la construcción de los pozos artesianos, normalmente son redondos, además de razones constructivas –las piedras se ajustan y aprisionan hacia el interior y las paredes no se derrumban-, subyazca en sus constructores, emana desde sus espíritus, la idea del conocimiento infinito: la circunferencia representando la totalidad del conocimiento existente en el espacio cosmogónico, en el gran vacío. 



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO V



        Isaac encarna la tradición ancestral en constante evolución, aquello que recibe lo conserva y enriquece su vida con nuevos logros. Fenómeno que se materializa en la dualidad del espíritu del patriarca por medio de sus dos hijos gemelos, si bien los hermanos son antagónicos y no se parecen ni espiritual ni físicamente. La dualidad del ser humano siempre es antagónica, expresión y manifestación de los contrarios o complementarios, existencialismo y espiritualidad, dualidad Quijote Sancho, puesto que cada una de las dos partes del ser atiende a sus propias necesidades. De un lado nos encontramos con las necesidades existenciales y del otro las espirituales; aunque el ser evolucionado las armonice, necesidad imprescindible en la evolución para llegar a la plenitud, continuarán siendo antagónicas mientras el ser subsista en el plano existencial.


          Isaac utiliza para sus fines los mismos recorridos por la tierra de Canaán y los mismos “pozos” que construyera su padre Abraham, luego permanece en la tradición; a su vez regenera y revive el mensaje metafísico reabriendo los pozos cegados por el tiempo, que fueron abiertos por su padre, dándoles los mismos nombres. Pensemos que la verdad del gran conocimiento únicamente posee un sólo nombre y que esa verdad permanece unida al mensaje de regeneración del hombre generación tras generación, si bien readaptado a la mentalidad de cada una de los generaciones. Los sistemas del lenguaje y el propio lenguaje hablado cambian con el tiempo, es una metamorfosis constante que obliga a la readaptación del lenguaje del hombre, metafísica pura del hombre, para poder ser entendido por la generación correspondiente. En este aspecto existen infinidad de contradicciones en la Biblia, por el empeño de los eclesiásticos en recurrir al lenguaje de hace tres mil quinientos años, empecinados en mantener la “verdad” de la divinidad, “secuestrada y congelada en el tiempo”, en beneficio de sus interese espurios. Consiguiendo, con su insistencia, que la divinidad se les escape puesto que es inmanejable por el hombre; consecuentemente habremos de deducir que sus templos permanecen vacíos de contenido.


          El trabajo de Isaac no termina en la obra de su padre, digamos que es el punto de partida, desde donde se lanzará a la construcción sistemática de nuevos pozos allí donde no existían. Es decir, Isaac continúa su peregrinación de nómada por unas tierras que su padre Abraham nunca visitó, al encuentro de los hombres que las habitaban para continuar el proceso de la regeneración del mensaje. De otra parte añadiremos, que cuando la Biblia nos cuenta que Isaac reabría los pozos abiertos por Abraham y los rebautizaba con los mismos nombres dados por su padre, nos está afirmando que el conocimiento y los procesos de trabajo de Isaac son idénticos que los de su progenitor. Y esta es la cuestión, el mensaje del humanismo es único, si bien pierde vigencia con el paso de las generaciones, puesto que las generaciones han evolucionado y el mensaje se queda anticuado.


           Que nadie se rasgue las vestiduras, si añado que el llamado mensaje cristiano, contraviniendo los planteamientos de poder terrenal de las iglesias, después de dos mil años ha caducado; puesto que hoy en día es incomprensible para nuestra generación, por más que los sacerdotes cristianos se empecinen en mantenerlo vigente, y máxime después de esa infinidad de múltiples correcciones interesadas de los textos “sagrados”, que las diferentes iglesias cristianas han ido realizando en defensa de sus intereses terrenales y en abierta contradicción con los planos espirituales del hombre y de la divinidad.



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO VI       



        Jacob, es el hombre de la fecundidad, su numerosa prole, los hijos de cuatro mujeres, está llamada a poblar la Tierra mediante el esfuerzo colectivo y el suyo personal; pensemos que, esotéricamente hablando, kábala, el doce es el número del esfuerzo en el hombre y representa la constancia a la consecución de los objetivos vitales de su espíritu, por ello es el número de las doce tribus de Israel. Jacob es el hombre trashumante por excelencia -los hijos del cielo somos trashumantes en la Tierra. Estamos en el lugar que el destino nos dice que debemos estar, sin apegarnos en demasía, y allí realizamos nuestro trabajo las más de las veces en silencio-, su azorada vida discurre de una migración a otra recorriendo la Tierra, ya sea haciendo pactos, ya huyendo, o batallando que en el caso de Jacob no tiene porque ser necesariamente una guerra cruenta.


          Considero de vital importancia, en el capítulo de Jacob, las perspectivas que nos ofrece La Biblia en lo referente a la eterna trashumancia del hombre, con independencia de la realidad sociológica de la práctica del pastoreo de la época. Los hombres somos seres a la búsqueda del conocimiento, experimentando porque en la experimentación radica el principio del conocimiento metafísico, viajando de un lugar a otro al encuentro del ser consigo mismos, con su gran yo o espíritu, mediante la acción de la dualidad humana que nos hace incidir en la lucha, en la cual se manifiestan con intensidad los llamados contrapuestos o complementarios. Y este es el medio más común para adquirir conocimiento, enraizar metafísicamente para generar los frutos que la vida espera de nosotros y que mediante la trashumancia iremos sembrando en el surco de los hombres las semillas de la sabiduría.


          José, es el hombre de la clarividencia, el hombre dios por excelencia. Mientras que en los personajes anteriores se nos dice que dios se les aparece y les habla, en José las interpretaciones de los sueños se realizan desde su propio si mismo, nunca dios se le aparece, si bien, cuando José interpreta asegura a su interlocutor que es dios quien habla a través de él, en este aspecto coincide con Sócrates y su famoso “Daimon” y también con A, Machado en su famoso verso: “converso con el hombre que siempre va conmigo”, “Retrato”. José representa al hombre espiritual moderno, el hombre-dios, en torno al cual me extiendo ampliamente en mi ensayo “Antonio Machado y Poética China”. Existe una salvedad que se debe realizar en relación a José, que personalmente la considero de suma importancia: José ya aparece en Egipto, el país civilizado de la zona por excelencia, desde cuyo suelo Moisés dará forma y modelará al pueblo de Israel. Es una acotación que nos permitirá entender los mecanismos posteriores que vienen de seguido.



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO VII



     Que nosotros sepamos Moisés era egipcio, fue la mano derecha del faraón, estaba destinado a sucederle, además escribió los tres primeros libros de la Biblia incluido el Éxodo y, por supuesto, el Génesis. José no es tratado por el autor como el resto de los otros patriarcas, es diferente, otra forma de ver al hombre, más humanizada; además, es capaz de emocionarse y llorar, algo que les está vetado a los patriarcas. De la lectura repetida del capítulo se desprende, como si fuera un velo tenue, que José es la figura literaria del autor, es decir, José es el mismo Moisés. A tal efecto añadiré que la psicología de José aparece descrita magníficamente y ello es porque tiene una correspondencia directa con la psicología del autor, es decir con Moisés, insisto en el dato. Es el único personaje, del libro citado, en el que aparece su descripción psicológica minuciosamente detallada.


          La interpretación de los sueños, del modo que es realizada por José, Moisés, sólo puede hacerse cuando la persona conoce el significado profundo de la simbología de los sueños, nadie más tiene acceso a esa simbología y sus claves. Los sueños son personales e intransferibles, la interpretación de la simbología de un sueño de una persona no es extrapolable a otra, aunque pudieran parecerse no serían iguales, el significado profundo viene determinada por el grado evolutivo del espíritu, cada ser posee un grado concreto de evolución y los sueños deben ajustarse con exactitud a ese grado. Los sueños, también la intuición, son el cauce por donde discurre la comunicación entre el consciente y el supra consciente, mediante los cuales el segundo envía sus mensajes al primero para avisarle de situaciones futuras o corregirle actuaciones que le desvían del camino evolutivo de su espíritu. 


          Dicho lo cual, aseguro, que esa determinada capacidad de interpretar los sueños no es exclusiva de Moisés; por supuesto, también es inherente a la naturaleza de los otros grandes maestros, los que fueron y, en la misma forma, para los que son y los que serán en el futuro, no olvidemos que todos ellos se alimentan de las mismas fuentes de la vida y sus espíritus son como gotas de agua. Es una cualidad que se corresponde exclusivamente con los espíritus evolucionados, su conocimiento es muy elevado y su capacidad de interpretar los sueños nada tiene que ver con las interpretaciones psicológicas freudianas o las fantasiosas del vulgo.


          Hasta aquí hemos desarrollado el primer capítulo del proceso evolutivo de la espiritualidad en el hombre. Entonces, ¿cuál es la problemática que se nos avecina una vez conocido el desarrollo de las capacidades del intelecto del ser humano?, la respuesta se cae por su propio peso, consiste en armonizarlas para dotarlas del humanismo necesario. Es decir, surge la generación de las religiones del corazón, del amor, que han de enseñar a los hombres el camino de la concordia entre los hombres, y, por supuesto, de la concordia con los elementos de su entorno inmediato, próximo y lejano, armonizándolos con su propia armonía interior. 


          El primer gran profeta de las religiones del corazón fue Sócrates, seguido de Cristo y por último Mahoma. No olvidemos que la escuela socrática prevalece en nuestros días a través de la dialéctica platónica, de su obra se han tomado numerosos elementos que han sido absorbidos por el cristianismo y también por el mahometanismo. Los tres hicieron el mismo trabajo, insistieron en virtudes idénticas, siendo acosados, perseguidos y los dos primeros muertos por la intransigencia de las sociedades de su tiempo, en especial por las clases sacerdotales temerosos ante la posible pérdida de su influencia social y en consecuencia de su poder. 



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XIII



      Es muy probable que en este capítulo se debería incluir a Lao Ze, si bien el Taoísmo no es considerado como una religión propiamente dicha, pues es una meta filosofía que permite la autorrealización del hombre, donde el rito es prácticamente inexistente, y es el rito quien define a las religiones en si mismas y además las ha anquilosado en el inmovilismo involutivo. No obstante, permítase que presente mis reservas en lo relativo al tema del Taoísmo, puesto que mi escaso conocimiento de numerosos elementos en relación con la citada materia así me lo aconsejan. Si añadiré que la dialéctica socrática entronca de modo natural con la línea general de las sentencias de El Libro de Lao Ze, “El Tao”.


          Cuando el hombre llega al principio de la sabiduría y dominio el conocimiento porque ha desarrollado su intelecto, y ama porque busca la armonía trabajando por conseguir la concordia entre los hombre, cabe preguntarse para qué nos sirve dicho bagaje. Éste es el quid de la cuestión, ahora -se inició en 1.986- estamos entrando en la etapa de la “religión” de la obra (que ya no es religión, sólo espiritualidad pura y desde luego nada tiene que ver con el ateísmo integrista opusdeista. Espiritualmente hablando Escrivá de Balaguer fue ateo, no creía en la espiritualidad de los hombres), que el hombre ha de realizar para entregarla generosamente en beneficio de los otros hombres, como medio de  propiciar el proceso evolutivo de la humanidad en su camino hacia la infinitud. Ya no sirve, por más que se empecinen los sacerdotes nunca jamás ha servido, vivir egocéntricamente de espaldas al hombre y servido por la abundancia, para al final morir con las manos vacías sin nada que aportar al bagaje cultural y humanístico de la humanidad. Si por ellos fuera, por egoísmo, los sacerdotes se llevarían consigo las riquezas robadas fuera de la Tierra, pero por fortuna la riqueza permanece al servicio de los hombres y no pueden ser esquilmadas por los muertos. 


        Incluso, podemos afirmar que los sacerdotes coexisten con el resto de los hombres sin creer en los otros hombres, sólo creen en su dios impío, y ante semejante situación me pregunto: ¿cómo se puede vivir al lado de quien no se cree? No comprenden que la persona que deja de creer en los hombres automáticamente ya es hombre muerto. Y ese es precisamente el grave problema, su muerte espiritual en vida, zombis, no sólo la de ellos, sino que su muerte espiritual la proyectan a toda la humanidad generando por doquier miles de cadáveres espirituales. A este respecto  pensemos que, por degeneración o degradación, a lo largo de la historia las religiones han prostituido los mensajes de los grandes maestros, de modo que ahora la humanidad se encuentra frente a la muerte del mensaje; y, las iglesias, habiéndose convertido en el instrumento de la recesión, sin escrúpulos han abortado y abortan en la actualidad uno por uno los procesos de liberación espiritual del humanismo, recluyendo a los hombres en el sombrío y patético rito como medio de subsistencia espiritual -pan para hoy y hambre para mañana-, generando millones de cadáveres vivientes humana y espiritualmente hablando.













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