sábado, 5 de noviembre de 2011

RELIGION Y HUMANISMO EVOLUTIVO / C. Segundo



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO IX



          Porque nunca ha existido ni existirá espiritualidad sin humanismo, todos los hombres somos parte de la totalidad (unidad), incluyendo a los presos de las cárceles o las prostitutas callejeras, para nuestra desgracia también a los sacerdotes, aunque estos últimos paralicen y anquilosen los procesos evolutivos del humanismo. Luego ninguna religión representa al gran dios de la vida, antes bien se han convertido en los grandes enemigos de los designios de los dioses. Convendría recordar aquí las palabras de Cristo, dirigidas a los sacerdotes judíos: “vosotros que aseguráis conducir a los hombres por el camino del padres, en verdad sois quienes los alejáis de él”, confirmando mis tesis al respecto. Parafraseando a poeta alemán Rilke, os digo: “en verdad no existe nada más ajeno al hombre, para alcanzar la casa del padre, que por mediación de las iglesias”. 


          Al considerar que la humanidad se encuentra en el inicio del tiempo de la espiritualidad de la obra, habremos de pensar en un nuevo renacimiento del hombre y, por consiguiente, en la renovación del mensaje que sostiene al hombre orientado hacia la espiritualidad. También tendremos que tener en cuenta los hechos que lo producen y cuales son los antecedentes que lo engendran. La fecha de nuevo nos lleva a 1986, inicio de la última generación del Apocalipsis, y que, además, es periodo de transición hasta su final en el año 2061, cuando definitivamente el Apocalipsis termine. Habrán sido 28 periodos (generaciones) de setenta y cinco años cada una, sumando un total de 2100 años, de doloroso proceso evolutivo del hombre, del que surgirá el nuevo hombre dios del futuro, es decir el hombre espiritualizado. Estas cifras nos retrotraen hasta el año 61, siglo primero a. n. e., lo cual nos pone en contacto directo con el tiempo de Cristo, época en la que el humanismo también brillaba por su ausencia, debido a las imposiciones arbitrarias y al poder irracional ejercido por el imperio romano sobre todos los pueblos del Mediterráneo y del centro de Europa.


          Durante ese tiempo, 2.100 años,  la Tierra les ha sido entregada por decisión divina a las iglesias, que se han convertido en la gran prostituta apocalíptica, puesto que el tiempo del Apocalipsis debía cumplirse como parte del proceso evolutivo del hombre: desde lo inferior a lo superior, desde el infierno –de la sociedad eclesiástica y terrestre- a los cielos. Creándose de este modo una selección natural que ha permitido la correspondiente evolución, hacia la divinidad, de los hombres manso. No debemos confundir al hombre manso, cainista, con el hombre sumiso, abelinista. Caín rompe con la tradición familiar, simbolizada en la muerte del hermano, y se lanza a la búsqueda del conocimiento metafísico  y a su propia realización espiritual; renuncia a las tentaciones del poder y del gran dios dinero, en aras de conseguir una mayor autorrealización de su ser existencial, para alimentar la grandeza de su espíritu; como ser individual se muestra antisocial, pero trabajando intensamente en aras del bien social y los procesos evolutivos de la humanidad. Mientras que el segundo, por incapacidad mental, se muestra sumiso, con el único propósito de ser aceptado incondicionalmente por el estamento social, el cual es férreamente controlado en la actualidad por las iglesias y los sacerdotes.





RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO X



       Ante la barbarie en la época del imperio romano, ya el proceso de las religiones de la inteligencia tocaba a su fin, fue preciso enviar a los hombres de la Tierra el segundo gran mensaje del humanismo, el del corazón -el primero, el de Sócrates, ya se había casi perdido-, como sistema de contención a la brutalidad de las armas y las represiones de la época, que, por supuesto, ya eran manejadas por hombres de una inteligencia igual a la nuestra. A raíz de la decadencia del imperio romano, la legalización de la religión cristiana y la posterior desaparición del imperio, los cristianos de la época adoptaron fórmulas integristas y actitudes radicales para imponer sus creencias dogmáticas al resto de los ciudadanos; buena prueba de ello es la destrucción de la Biblioteca de Alejandría a manos de los cristianos y el asesinato de numerosas personas que no comulgaban con su principios, finalmente, llevados de su intransigencia, obligaron a todos los ciudadanos babilónicos a abrazar la religión cristiana y fueron destruidos todos los demás templos. Modo de hacer muy radical y anticultural, que ya habían ejercido cuando quemaron Roma en los tiempos de Nerón, y condujo a la represión sistematizada contra ellos por orden del emperador. Desde luego Nerón no fue un hombre loco, a parte de ser un  magnífico músico era un buen poeta, o viceversa, que dado el tema que aquí tratamos nos da igual, pero el gran hermano del cristianismo, los papas de Roma, escribieron la historia a su antojo y de acuerdo a sus intereses terrenales.


          En Alejandría los levantamientos de las hordas cristianas fueron dirigidos por el gran Cirilo, ambicioso, fanático, lunático, vengativo, loco y desde hace muchos siglos elevado a los altares de las iglesias Católica, Ortodoxa y Copta. Ante el fanatismo religioso cristiano, para contrarrestar semejantes desviaciones,  fue preciso enviar a la Tierra el tercer gran mensaje del corazón, y ahí es cuando aparece Mahoma, que es reencarnación de Cristo por más que les duela a los sacerdotes de uno y otro bando. Mahoma, en contraposición con el cristianismo, creó una forma de vida basada en la cultura, el conocimiento, la comprensión, el respeto mutuo y la tolerancia, desarrollando y potenciando el espíritu de los hombres, lo cual permitió una gran expansión de la cultura en un tiempo mínimo. Si bien, como es de costumbre, los sacerdotes mahometanos han acabado traicionando el mensaje de su maestro. 


           Pero, ¿qué es el mensaje?, ¿en qué consiste?, nos preguntaremos. La respuesta es tan elemental como sencillo es el hombre exento de avaricia y prepotencia. Y ese es el mensaje, precisamente, el reencuentro del hombre con su sí mismo, al lado de los otros hombres, apoyándose en los otros hombres, ayudando a los otros hombres, comportándose todos como hombres, caminando en dirección a la eterna infinitud del gran conocimiento del espíritu humano, para un buen día llegar a la casa paterna y presentarse ante el gran padre transformado en un dios.  Y este mensaje anula la concepción del pecado original, los hijos del cielo no nacemos en pecado, ni tan siquiera pecamos; anula la pretendida mezquindad de los hombres ante los ojos de la divinidad prepotente, impuesta arbitrariamente por los sacerdotes para imponerse socialmente; anula la existencia del infierno, que no existe ni física ni meta físicamente, sino en las mentes enfermas que lo crean para sí mismos y para amedrentar a los demás.



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XI



Los hijos del cielo estamos en la Tierra desde el principio del hombre, somos los verdaderos protectores del planeta, lo cuidamos, lo armonizamos y en buena medida acompasamos nuestra armonía interna con su proceso evolutivo, que también es el nuestro; no es un fenómeno nuevo pues ya lo protegíamos incluso antes de ser el hombre, desde el fabuloso poder de nuestros espíritus. Es un proceso que se repite  hasta el infinito, pues al poco tiempo de morir, cinco o seis años, volvemos a reencarnarnos, de modo que siempre estamos los mismos, viviendo atentos e inmiscuidos en todos los procesos evolutivos, ya que nosotros somos los encargados de protegerlo. Constituimos una selección natural y privilegiada de hombre y mujeres que dominaremos la Tierra, transformándola en un planeta humanizado, donde el principio de la individualidad caminará en pos del bien social y en armonía con él. 
 

          En ese tiempo se recuperará para siempre el llamado paraíso perdido y se abandonarán los templos de la ignominia, de la pompa y de la parafernalia, pues está escrito que permanecen vacíos de contenidos, ya que los dioses, dios, han estado, están y estarán en la calle, codo con codo, al lado de los hombres de bien, que desde   luego no son los eclesiásticos ni sus fanáticos seguidores. El resto, a medida que vayan muriendo, serán expulsados de nuestro planeta, y de nuevo tendrán para ellos el famoso paraíso perdido, pues serán desterrados a un nuevo planeta que se encuentra en el principio de la evolución humana. A grosso modo a seiscientos mil años atrás de nuestro momento evolutivo, al que aportarán la inteligencia de la evolución humana, sus conocimientos, creando los principios de su nueva cultura y las condiciones para el desarrollo de una nueva civilización. Y ese será su planeta para siempre, al que se deberán y tendrán que evolucionar en armonía con su propia evolución.


          Él no es una excepción, en el mundo de la espiritualidad no existen las excepciones, Quiero insistir en lo expresado anteriormente, en el hecho de que el Apocalipsis se origina en la época de Cristo, y que a lo largo de su transcurso él ha estado naciendo en al Tierra reencarnación tras reencarnación, y, además, ojito porque el dato es de la máxima importancia, tenemos que aceptar que es Cristo quien escribe el Apocalipsis. Para mí es incuestionable que fue él quien lo escribió, distinto es que no quisiera autentificarlo y se lo entregará a Juan para que lo diera a conocer firmado con su nombre, y que el manuscrito permaneciera escondido largo tiempo y finalmente viera la luz bajo la firma de Juan. Desde luego el lenguaje críptico del Apocalipsis, poquito o nada tiene que ver con el lenguaje narrativo del evangelio de Juan, el segundo permanece a siglos luz del primero. Juan, efectivamente, era un hombre dotado de exquisita sensibilidad, aún así tendremos que suponer que evolutivamente aún no estaba preparado para contemplar ese tipo de visiones.



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XII

  
No existen dudas al respecto, su espiritualidad era muy evolucionada, pero la gran preparación que un hombre necesita para llegar a la espiritualidad que le permita visionar el Apocalipsis, es cuestión de millones de años de evolución y de profundo trabajo personal. Aunque los dioses sean generosos, indudablemente lo son con quienes se entregan y se apasionan con su trabajo, saben que es necesario la preparación intelectual del hombre, su madurez espiritual y psíquica, porque de lo contrario el “regalo” podría volverse en contra de él, bien matándolo o ya sea volviéndose loco. No olvidemos que las limitaciones existenciales de los hombres son gigantescas y poco tienen que ver con el poderío de su espíritu. Juan, el espiritual Juan, ante las visiones él mismo se hubiera aterrorizado, hubiera recibido las imágenes del Apocalipsis pensando en la destrucción definitiva del mundo, para él sería un proceso a suceder de inmediato, muy semejante a como las perciben las gentes sencillas y los eclesiásticos de todas las época,


          Sin embargo el Apocalipsis no es eso, en él existen dos tiempos, el espiritual y el existencial o tiempo de la Tierra, que desde luego para nada se corresponden, la inmediatez espiritual puede abarcar varios milenios en el tiempo existencial, de hecho así es en este caso. En realidad, el Apocalipsis, representa la segregación definitiva de dos mundos que cohabitan en la Tierra, ambos radican en el interior de los hombres y les empujan a obrar en consecuencia, el mundo espiritual al que pertenecen los hombres mansos (creadores espirituales, entendiendo como creadores a quienes trabajan en favor de la armonía y la concordia entre los hombres beneficiando el proceso evolutivo) que son los llamados hijos del cielo; y el inferior o del “infierno”, al que pertenecen los borrachos del poder, del éxito, el dinero y en el que están integrados las iglesias, sus sacerdotes y acólitos integristas, y, ya se ha expresado convenientemente, que serán expulsados para siempre de nuestro planeta, no permitiéndoles volver a reencarnarse en nuestra Tierra tendrán que hacerlo en su planeta primitivo a donde se llevarán su maldito infierno. 


          En realidad, a estos últimos se les ha permitido nacer aquí para que conozcan los procesos básicos de la espiritualidad, puesto que serán ellos quienes tendrán que trabajar duro en su planeta de adopción para apropiarse de él espiritualizándolo, entonces ya no les quedarán ganas de monopolizar la divinidad en beneficio de intereses espurios. Sabrán que la gran verdad reside en el espíritu del hombre, no en las palabras intimidatorias utilizadas para el sometimiento en nombre de un dios feroz, ni tampoco en las usadas para garantizar una parcela celestial a quienes se someten a su poder arbitrario. Entonces conocerán al gran espíritu del hombre, que es un gigante comparado con las limitaciones de la mente existencial, y, más crucial, su inteligencia y conocimiento es infinitamente superior a la del hombre existencial. Entonces sabrán y aceptarán, como un fenómeno natural, que, mediante su espíritu preciosista, el hombre se proyecta a la atemporalidad de la gran creación, vacío generador, de donde asaca las ideas creadoras e intemporales con las que personaliza su obra; y, desde luego, ello no ataca al principio de la divinidad, todo lo contrario, la reafirma a través del tiempo infinito, que se conjuga con el tiempo existencial (finito) del hombre creador. Dualidad de los dos tiempos, a la que nos referíamos al principio del punto anterior.


    
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XIII



       Precisamente, es la dualidad de los tiempos la que nos lleva al problema de la edad de Cristo, puesto que no podía tener tan sólo treinta y tres años cuando murió físicamente. Antes bien, pienso que es muy probable que a esa edad se mutara su ser existencial emergiendo su ser espiritual, fundiéndose el uno con el otro para generar al gran Cristo de la revelación. Si hacemos un análisis biográfico de los grandes maestros de la humanidad, veremos que, a excepción de Cristo, todos ellos murieron ancianos: Moisés, Hermes, Pitágoras, Lao Ze, Sócrates, Mahoma, etc. Por qué sucede, es Cristo superior a los demás, nos preguntaremos, la respuesta es bien sencilla, ¡no! Concretamente los Moisés, Hermes, Pitágoras, Sócrates y Mahoma, Lao Ze es muy probable, son diferentes reencarnaciones del espíritu de Cristo, él es el  gran cuidador del sistema solar, de su evolución positivista y de la evolución de los hombres que lo habitamos. 


          Por consiguiente, si los demás necesitaron de una larga vida para realizarse –ardua labor, no es broma- y realizar su trabajo, Cristo no puede ser la excepción porque en el mundo espiritual no existe la excepción. Según mis cálculos, Cristo contaría con no menos de setenta y dos años cuando murió –al año 2061, final del Apocalipsis, réstese 2100 y nos encontramos en el año 61 a.n.e. Lo cual hemos dejado expresado anteriormente-, pero sobre este tema insistiremos un poco más adelante. Otra historia diferente son los intereses ideológicos de las iglesias cristianas, que nos lo presenten joven por aquello de la atracción del cuerpo en plenitud, erótica religiosa, argumento que se consolida al contemplar las numerosísimas representaciones de Cristo en la cruz, e infinidad de cuadros representando a las vírgenes católicas y bizantinas, cuyos modelos eran niñas de catorce o quince años. El lector puede constatar la última afirmación visitando el Museo del Prado, p.e. Sala Murillo. 


          Cristo fue un hombre educado en la kábala, conocía su simbología y es muy probable que introdujera a los apósteles en sus secretos. Fueron los últimos quienes escribieron la biografía de su maestro, los llamados evangelios, Juan, de quien el resto de los evangelistas tomaron de modelo, utilizando en pasajes concretos la susodicha simbología a la hora de referenciar ciertos acontecimientos y detalles de la vida de Cristo. En la escuela de la Kábala, la reducción esotérica del treinta y tres es el seis, que representa la asunción por parte del hombre del equilibrio cosmogónico. Además, por extensión, también representa la unión del ser existencia, triángulo, triángulo ascendente, con el ser espiritual, triángulo descendente; la elevación del ser existencial hasta alcanzar al espiritual, a la vez que el segundo desciende al encuentro del primero, propiciando la inmediata fusión de la dualidad humana en un ser andrógino, unificado y en armonía. A partir de esos momentos es cuando se inicia la obra pública del maestro; ahora bien, desde que inicia el proceso de su espiritualización hasta que llega a la culminación de su obra pueden sucederse otros treinta, cuarenta o cincuenta años, desde luego nunca tres, porque la obra emerge de modo progresivo, despacio y a medida que aumentan en el ser existencial los niveles de la espiritualidad, que en sí mismo es un proceso muy lento, terriblemente lento y doloroso.



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XIV



       Una de las simbologías claves del Apocalipsis nos viene dada en el capítulo cuarto, en el que se describe la escena del cielo presentando el trono de dios y los veinticuatro tronos de los ancianos, además de la referencia a los cuatro animales. En total son veintiocho seres que permanecen al lado del trono de dios y además están ahí a lo largo del desarrollo completo del Apocalipsis; la reducción esotérica de dicho guarismo es el diez, el este número en la kábala simboliza la plenitud espiritualidad. Cada uno de esos veintiocho seres representan un ciclo de 75 años en la Tierra, si multiplicamos los dos guarismos nos hallamos ante el 2.100, cifra, insisto en estos números si bien ya lo hemos dejado expresado, que nos da el tiempo real de la duración del Apocalipsis. También se ha dejado expresado que el Apocalipsis se inició en el año 61 antes de Cristo, y éste es, como muy tarde, el año de nacimiento de Cristo; luego, con relación a nuestro calendario, Cristo cumplía 40 años en el año uno. Suponiendo que muriera en el año treinta y tres, según los evangelios y algunas referencias históricas, Cristo moriría con no menos de setenta y dos, pero es muy probable que la cifra sea algo más alta. Desde luego si es rigurosamente cierto que no pudo morir joven, para un hombre que se enfrenta a una obra de semejante envergadura, no existe ninguna posibilidad de poder realizarla en tan poco espacio de tiempo, el mayor tiempo, muy extenso e intenso, se lo lleva el proceso de auto realización. Que no existen los milagros, por más que se empecinen las iglesias no existen los milagros, y los hijos del cielo necesitamos mucho tiempo de preparación de nuestras mentes existenciales para desarrollar nuestra obra espiritual. 


          Las iglesias que han traicionado a sus profetas, sepultando sus mensajes en el barro, por supuesto también han traicionado al gran dios de la verdad, el padre espiritual de los profetas y también padre de los hombres mansos. Por ello se han convertido en la encarnación de la gran prostituta apocalíptica, que encarna la falsedad y las miserias de los hombres depravados. En el capítulo diecisiete del Apocalipsis se dice: “Las siete cabezas son siete montañas sobre las que se sienta la mujer”, Roma se asienta sobre siete colinas; más adelante: “Y la mujer que has visto es la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la tierra”, en la actualidad el Vaticano y las demás iglesias imponen su doctrina en el mundo, de hecho son parte muy importante del inquietante poder en la sombra, el poder invisible, sino lo ostenta en exclusiva. Y en el capítulo dieciocho podemos leer: “Porque ella dice en su corazón: Estoy sentada como reina y no soy viuda y no conoceré jamás el duelo”, las iglesias no tienen marido, tampoco son fecundas y al carecer de hijos no se duelen. Leído estos pasajes y realizando un análisis pormenorizado, nos lleva a la penosa confirmación de que la iglesia católica es el gran paradigma de la gran prostituta apocalíptica, que asume y abraza consigo a todas y cada una de las iglesias del mundo. 


          Anteriormente, capítulo trece, el Apocalipsis identifica a la bestia con el número 666. Cual es su simbología y qué representa ese número, nos preguntaremos –es “un número de hombre”, dice el Apocalipsis textualmente al final del citado capítulo-. El significado del seis lo hemos estudiado más arriba, sabemos que en efecto es un número de hombre, por lo tanto también lo es tres veces el seis, además el seis es el número asociado con la religión judía que la identifica, la famosa estrella de David. El abandono y traición, por parte de los sacerdotes judíos, de la espiritualidad y su abrazo con el poder terrenal, convierte al número seis en el primer digito de la bestia. Las religiones cristianas, en gran medida, son herederas de las creencias judías, por las mismas razones que hemos expuesto en los anteriores, convierten al número seis en el segundo digito de la bestia. Otro tanto cabe decirse de la religión mahometana y de este modo nos hallamos ante el tercer digito que identifica a la bestia.



RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XV



        Genéricamente el 666 es el número que identifica en el Apocalipsis a todas las religiones del mundo, sin excepción. También hemos dejado sentado que la Gran Prostituta se identifica con todas las iglesias, fundamentalmente con la católica, esta última es el paradigma de la Gran Prostituta. Además existe un dato trascendental al respecto, es la asociación del binomio Gran Prostituta-Bestia apocalíptica, de la que se nos habla al principio del capítulo 17: “Y vi una Mujer sentada sobre una Bestia escarlata… sobre su frente (de la mujer) un nombre escrito –un misterio- Babilonia la Grande, la madre de las prostitutas y de las abominaciones de la tierra”, que confirma la asociación, siendo la Gran Prostituta la dominadora y la Bestia la sometida. Si continuamos consultando el capítulo, un poco más adelante se nos dice: “Las aguas que has visto, sobre las que se asienta la Prostituta, son los pueblos, las multitudes, las naciones y las lenguas…”, que están sometidos a los dictados de las iglesias. Finaliza el capítulo con la siguiente cita: La Mujer que has visto es la Gran Ciudad que reina sobre los reyes de la tierra”.  Vistas las referencias a mi entender no quedan dudas: la Mujer, Babilonia la Grande, La Gran Ciudad, la Gran Prostituta y la Bestia son el mismo símbolo, el mismo ser. Es necesario aclarar, que la Bestia de este capítulo es exactamente la Bestia del capítulo 13, que identificamos con el número 666, simplemente es una metamorfosis de la primera bestia que aquí se nos aparece de escarlata, pero en el fondo de la cuestión es la misma Bestia. 


         Qué futuro nos aguarda a la humanidad en una Tierra sin iglesias y sin sacerdotes, cabe preguntarse. La bestia simboliza la destrucción, la guerra, la muerte, y la gran prostituta es el símbolo de las iniquidades, de la blasfemia, de la lujuria, de la opulencia, etc., por ese lado el camino del humanismo permanece cerrado puesto que los sacerdotes se han cuidado de hacerlo. Ahora bien, si los hombres los dejamos de lado y los abandonamos expulsándolos a su pírrica soledad, tendremos el camino abierto hacia la paz, la concordia, la libertad, la justicia y el amor. El hombre entonces se encontrará con el hombre, el hombre libre de tabúes dialogará con el hombre, el hombre no condenará al hombre sino que apoyará al hombre, el hombre se revestirá de hombre para proyectar su figura de hombre a los otros hombres, el hombre se aceptará como hombre y enseñará al hombre su esencialidad de hombre, el hombre se dolerá del hombre y protegerá al hombre, el hombre continuará su peregrinaje en la Tierra construyendo caminos metafísicos para el hombre, el hombre perseguirá la senda evolutiva del hombre para alzarse acompañado del gran espíritu del hombre.


          En verdad os digo que la “religión” de la obra no va a existir jamás como tal religión, es decir, la religión morirá con las iglesias y sus sacerdotes, pero en la vida quedará la espiritualidad de los hombres mansos, de la ética vital, que libremente remodelarán la concepción metafísica de la vida, del hombre y de su obra, en función de sus propias necesidades espirituales. El hombre dios, el hombre manso, que resurgió a la vida en el Renacimiento desde las sombras de la Edad Media, ha ido reconquistando su propia espiritualidad a lo largo de los tiempos, para ponerla al servicio de los hombres a través de su trabajo, su gran obra creativa, sembrando la vida de pozos culturales metafísicos, donde sacien su sed sus compañeros de generación y beberán las generaciones futuras. Acordaos del hombre agua Abraham. Recordad, esté donde esté el hombre, no existe metafísica sin el hombre. 


          El hombre encontrará el camino de la concordia y la armonía mediante el entendimiento con el hombre, cuando el hombre salte las barreras que le atenazan a la vida existencial: raza, nación, religión, se convertirá en hombre universal, justo al lado de los otros hombres universales. Llegado ese momento el hombre entenderá la suma importancia de la dialéctica socrática, creada para ahondar en el entendimiento entre los hombres, porque el diálogo no es desafecto intentando imponer arbitrariamente criterios personales, el diálogo es afecto acercando a los hombres en la comunión del entendimiento vital. Mídanse las palabras que el hombre del futuro ha de utilizar para comunicarse con el hombre, en lugar de usarse de modo indebido el lenguaje para crear la confusión que conduce a los actuales hombres a la guerra.

No hay comentarios:

Publicar un comentario