RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO IX
Porque
nunca ha existido ni existirá espiritualidad sin humanismo, todos los hombres
somos parte de la totalidad (unidad), incluyendo a los presos de las cárceles o
las prostitutas callejeras, para nuestra desgracia también a los sacerdotes,
aunque estos últimos paralicen y anquilosen los procesos evolutivos del
humanismo. Luego ninguna religión representa al gran dios de la vida, antes
bien se han convertido en los grandes enemigos de los designios de los dioses.
Convendría recordar aquí las palabras de Cristo, dirigidas a los sacerdotes
judíos: “vosotros que aseguráis conducir
a los hombres por el camino del padres, en verdad sois quienes los alejáis de
él”, confirmando mis tesis al respecto. Parafraseando a poeta alemán Rilke,
os digo: “en verdad no existe nada más
ajeno al hombre, para alcanzar la casa del padre, que por mediación de las
iglesias”.
Al considerar que la humanidad se encuentra en el inicio del tiempo de la espiritualidad de la obra, habremos de pensar en un nuevo renacimiento del hombre y, por consiguiente, en la renovación del mensaje que sostiene al hombre orientado hacia la espiritualidad. También tendremos que tener en cuenta los hechos que lo producen y cuales son los antecedentes que lo engendran. La fecha de nuevo nos lleva a 1986, inicio de la última generación del Apocalipsis, y que, además, es periodo de transición hasta su final en el año 2061, cuando definitivamente el Apocalipsis termine. Habrán sido 28 periodos (generaciones) de setenta y cinco años cada una, sumando un total de 2100 años, de doloroso proceso evolutivo del hombre, del que surgirá el nuevo hombre dios del futuro, es decir el hombre espiritualizado. Estas cifras nos retrotraen hasta el año 61, siglo primero a. n. e., lo cual nos pone en contacto directo con el tiempo de Cristo, época en la que el humanismo también brillaba por su ausencia, debido a las imposiciones arbitrarias y al poder irracional ejercido por el imperio romano sobre todos los pueblos del Mediterráneo y del centro de Europa.
Durante ese tiempo, 2.100 años, la Tierra les ha sido entregada por decisión divina a las iglesias, que se han convertido en la gran prostituta apocalíptica, puesto que el tiempo del Apocalipsis debía cumplirse como parte del proceso evolutivo del hombre: desde lo inferior a lo superior, desde el infierno –de la sociedad eclesiástica y terrestre- a los cielos. Creándose de este modo una selección natural que ha permitido la correspondiente evolución, hacia la divinidad, de los hombres manso. No debemos confundir al hombre manso, cainista, con el hombre sumiso, abelinista. Caín rompe con la tradición familiar, simbolizada en la muerte del hermano, y se lanza a la búsqueda del conocimiento metafísico y a su propia realización espiritual; renuncia a las tentaciones del poder y del gran dios dinero, en aras de conseguir una mayor autorrealización de su ser existencial, para alimentar la grandeza de su espíritu; como ser individual se muestra antisocial, pero trabajando intensamente en aras del bien social y los procesos evolutivos de la humanidad. Mientras que el segundo, por incapacidad mental, se muestra sumiso, con el único propósito de ser aceptado incondicionalmente por el estamento social, el cual es férreamente controlado en la actualidad por las iglesias y los sacerdotes.
Al considerar que la humanidad se encuentra en el inicio del tiempo de la espiritualidad de la obra, habremos de pensar en un nuevo renacimiento del hombre y, por consiguiente, en la renovación del mensaje que sostiene al hombre orientado hacia la espiritualidad. También tendremos que tener en cuenta los hechos que lo producen y cuales son los antecedentes que lo engendran. La fecha de nuevo nos lleva a 1986, inicio de la última generación del Apocalipsis, y que, además, es periodo de transición hasta su final en el año 2061, cuando definitivamente el Apocalipsis termine. Habrán sido 28 periodos (generaciones) de setenta y cinco años cada una, sumando un total de 2100 años, de doloroso proceso evolutivo del hombre, del que surgirá el nuevo hombre dios del futuro, es decir el hombre espiritualizado. Estas cifras nos retrotraen hasta el año 61, siglo primero a. n. e., lo cual nos pone en contacto directo con el tiempo de Cristo, época en la que el humanismo también brillaba por su ausencia, debido a las imposiciones arbitrarias y al poder irracional ejercido por el imperio romano sobre todos los pueblos del Mediterráneo y del centro de Europa.
Durante ese tiempo, 2.100 años, la Tierra les ha sido entregada por decisión divina a las iglesias, que se han convertido en la gran prostituta apocalíptica, puesto que el tiempo del Apocalipsis debía cumplirse como parte del proceso evolutivo del hombre: desde lo inferior a lo superior, desde el infierno –de la sociedad eclesiástica y terrestre- a los cielos. Creándose de este modo una selección natural que ha permitido la correspondiente evolución, hacia la divinidad, de los hombres manso. No debemos confundir al hombre manso, cainista, con el hombre sumiso, abelinista. Caín rompe con la tradición familiar, simbolizada en la muerte del hermano, y se lanza a la búsqueda del conocimiento metafísico y a su propia realización espiritual; renuncia a las tentaciones del poder y del gran dios dinero, en aras de conseguir una mayor autorrealización de su ser existencial, para alimentar la grandeza de su espíritu; como ser individual se muestra antisocial, pero trabajando intensamente en aras del bien social y los procesos evolutivos de la humanidad. Mientras que el segundo, por incapacidad mental, se muestra sumiso, con el único propósito de ser aceptado incondicionalmente por el estamento social, el cual es férreamente controlado en la actualidad por las iglesias y los sacerdotes.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO X
Ante
la barbarie en la época del imperio romano, ya el proceso de las religiones de
la inteligencia tocaba a su fin, fue preciso enviar a los hombres de la Tierra
el segundo gran mensaje del humanismo, el del corazón -el primero, el de
Sócrates, ya se había casi perdido-, como sistema de contención a la brutalidad
de las armas y las represiones de la época, que, por supuesto, ya eran
manejadas por hombres de una inteligencia igual a la nuestra. A raíz de la
decadencia del imperio romano, la legalización de la religión cristiana y la
posterior desaparición del imperio, los cristianos de la época adoptaron
fórmulas integristas y actitudes radicales para imponer sus creencias
dogmáticas al resto de los ciudadanos; buena prueba de ello es la destrucción
de la Biblioteca de Alejandría a manos de los cristianos y el asesinato de
numerosas personas que no comulgaban con su principios, finalmente, llevados de
su intransigencia, obligaron a todos los ciudadanos babilónicos a abrazar la
religión cristiana y fueron destruidos todos los demás templos. Modo de hacer
muy radical y anticultural, que ya habían ejercido cuando quemaron Roma en los
tiempos de Nerón, y condujo a la represión sistematizada contra ellos por orden
del emperador. Desde luego Nerón no fue un hombre loco, a parte de ser un magnífico músico era un buen poeta, o
viceversa, que dado el tema que aquí tratamos nos da igual, pero el gran
hermano del cristianismo, los papas de Roma, escribieron la historia a su
antojo y de acuerdo a sus intereses terrenales.
En
Alejandría los levantamientos de las hordas cristianas fueron dirigidos por el
gran Cirilo, ambicioso, fanático, lunático, vengativo, loco y desde hace muchos
siglos elevado a los altares de las iglesias Católica, Ortodoxa y Copta. Ante
el fanatismo religioso cristiano, para contrarrestar semejantes
desviaciones, fue preciso enviar a la
Tierra el tercer gran mensaje del corazón, y ahí es cuando aparece Mahoma, que
es reencarnación de Cristo por más que les duela a los sacerdotes de uno y otro
bando. Mahoma, en contraposición con el cristianismo, creó una forma de vida
basada en la cultura, el conocimiento, la comprensión, el respeto mutuo y la
tolerancia, desarrollando y potenciando el espíritu de los hombres, lo cual
permitió una gran expansión de la cultura en un tiempo mínimo. Si bien, como es
de costumbre, los sacerdotes mahometanos han acabado traicionando el mensaje de
su maestro.
Pero, ¿qué es el mensaje?, ¿en qué consiste?,
nos preguntaremos. La respuesta es tan elemental como sencillo es el hombre
exento de avaricia y prepotencia. Y ese es el mensaje, precisamente, el
reencuentro del hombre con su sí mismo, al lado de los otros hombres,
apoyándose en los otros hombres, ayudando a los otros hombres, comportándose
todos como hombres, caminando en dirección a la eterna infinitud del gran
conocimiento del espíritu humano, para un buen día llegar a la casa paterna y
presentarse ante el gran padre transformado en un dios. Y este mensaje anula la concepción del pecado
original, los hijos del cielo no nacemos en pecado, ni tan siquiera pecamos;
anula la pretendida mezquindad de los hombres ante los ojos de la divinidad
prepotente, impuesta arbitrariamente por los sacerdotes para imponerse
socialmente; anula la existencia del infierno, que no existe ni física ni meta
físicamente, sino en las mentes enfermas que lo crean para sí mismos y para
amedrentar a los demás.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XI
Los hijos del cielo estamos en la
Tierra desde el principio del hombre, somos los verdaderos protectores del
planeta, lo cuidamos, lo armonizamos y en buena medida acompasamos nuestra
armonía interna con su proceso evolutivo, que también es el nuestro; no es un
fenómeno nuevo pues ya lo protegíamos incluso antes de ser el hombre, desde el
fabuloso poder de nuestros espíritus. Es un proceso que se repite hasta el infinito, pues al poco tiempo de
morir, cinco o seis años, volvemos a reencarnarnos, de modo que siempre estamos
los mismos, viviendo atentos e inmiscuidos en todos los procesos evolutivos, ya
que nosotros somos los encargados de protegerlo. Constituimos una selección
natural y privilegiada de hombre y mujeres que dominaremos la Tierra, transformándola
en un planeta humanizado, donde el principio de la individualidad caminará en
pos del bien social y en armonía con él.
En
ese tiempo se recuperará para siempre el llamado paraíso perdido y se
abandonarán los templos de la ignominia, de la pompa y de la parafernalia, pues
está escrito que permanecen vacíos de contenidos, ya que los dioses, dios, han
estado, están y estarán en la calle, codo con codo, al lado de los hombres de
bien, que desde luego no son los eclesiásticos
ni sus fanáticos seguidores. El resto, a medida que vayan muriendo, serán
expulsados de nuestro planeta, y de nuevo tendrán para ellos el famoso paraíso
perdido, pues serán desterrados a un nuevo planeta que se encuentra en el
principio de la evolución humana. A grosso modo a seiscientos mil años atrás de
nuestro momento evolutivo, al que aportarán la inteligencia de la evolución
humana, sus conocimientos, creando los principios de su nueva cultura y las
condiciones para el desarrollo de una nueva civilización. Y ese será su planeta
para siempre, al que se deberán y tendrán que evolucionar en armonía con su
propia evolución.
Él
no es una excepción, en el mundo de la espiritualidad no existen las
excepciones, Quiero insistir en lo expresado anteriormente, en el hecho de que
el Apocalipsis se origina en la época de Cristo, y que a lo largo de su
transcurso él ha estado naciendo en al Tierra reencarnación tras reencarnación,
y, además, ojito porque el dato es de la máxima importancia, tenemos que aceptar
que es Cristo quien escribe el Apocalipsis. Para mí es incuestionable que fue
él quien lo escribió, distinto es que no quisiera autentificarlo y se lo
entregará a Juan para que lo diera a conocer firmado con su nombre, y que el
manuscrito permaneciera escondido largo tiempo y finalmente viera la luz bajo
la firma de Juan. Desde luego el lenguaje críptico del Apocalipsis, poquito o
nada tiene que ver con el lenguaje narrativo del evangelio de Juan, el segundo
permanece a siglos luz del primero. Juan, efectivamente, era un hombre dotado
de exquisita sensibilidad, aún así tendremos que suponer que evolutivamente aún
no estaba preparado para contemplar ese tipo de visiones.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XII
No existen dudas al respecto, su
espiritualidad era muy evolucionada, pero la gran preparación que un hombre
necesita para llegar a la espiritualidad que le permita visionar el Apocalipsis,
es cuestión de millones de años de evolución y de profundo trabajo personal.
Aunque los dioses sean generosos, indudablemente lo son con quienes se entregan
y se apasionan con su trabajo, saben que es necesario la preparación
intelectual del hombre, su madurez espiritual y psíquica, porque de lo
contrario el “regalo” podría volverse en contra de él, bien matándolo o ya sea
volviéndose loco. No olvidemos que las limitaciones existenciales de los
hombres son gigantescas y poco tienen que ver con el poderío de su espíritu.
Juan, el espiritual Juan, ante las visiones él mismo se hubiera aterrorizado,
hubiera recibido las imágenes del Apocalipsis pensando en la destrucción
definitiva del mundo, para él sería un proceso a suceder de inmediato, muy
semejante a como las perciben las gentes sencillas y los eclesiásticos de todas
las época,
Sin
embargo el Apocalipsis no es eso, en él existen dos tiempos, el espiritual y el
existencial o tiempo de la
Tierra , que desde luego para nada se corresponden, la
inmediatez espiritual puede abarcar varios milenios en el tiempo existencial,
de hecho así es en este caso. En realidad, el Apocalipsis, representa la
segregación definitiva de dos mundos que cohabitan en la Tierra , ambos radican en el
interior de los hombres y les empujan a obrar en consecuencia, el mundo
espiritual al que pertenecen los hombres mansos (creadores espirituales,
entendiendo como creadores a quienes trabajan en favor de la armonía y la
concordia entre los hombres beneficiando el proceso evolutivo) que son los
llamados hijos del cielo; y el inferior o del “infierno”, al que pertenecen los
borrachos del poder, del éxito, el dinero y en el que están integrados las
iglesias, sus sacerdotes y acólitos integristas, y, ya se ha expresado
convenientemente, que serán expulsados para siempre de nuestro planeta, no
permitiéndoles volver a reencarnarse en nuestra Tierra tendrán que hacerlo en
su planeta primitivo a donde se llevarán su maldito infierno.
En
realidad, a estos últimos se les ha permitido nacer aquí para que conozcan los
procesos básicos de la espiritualidad, puesto que serán ellos quienes tendrán
que trabajar duro en su planeta de adopción para apropiarse de él
espiritualizándolo, entonces ya no les quedarán ganas de monopolizar la
divinidad en beneficio de intereses espurios. Sabrán que la gran verdad reside
en el espíritu del hombre, no en las palabras intimidatorias utilizadas para el
sometimiento en nombre de un dios feroz, ni tampoco en las usadas para
garantizar una parcela celestial a quienes se someten a su poder arbitrario. Entonces
conocerán al gran espíritu del hombre, que es un gigante comparado con las
limitaciones de la mente existencial, y, más crucial, su inteligencia y
conocimiento es infinitamente superior a la del hombre existencial. Entonces
sabrán y aceptarán, como un fenómeno natural, que, mediante su espíritu
preciosista, el hombre se proyecta a la atemporalidad de la gran creación,
vacío generador, de donde asaca las ideas creadoras e intemporales con las que
personaliza su obra; y, desde luego, ello no ataca al principio de la
divinidad, todo lo contrario, la reafirma a través del tiempo infinito, que se
conjuga con el tiempo existencial (finito) del hombre creador. Dualidad de los
dos tiempos, a la que nos referíamos al principio del punto anterior.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XIII
Precisamente, es la dualidad de los
tiempos la que nos lleva al problema de la edad de Cristo, puesto que no podía
tener tan sólo treinta y tres años cuando murió físicamente. Antes bien, pienso
que es muy probable que a esa edad se mutara su ser existencial emergiendo su
ser espiritual, fundiéndose el uno con el otro para generar al gran Cristo de
la revelación. Si hacemos un análisis biográfico de los grandes maestros de la
humanidad, veremos que, a excepción de Cristo, todos ellos murieron ancianos:
Moisés, Hermes, Pitágoras, Lao Ze, Sócrates, Mahoma, etc. Por qué sucede, es
Cristo superior a los demás, nos preguntaremos, la respuesta es bien sencilla,
¡no! Concretamente los Moisés, Hermes, Pitágoras, Sócrates y Mahoma, Lao Ze es
muy probable, son diferentes reencarnaciones del espíritu de Cristo, él es
el gran cuidador del sistema solar, de
su evolución positivista y de la evolución de los hombres que lo habitamos.
Por
consiguiente, si los demás necesitaron de una larga vida para realizarse –ardua
labor, no es broma- y realizar su trabajo, Cristo no puede ser la excepción
porque en el mundo espiritual no existe la excepción. Según mis
cálculos, Cristo contaría con no menos de setenta y dos años cuando murió –al
año 2061, final del Apocalipsis, réstese 2100 y nos encontramos en el año 61 a .n.e. Lo cual hemos dejado
expresado anteriormente-, pero sobre este tema insistiremos un poco más
adelante. Otra historia diferente son los intereses ideológicos de las iglesias
cristianas, que nos lo presenten joven por aquello de la atracción del cuerpo
en plenitud, erótica religiosa, argumento que se consolida al contemplar las
numerosísimas representaciones de Cristo en la cruz, e infinidad de cuadros
representando a las vírgenes católicas y bizantinas, cuyos modelos eran niñas
de catorce o quince años. El lector puede constatar la última afirmación
visitando el Museo del Prado, p.e. Sala Murillo.
Cristo
fue un hombre educado en la kábala, conocía su simbología y es muy probable que
introdujera a los apósteles en sus secretos. Fueron los últimos quienes
escribieron la biografía de su maestro, los llamados evangelios, Juan, de quien
el resto de los evangelistas tomaron de modelo, utilizando en pasajes concretos
la susodicha simbología a la hora de referenciar ciertos acontecimientos y
detalles de la vida de Cristo. En la escuela de la Kábala, la reducción
esotérica del treinta y tres es el seis, que representa la asunción por parte
del hombre del equilibrio cosmogónico. Además, por extensión, también
representa la unión del ser existencia, triángulo, triángulo ascendente, con el
ser espiritual, triángulo descendente; la elevación del ser existencial hasta
alcanzar al espiritual, a la vez que el segundo desciende al encuentro del primero,
propiciando la inmediata fusión de la dualidad humana en un ser andrógino, unificado
y en armonía. A partir de esos momentos es cuando se inicia la obra pública
del maestro; ahora bien, desde que inicia el proceso de su espiritualización
hasta que llega a la culminación de su obra pueden sucederse otros treinta,
cuarenta o cincuenta años, desde luego nunca tres, porque la obra emerge de
modo progresivo, despacio y a medida que aumentan en el ser existencial los niveles
de la espiritualidad, que en sí mismo es un proceso muy lento, terriblemente
lento y doloroso.
RELIGIÓN Y HUMANISMO EVOLUTIVO XIV
Una de las simbologías claves del
Apocalipsis nos viene dada en el capítulo cuarto, en el que se describe la
escena del cielo presentando el trono de dios y los veinticuatro tronos de los
ancianos, además de la referencia a los cuatro animales. En total son
veintiocho seres que permanecen al lado del trono de dios y además están ahí a
lo largo del desarrollo completo del Apocalipsis; la reducción esotérica de
dicho guarismo es el diez, el este número en la kábala simboliza la plenitud
espiritualidad. Cada uno de esos veintiocho seres representan un ciclo de 75
años en
Las
iglesias que han traicionado a sus profetas, sepultando sus mensajes en el
barro, por supuesto también han traicionado al gran dios de la verdad, el padre
espiritual de los profetas y también padre de los hombres mansos. Por ello se
han convertido en la encarnación de la gran prostituta apocalíptica, que
encarna la falsedad y las miserias de los hombres depravados. En el capítulo
diecisiete del Apocalipsis se dice: “Las
siete cabezas son siete montañas sobre las que se sienta la mujer”, Roma se
asienta sobre siete colinas; más adelante: “Y
la mujer que has visto es la gran ciudad, que reina sobre los reyes de la
tierra”, en la actualidad el Vaticano y las demás iglesias imponen su
doctrina en el mundo, de hecho son parte muy importante del inquietante poder
en la sombra, el poder invisible, sino lo ostenta en exclusiva. Y en el
capítulo dieciocho podemos leer: “Porque ella dice en su corazón: Estoy sentada como reina y no soy viuda y no
conoceré jamás el duelo”, las iglesias no tienen marido, tampoco son
fecundas y al carecer de hijos no se duelen. Leído estos pasajes y realizando
un análisis pormenorizado, nos lleva a la penosa confirmación de que la iglesia
católica es el gran paradigma de la gran prostituta apocalíptica, que asume y
abraza consigo a todas y cada una de las iglesias del mundo.
Anteriormente,
capítulo trece, el Apocalipsis identifica a la bestia con el número 666. Cual
es su simbología y qué representa ese número, nos preguntaremos –es “un número de hombre”, dice el Apocalipsis
textualmente al final del citado capítulo-. El significado del seis lo hemos
estudiado más arriba, sabemos que en efecto es un número de hombre, por lo
tanto también lo es tres veces el seis, además el seis es el número asociado
con la religión judía que la identifica, la famosa estrella de David. El
abandono y traición, por parte de los sacerdotes judíos, de la espiritualidad y
su abrazo con el poder terrenal, convierte al número seis en el primer digito
de la bestia. Las religiones cristianas, en gran medida, son herederas de las
creencias judías, por las mismas razones que hemos expuesto en los anteriores,
convierten al número seis en el segundo digito de la bestia. Otro tanto cabe
decirse de la religión mahometana y de este modo nos hallamos ante el tercer
digito que identifica a la bestia.
RELIGIÓN
Y HUMANISMO EVOLUTIVO XV
Genéricamente
el 666 es el número que identifica en el Apocalipsis a todas las religiones del
mundo, sin excepción. También hemos dejado sentado que
Qué
futuro nos aguarda a la humanidad en una Tierra sin iglesias y sin sacerdotes,
cabe preguntarse. La bestia simboliza la destrucción, la guerra, la muerte, y
la gran prostituta es el símbolo de las iniquidades, de la blasfemia, de la
lujuria, de la opulencia, etc., por ese lado el camino del humanismo permanece
cerrado puesto que los sacerdotes se han cuidado de hacerlo. Ahora bien, si los
hombres los dejamos de lado y los abandonamos expulsándolos a su pírrica
soledad, tendremos el camino abierto hacia la paz, la concordia, la libertad,
la justicia y el amor. El hombre entonces se encontrará con el hombre, el
hombre libre de tabúes dialogará con el hombre, el hombre no condenará al
hombre sino que apoyará al hombre, el hombre se revestirá de hombre para
proyectar su figura de hombre a los otros hombres, el hombre se aceptará como
hombre y enseñará al hombre su esencialidad de hombre, el hombre se dolerá del
hombre y protegerá al hombre, el hombre continuará su peregrinaje en la Tierra construyendo caminos
metafísicos para el hombre, el hombre perseguirá la senda evolutiva del hombre
para alzarse acompañado del gran espíritu del hombre.
En
verdad os digo que la “religión” de la obra no va a existir jamás como
tal religión, es decir, la religión morirá con las iglesias y sus sacerdotes,
pero en la vida quedará la espiritualidad de los hombres mansos, de la ética
vital, que libremente remodelarán la concepción metafísica de la vida, del
hombre y de su obra, en función de sus propias necesidades espirituales.
El hombre dios, el hombre manso, que resurgió a la vida en el Renacimiento
desde las sombras de la Edad Media ,
ha ido reconquistando su propia espiritualidad a lo largo de los tiempos, para
ponerla al servicio de los hombres a través de su trabajo, su gran obra
creativa, sembrando la vida de pozos culturales metafísicos, donde sacien su
sed sus compañeros de generación y beberán las generaciones futuras. Acordaos
del hombre agua Abraham. Recordad, esté donde esté el hombre, no existe
metafísica sin el hombre.
El
hombre encontrará el camino de la concordia y la armonía mediante el
entendimiento con el hombre, cuando el hombre salte las barreras que le
atenazan a la vida existencial: raza, nación, religión, se convertirá en hombre
universal, justo al lado de los otros hombres universales. Llegado ese momento
el hombre entenderá la suma importancia de la dialéctica socrática, creada para
ahondar en el entendimiento entre los hombres, porque el diálogo no es
desafecto intentando imponer arbitrariamente criterios personales, el diálogo
es afecto acercando a los hombres en la comunión del entendimiento vital.
Mídanse las palabras que el hombre del futuro ha de utilizar para comunicarse
con el hombre, en lugar de usarse de modo indebido el lenguaje para crear la
confusión que conduce a los actuales hombres a la guerra.

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