miércoles, 22 de enero de 2014

EL CRISTO DE VELAZQUEZ

  
VIVRE POUR VIVRE
C. Lelouch

A Javier Arroyo.





El Cristo de Velázquez


Luz para la luz
desde el interior hermético
de la nada tenebrosa,
y su forma es el hombre
libre que se duele
de esta humanidad
sumergida en el caos
de la supervivencia al limite.
Ser para ser,
se dicen,
para ser
no más
que un personaje anodino histórico.
Dónde la intrahistoria unamuniana?

Esencia y forma
las arras del casamiento
creacional, donde
los óleos son excusa
y la sustancia el resplandor
que ilumina los ojos
de aquel hombre
yacente en su calvario.
Mas no existe muerte
para el espíritu luchador
-... Pero los más fuertes 
luchan hasta el final,
ellos son los imprescindibles.
Bertolt Brecht-
sino,
simplemente,
descanso obligado en la cruz,
luego de haber abierto
los senderos del humanismo,
encerrado por el fanatismo religioso
desde Adán y Eva,     
en nuestro árbol genealógico
de la ciencia
del bien y del mal.
He ahí el Antiguo Testamento
en su estado de pureza,
sin añadidos,
sin disquisiciones,
sin interpretaciones farisaicas.




Luz para la luz
que nace
y se expande
desde la verija
delatando,
abiertamente,
que el hombre
es hombre 
en su condición humana de hombre.
No más,
qué más otorgarle
al hombre
que sin circunloquios abraza
la vida concreta del esplendor?
¡la falsa espiritualidad
para las iras de la intransigencia dogmática!

Luz y símbolo,
en concordancia,
someten al espíritu
a la concreción
del momento existencial
del ser que transfigurado
descansa agónico
en la cruz del horror.
En nada preocupará
la pérdida de la eternidad
a quienes la poseen
desde el origen;
sino,
antes bien,
serán sumergidos
en las aguas de esta vida
arrastrando consigo
el carro aletargado
de la evolución humana,
merced a la facultad
que su condición táurica
les imprime la constelación
del Tauro sideral
y las fuerzas telúricas
de nuestra madre Tierra,
de cuya conjunción nacieron como hijos.
¡Energía y materia configuran
esa preciosista esencialidad del ser!

Luz para la luz,
que desde el sayal blanco
cubre púdicamente
los genitales
de hombre,
expresa su luminosidad
interior y la fuerza
del hombre,
espiritualizando al ser
que en el conjunto
de su extensión
permanece manifiesta.
Rayos del amanecer,
escoltas postreros
de la noche huidiza,
iluminan sus campos de trigo.






Esencia y forma
atestiguan los compases del tiempo,
adentrándose en el futuro incógnito
al encuentro de la inmortalidad,
donde los hombres rebuscarán
en sus mochilas espirituales
a la búsqueda de su brújula
que les guíe a la casa
que les viera nacer,
allá en los prolegómenos
del tiempo primigenio.
Donde las mujeres
tejerán la urdimbre
infinita del echarpe
generacional, inmortal,
emulando a las constelaciones
que contengan su Estrella Polar.

Forma y hombre en concordancia,
al encuentro de los caminos
del humanismo futuro
-aún, en los albores del siglo
veintiuno, todavía por llegar-
destellan palabras de amistad
que fueran de amor
en oraciones inconclusas;
cuando el mensaje del hombre
hubo sucumbido frente al ataque
de ideologías eclesiásticas instauradas
en nombre de sus dioses muertos,
y los seres humanos caminaban
en penumbras por la cueva platónica.






Dónde permanece la revelación
de este hijo de la luz que yace
en la cruz de la abominación,
o, acaso,
fue acusado en nombre
de la nada inconsciente?;
me pregunto a modo de reflexión.
Será,
que los dioses
no se inmiscuyen
en las paradojas de los hombres?
Será,
qué su respuesta
es su silencio respetuoso
ante el trabajo humano
por ellos aceptado?
O,
su respuesta,
será siempre
el silencio insondable
frente a la abominación
de los eclesiásticos fanáticos?

Luz para la luz
para esta nuestra
humanidad del tiempo por llegar,
donde nuevos soles
irradiarán la última
verdad de hombres y mujeres;
cuando, sucesivamente,
ancianos y niños
mueran y nazcan
enfundados en su estrella,
confundiéndose sus seres
con la iridiscencia de sus astros.
Luz para la luz,
irradiada para alumbrarnos
desde el sol metafísico
de la verdad de este hombre.




         

   Noviembre 2004. Escrita en las ciudades de Soria,Logroño y Madrid. Anselmo.


2 comentarios:

  1. Te felicito, Anselmo, por tus poemas y por el profundo conocimiento de la obra de Bécquer y Machado que demuestras en este blog.. Saludos.

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