sábado, 29 de diciembre de 2012

ERÓTICO 2013 (porque lo de próspero será otro cantar)





Homenaje a la mujer nª 1
Ausencia

La miel de romero en pezones de hierbabuena,
delicadamente,
redimidos por la adoración de mis labios;
y mis manos  resbalaban
por glúteos de incienso y fuego,
tu piel de cera y mármol,
aquietados por la emoción.
Y se alzaba
la llama en la hoguera del amor,
crepitando, devorándose y luminosa,
lujuriosamente,
encendida al igual que tu pupilas
en aquel encuentro del
final del mundo,
compartido sólo por nosotros dos.

En el amanecer luego de una noche de pasión.


Homenaje a la mujer nº 2

Allí,
tú y yo en el entente sexual,
dislocando nuestros cuerpos,
pasión contra pasión,
tu cama y mi cama el mismo lecho,
tu cuerpo y mi cuerpo
los mismos cuerpos,
unificados en la entrega,
emulando al amor,
de los dioses, de las hadas,
conjuntamente,
y tus labios sellados a mis labios,
y tu boca y mi boca eran
la misma boca
por donde el fuego interior se expandía,
abrasando
la alcoba, las sábanas de raso.
Y mi ojos,
que se nublaron mil veces,
buscaban el infinito
de tu figura
que se convulsionaba en el espasmo,
y anhelaban fundirse
a la luz de tu alma peregrina,
que dubitativa solicitaba una
asistencia fiable
para renacer desde el vértice del placer.
Pero no la encontró,
únicamente halló vértigo,
del vacío amoroso,
del vacío de la entrega,
del vacío, del vacío, del vacío sexual.

En el amanecer luego de una noche de entrega.


Homenaje a la mujer nº 3

La miel de romero en tu ombligo,
principio y origen de la vida,
y mis labios perforaban tu vientre
-¡sobre el ancho tálamo!-
ovalado y puro, mujer Modigliani.
Y el arte de amar,
desde la inconsciencia de mi ser arrebatado,
y mi apasionamiento
en el quebrantado mundo
de los deseos, ebrio de tu hechizo;
y mi alma naufragaba en el océano de tu cuerpo,
que se mostraba pujante,
seguro de sí mismo,
como el barco surca
las aguas de la mar embravecida,
¡flotando en el vacío!
Y los cuerpos ardían,                                 
y tu cuerpo ardía
y mi cuerpo ardía
y ardían los cuerpos,
el tuyo y el mío, unánime
en la sagrada pira
de sábanas blancas.

En el amanecer luego de una noche de espasmos.


Homenaje a la mujer nº 4

Y el sudor lubricando
tu piel de parafina,
blanca y salobre como la mar,
y mi alma se convulsiona,
de emoción, en el contacto.
Y sentí la asunción de mi ser
ante el precipicio de tu cuerpo.
Y el deseo inconfesado,
poseer la rosa del enigma,
la rosa oculta de tu cuerpo,
que se explayaba insinuando
el lenguaje de los cuerpos,
en el vértigo de los cuerpos,
el tuyo y el mío, los dos,
al unísono en el mismo diástole,
en el sístole de la contracción.
Debatían de sus cuitas,
unánimemente, con fervor,
allá donde el alma se hace sierva  
y la mente acalla su incapacidad
ante el acto de la entrega.
Y aromas de mil flores,
sabores salobres y miel de romero,
en el encrespado mar de tu entrepierna,
en tu monte de Venus
que se abría al placer,
y la sonrisa vertical, enigmática
y expectante. Y se ensanchaban
tus labios, ávidos de goce,
al obelisco erecto de la concordia,
el que todo lo puede
y silencia el último gemido,
en la mujer, abrazada
a la redención…   
                                

Homenaje a la mujer nº 5

Días de luto, seguidos de años de luto,
el recuerdo de tu no presencia.
Y la ausencia se hizo en mi derredor,
hasta el retorno de la noche oscura,
la eterna noche de no regresar,
cuando vuelva a gozar tu cuerpo de escarcha.



2 comentarios:

  1. ¡Precioso e intenso poema, Anselmo! una auténtica y completa oda a las maravillas de la unión sexual (con espléndidas metáforas e imágenes), pero con un fondo final de melancolía por la ausencia. ¡Gracias y enhorabuena!

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  2. Así da gusto Emilio, gracias a ti por tus amables palabras.

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