El espíritu humano es andrógino, dualmente se
manifiesta en su doble vertiente “eterno masculino-eterno femenino”; si bien,
en la experiencia existencial, en buena medida se halla mediatizado por los
condicionantes del sexo en el que se ha reencarnado. Ello nos es óbice para que
determinados espíritus, altamente sensibles y muy evolucionados, sean capaces
de desdoblarse dejándose llevar por el proceso creativo, momento intenso en el
que el alma de creador traspasa los límites para volcar su saber hacer en la
obra de arte, y es, en esos precisos instantes y dependiendo de las necesidades
expresivas de la obra, cuando el eterno femenino del hombre se apodera del
instante creador dotando a la obra de la sensualidad femenina, o, si de una
creadora se tratara, su eterno masculino aparece para impregnar su obra de la
fuerza expresiva masculina.
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| Muralla de Soria junto al Duero |
LA ESPIRITUALIDAD EN G. A. BÉCQUER IV
El proceso arriba descrito no es ajeno a la
vida y obra de G. A. Bécquer, poco a poco iremos viendo como el poeta se
transforma en sus escritos y deja al descubierto la belleza de su alma femenina
y poética. El fenómeno sucede de tal modo que, llegados ciertos pasajes, no
podemos vislumbrar si las palabras escritas por el poeta pertenecen a la obra
en sí misma o son el resultado de momentos de éxtasis vivenciados por el autor
y que ha transcrito directamente al papel sin mediar ninguna concepción mental.
En este campo deberemos obviar las terribles consecuencias de un proceso
educativo errático, me refiero a la educación recibida por todos nosotros,
desde nuestra infancia, en la que prima la separación de sexos , que mediatizan
el comportamiento de niños y niñas en su camino hacia la edad adulta y, en
consecuencia, definirán a los hombres y mujeres del futuro.
Bécquer toma de
la tradición oral soriana -rica y heredera de la cultura celtíbera, que a su
vez entronca en el remoto tiempo pasado con la cultura centroeuropea. Digamos
que se trata de un folclore de tradición culto.- los elementos básicos e
imprescindibles que componen sus obras de las leyendas. El primero consiste en
la concepción de la religión animista, muy extendida en las culturas anteriores
al cristianismo, otorgando divinidad a cualquiera de las múltiples
manifestaciones de la vida; que, posteriormente, mediante ciertas
transformaciones, pasaría a formar parte de la cultura dominante, es decir, la
católica. De ellos se sirve el autor para recoge los conceptos abstractos con
los que hilará la trama argumental de sus obras y que eran conocidos en la
cultura popular de trasmisión oral de la zona.
En el segundo
nos reencontramos con el consabido binomio Eros Tanatos, amor y muerte, que
constituyen los elementos primordiales de la tragedia griega, tan arraigada en
el hondo sentir del hombre ibérico, y que en Bécquer es una constante en el
desarrollo de sus obras. En todas las leyendas sorianas, incluyendo “El Monte
de las Ánimas” y “La Promesa”, dos obras que tocaremos de soslayo, nos
encontramos con el mismo resultado final, amor frustrado, muerte y locura de
sus protagonistas. Considero, una vez más, que, en G. A. Bécquer, muerte y
locura pueden llegar a tener el mismo significado; es decir, la destrucción de
la cordura mental, muerte de la parte racional del ser, que el autor asemeja y
asocia con la muerte física. Tal es así, que la leyenda “El Monte de las Ánimas”
termina con la muerte de Alonso y la destrucción mental de Margarita, final que
vagamente nos acerca a la famosa leyenda persa “Majnun y Lailâ”, de Nizâmi, obra
cumbre de la poética persa y en la que se inspirarán los sucesivos romeos y julieatas
occidentales.
Bécquer, poeta
y genio de la narrativa poética, regaló a Soria tres de sus más hermosas
leyendas: “El Rayo de Luna”, “Los Ojos Verdes”, “La Corza Blanca” -esta última,
Bécquer, la sitúa en Aragón, pero se trata de un error. Beratón es lindera con
Aragón en torno al Moncayo, siendo la población castellana que más penetra en
el territorio aragonés-, y la leyenda que posiblemente sea la de mayor
contenido dramático del autor, “El Monte de las Ánimas”, además de la consabida
de “La Promesa”, cuya acción transcurre en Gómara, a diez kilómetros de
Almenar. La primera y la penúltima enlazadas entre sí por su situación
geográfica privilegiada: ambas transcurren en los mismos lugares, en Soria
capital, se desarrollan en parajes paralelos, incluso en los trayectos
descritos los personajes entrecruzan los caminos; quien conozca bien Soria y
las leyendas ubicará sin problemas el punto de encuentro y los caminos que recorren
los personajes.
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| Río Duero, Soria |


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