sábado, 25 de junio de 2011

IGGDRASIL




A Ingrid Bergman


Y es Iggdrasil el Freno del Mundo,
el árbol de las fuentes de la vida.
Las aguas de cuarzo
se precipitan en torrentes,
conforman ríos
y reposadas llegan al mar.
Los mensajes de la armonía
diluyen tensiones,
equilibran los extremos         
en el punto de conjunción
de los cuatro espacios
dimensionales.
En su centro permanece
el círculo de tierra,
¡la tierra del norte!,
acordonado
por el mar impenetrable
-acoge Ran
la voz de los marinos
muertos en el naufragio-,
protegido por las nieves
bajo su manto protector.



 



El océano lava
la cara marcada
por el sello del alma,
y trasluce en la faz
la belleza de tu espíritu,
¡mujer valkiria!
Tu halo generador,
turquesa, se instala
a cada primavera
y desmenuza los hielos
del invierno en el Ártico.
Y se adorna la natura
de cálices, corolas,
polen, melaza y jalea;
y en tu copa embeben su sed
los guerreros de Odin,
embriagados en los aromas
del aguamiel liberados
en los pétalos azules
del lis de tu boca.
Y cosechas en tu vientre
los vástagos de la vida,
que paridos al aire
revolotean en el espacio,
alegran el sentir
de la experiencia
desmenuzada en nonadas.














¡Diosa Freyja!, ¡Señora!,
graven las Nornas
el nombre, Ingrid,
en el manantial del destino.

Se engalanen la tierra,
el agua, el viento
y el fuego; se conjuguen
los cuatro elementos
en plural expresión
y nazca sensual el fruto.
Que él alargue
la mano al sol
y traiga el calor
a los cuerpos desnudos,
curtidos en nieves,
hielos y libertades.
Amamante la madre
a la hija y acune 
en su pecho la hoja
de la prolongación de la vida,
dinámica, para mayor
gloria de los escaldas.




Ingrid Bergman


¡Diosa Freyja!, ¡Señora!,
el espíritu de Saga
toma forma humana.
Ingrid, de mujer
nacida en veranos
de Estocolmo.

Y las olas arriban
a la playa y arena,
y el Báltico peina las crines
de las aguas y espuma,
y se yerguen las rocas
del acantilado y vacío,
y las estrellas palpitan
la ternura y caricias,
y se muestra compungido
el Greco y ausencia,
y los bosques se entregan
a la contemplación y sombras,
y se ofrece la hierba
hospitalaria y hace la cama,
y la manzana de Eva,
y el ardid y la consumación;
y llega el amor
rico en hijos
que jalean la vida
al ritmo de palmas,
olés y cante hondo.














Es Iggdrasil el Fresno del Mundo,
de los dioses el árbol guardián.
Bajo su dosel se reúnen
en cónclave para salvaguardar
el hito de la creación,
para preservar el futuro,
enigmático, en beneficio
de la continuación
de la historia esforzada.
De la lengua de Odin,
su espada, adquieren
poder e interpretan
los misterios de la Runas.

Y tú, ¡amada Freyja!,
derramaste lágrimas
de oro que resbalando
por tus mejillas iban
a depositarse en las cuentas
de tu collar de diosa amable;
plañías la pena
de conocer, solamente tú,
los secretos del oráculo.
En tu boca se abrieron las aguas
del arcano y ante los dioses
emergieron los enigmas
de la conciencia humana.


















Y, a la sombra de Iggdrasil,
enseñaste a los dioses
durante siete días,
les revelaste el conocimiento
de tu sabiduría.
Ellos se mostraron
agradecidos
y te acogieron en Asgard.
Mas tú, te refugiaste
por todo el tiempo de los tiempos
en la isla de Gontlandia
- Stromboli, Stromboli -.
Deseabas permanecer
en el marco del mar Báltico,
anhelabas reconfortar
permanentemente las penas
de tu pueblo, sueco,
de altivos vikingos.

























Es Iggdrasil el Fresno del Mundo,
ahonda las raíces
en el río de la vida,
escribe en sus aguas
el devenir de la humanidad
repujado en gotas de lluvia
y nieves de rocío.
Y la escarcha en el parto
protege la vida
de la madre, adorna
la piel del recién nacido
y colma amorosa
su rostro asustado.

Y tus hijos, Ingrid,
fueron impresos
en escarcha de Iggdrasil,
sobre la corteza de las rocas
del litoral en el Báltico.











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