sábado, 19 de marzo de 2011

Mi Rostro

 De mi libro "Almoneda", sin publicar.

 


He visto llegar a la inteligencia en la neblina de la mañana, trascendía desde el otro lado de las praderas del conocimiento, venía diciéndoles a los hombres que es necesaria la pausa para armonizar sus existencias, para saber en que momento de la vida se encuentran y así poder iniciar el verdadero conocimiento de uno mismo, que es el auténtico camino de la sabiduría y que ha de llevarles a la dignidad existencial. Que las prisas actuales a nada conducen, sino es a la perdición del ser en nombre del quimérico poder del oro, donde el hombre sucumbe preso de sus ambiciones egocéntricas y, su espíritu, que un día fue luminoso, se apaga en nombre del poder económico, ante el cual nunca se posee suficiente y que ha de empujarles a la indignidad ante los demás y, lo que es más grave, ante sí mismo.

Página primera o del amanecer
He visto llegar mi rostro impreso en la bruma del otro lado de la existencia material, trascendía desde los campos de la metafísica para hacer ver a este hombre la importancia de su trabajo en la Tierra.  Venía pensativo en el interior de la aurora, momentos más tarde se arroparía en los rayos del sol, que se desprenderían por los cielos en los momentos del alba. Mi mente se aprestaba al despertar mientras la serpiente de la inteligencia dejaba paso a la espada de la verdad. Serpiente y verdad permanecían en el interior de los cuatro campos y, éstos,  estaban en comunicación con los cuatro espacios dimensionales; de tal modo que el conjunto formaba un nexo de unión con el principio de la vida en el cosmos, desde donde esta última se precipitaba a la Tierra, obligándoles a ella y a sus habitantes, en su propia mutación, a la evolución permanente,  en aras de la superación de las especies y de los mismos hombres. La correspondencia entre campos y espacios era: campo del origen con espacio potencial, campo de la nada con espacio tiempo, campo de la energía con espacio luz, campo de la materia con espacio gravitacional. Los ochos elementos interactúan entres sí y en el conjunto existe armonía. Se comenta que desde el origen siempre ha sido de este modo.

Transcurrían esas horas de levedad, cuando la diosa Luna nos dice adiós y se despide con su media sonrisa de naranja hasta la siguiente anochecida; cuando las estrellas acallan sus tintineos, cesan sus cánticos y trasladan el fulgor de sus cuerpos a otros planetas, para nosotros desconocidos, que gravitan dentro del gran vacío y de cuya inmanencia surge el espacio tiempo intangible al modesto entender de la razón humana; cuando los ojos del espíritu humano se encierran en el ensueño, permitiendo que en los cuerpos físicos de los seres humanos se origine el despertar de la mente. Porque espíritu y mente moran en vecindad, si bien, el tiempo del despertar del primero se alterna con el tiempo del dormir del segundo. Nunca, bajo ningún pretexto, permanecen ambos despiertos o dormidos a la vez o actúan simultáneamente; porque las dimensiones de las dos inteligencias no se corresponden tampoco lo hacen los tiempos, cada dimensión mide para sí su propia tiempo y ningún otro. Las dos dimensiones del ser no se corresponden porque permanecen delimitadas por su propio espacio dimensional, que son independientes para la una o la otra.

Dualidad humana que ha sido calcada de la dualidad creacional: positivo y negativo, entrelazados, con su tira y afloja mantienen a la energía en equilibrio mutante, quien, a su vez, transmite el proceso a la materia para que esta se mantenga en equilibrio dinámico; al conjunto de estos dos equilibrios le llamamos equilibrio cósmico o armonía. Y del fluir de éste último emana en los hombres el principio de la justicia, la cual, sería, simplemente, el control de los procesos dinámicos de la vida en la Tierra, cohesionada con el equilibrio dinámico humano en estado natural. Damos por sentado que nuestra concepción permanece completamente alejada de la bárbara, caduca, injusta y represiva concepción de la justicia en su actual formato de leyes; en cualquier caso, la actual justicia es un compilador de leyes farragosas que permite el control de los ciudadanos por parte de los estados, pero nada más que eso, únicamente leyes y más leyes que someten a los hombres en nombre de los estados plenipotenciarios.

Era en una mañana de verano, cuando los rayos del sol se aprestaban a regalarnos un nuevo y largo día de luz, y la vida se preparaba, nuevamente, a soportar la rigurosa jornada de la canícula estival; cuando los hombres se deciden por regenerar la mirada ante la brisa vivificadora de la amanecida, encaramados sobre las risqueras de las montañas o en los peñascos de los acantilados a la espera del hacer de sus manos. Cuando las mujeres, la satisfacción de los sentimientos en la mirada limpia, agrandan las perspectivas de la existencia llenando de besos la espalda de sus amantes, con el deseo, unívoco, de reencontrarse a la anochecida siguiente luego de la jornada laboral. Cuando los infantes, horas más tarde, se solazarán con despreocupación en las aguas amargas de la mar o en los dulces arroyos de la serranía, mientras aprenden a jugar a embelesarse.

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