sábado, 9 de julio de 2011

POR EL MONCAYO DE BÉCQUER I





El Poeta

 RIMA LXIX

Al brillar un relámpago nacemos,
y aún dura su fulgor cuando morimos;
¡tan corto es el vivir!

La Gloria y el Amor tras que corremos
sombras de un sueño son que perseguimos; 
¡despertar es morir!


SORIA


La mágica atracción que ejerce el Moncayo, monte blanco para los celtíberos, viene de lejos. Su mole imponente se alza mayestática en solitario y exenta hacia los cielos, convirtiéndose por méritos propios en la casa de las divinidades anteriores a la romanización de Iberia. En torno a cien kilómetros a la redonda es visible, presentando múltiples formas en función del lugar de observación, tal es así que la imagen que puedan tener los sorianos de la meseta dista años luz de la que perciben los habitantes del valle del Ebro, y aún aquí cambia dependiendo de si se mira desde el norte, el este o el oeste. La montaña de los dioses antiguos no es uniforma, nada más lejos de la realidad, la vista que nos presenta es plural y heterogénea como la naturaleza misma que contiene.


La Montaña vista desde Ólvega

Amplitud y valles angostos donde la cultura celtíbera pervivió aún a pesar de la persecución a la que fue sometida, esperando la llegada del alma lírica que supiera recogerla y transformarla en leyenda romántica. “Podrá no haber poetas, pero siempre habrá poesía”, y allí estuvo agazapada a la espera del tiempo por venir, hasta que llegara el alma blanca del “ángel de la poesía”. Los poetas tienen los mismo ojos que el resto de los hombres, pero ellos miran desde los ojos del espíritu; por ello ven lo que ven, por ello los demás hombres no ven. Es un juego de palabras y del verbo del ser nace la gran poesía escrita, y el verbo es el ser y el ser es su espíritu indómito, a veces salvaje, imprevisible, desconcertante e impredecible. 




Paisaje entre Almenar y el Moncayo
RIMA LXXXVI LA GOTA DE ROCÍO

La gota de rocío que en el cáliz
duerme de la blanquísima azucena,
es el palacio de cristal en donde
vive el genio feliz de la pureza.

Él la da su misterio y poesía, 
él su aroma balsámico le presta;
¡ay de la flor si de la luz al beso
se evapora esa perla!



Toda palabra es poética, todo verbo es lírico, parece decirnos el poeta decimonónico cuando abrimos el libro conteniendo alguna de sus inquietantes leyendas, algunas de sus afamadas rimas. Es el vértigo de la existencia que brota a borbotones en cada renglón o en cada verso, del mismo modo que nace el agua en los múltiples nacederos por donde se desangra el Moncayo. Montaña mágica y hombre de magia unidos en la aventura de la vida, para perdurar más allá del tiempo de los hombres. Cuando el tiempo deje de ser tiempo medible, la palabra poética será palabra de profeta, como sucedía en la antigua Grecia, donde el poeta se comunicaba con los dioses dejando el rito para la práctica del sacerdocio. 



Nacedero de uno de los brazos del Araviana en la dehesa
de La Cueva de Ágreda. Río poético por excelencia del Moncayo



Desde las llanuras de la altimeseta la figura de Bécquer se engrandece y se alza, asemeja al Moncayo. Los dos comparten su estar mayestático, los dos ejercen de norte y faro, ambos son guías en la noche, el segundo de caminantes errabundos, el primero de poetas taciturnos en busca de la luz de sus versos. Monte blanco y hombre blanco, de luz de nieves y nieves de luz esperan pacientes la llegada de los hombres trashumantes que transitan los caminos de la tierra, verso a verso, paso a paso, tras la huella imperecedera e impoluta del lirismo poético que alguien dejó impresa en el dobladillo de sus almas. Son los hijos del viento, hijos del cierzo, que expande a los cuatro puntos cardinales las semillas fecundas de la tradición oral antigua.



Paisaje ondulante de la alta meseta que escolta el Moncayo.

RIMA X

Los invisibles átomos del aire
en derredor palpitan y se inflaman,
el cielo se deshace en rayos de oro,
la tierra se estremece alborozada.

Oigo flotando en olas de armonías,
rumor de besos y batir de alas;
mis párpados se cierran... -¿Qué sucede?
¿Dime?
-¡Silencio! ¡Es el amor que pasa!


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